Como en Palencia, volvió a salirle cruz al Cáceres Patrimonio de la Humanidad en un final apretado, pero el 63-65 ante el HLA Alicante tiene una lectura muy distinta a la del otro día. El conjunto de Roberto Blanco dejó escapar de forma estúpida el partido, jugando básicamente muy mal a partir del minuto 15 y desperdiciando una ventaja que llegó a ser de 20 puntos.

Una pena porque se desbarató así una gran ocasión de seguir generando ilusión en un aficionado cuyo ánimo se ha visto deteriorado en los últimos años con un proyecto a la baja que, al menos este primer tercio de competición, había recuperado brillo. Pero lo que no puede hacer este equipo es perder la humildad y creerse una máquina indestructible. Si algo le ha llevado a un arranque que sigue siendo bueno tirando a notable es la modestia, el trabajo duro, la fe. Por calidad, sin bajarse del bus, no se va a ganar a nadie.

El relato de una noche punzante arrancó con una primera parte fue rarísima, inexplicable. Sin jugar nada bien, el Cáceres se escapó en el marcador. Sí, defendió de forma fantástica durante el cuarto inicial y la mitad del segundo, pero es que el Alicante falló lo infalible debajo del aro.

Una versión parecida a la habitual de los verdinegros hubiese, simplemente, sentenciado el partido. Pero algo pasaba porque sus tiros no terminaban de entrar ni, sobre todo, su juego no fluía.

El botín de los primeros diez minutos (18-5) era espectacular, solo permitiendo una canasta en juego del rival. Y tras un poco más de esfuerzo, llegaron los reseñados 20 arriba (27-7, min. 15). Por si fuera poco, el enorme pívot Bamba Fall se tenía que marchar al banquillo con tres faltas.

En cualquier otra situación se podía empezar a pensar casi en el siguiente encuentro, pero no se transmitía la suficiente sensación de seguridad como para eso y un parcial de 0-9 en apenas un minuto devolvió el pulso a los visitantes, que llegaron al descanso con un 32-24 nada definitivo.

¿Qué estaba pasando? Demasiada dependencia de los triples, poca contundencia en la zona y cierto mensaje de relajación, algo incompatible con una mínima pretensión de éxito y seguir entusiasmando.

La segunda parte se prolongó como un dolor de muelas sin que Blanco encontrase soluciones. Se echó en falta esta vez a Ricardo Úriz, a quien habrá que cuidar mucho para que no se pierda un partido de cada tres y deje huérfano a Aitor Zubizarreta. El vasco hizo la cuarta falta muy pronto y cuando ya el Alicante había limado casi toda la diferencia (37-34, min. 25).

EL NAUFRAGIO / Las tinieblas en ataque se apoderaron definitivamente del Cáceres, incapaz de anotar si no era mediante los arreones de Niko Rakocevic (siete puntos seguidos para volver a estirarse (44-34, min. 27). Era el pan para hoy y el hambre para mañana porque la vía de agua volvió a aparecer.

Los levantinos no perdonaron, aunque por una vía poco esperada: la de dos secundarios como Chumi Ortega y Josep Busquets guillotinando con justicia a un rival atónito. A 4:17 llegó la primera ventaja (56-57) y en el estado de angustia que generó ya nada cambió, por mucho que Rakocevic tuviese la última para ganar o forzar la prórroga. Pero no llegó a tirar: toda una metáfora de un mal día, tan indigesto como una comida de empresa en Navidad que se te va de las manos.

CÁCERES 63 - 65 ALICANTE

Marcador por cuartos: 18-5, 32-24 (descanso), 49-43 y 63-65 (final).

Árbitros: Zafra, Mas y Martín. Eliminados: Onwenu (min. 39), Zubizarreta (min. 40) y Kuiper (min. 40).

Pabellón: Ciudad de Cáceres.

Espectadores: 1.400.

Cáceres Patrimonio de la Humanidad: Aitor Zubizarreta (12), Niko Rakocevic (13), Luis Parejo (7), Jordy Kuiper (6), Arkeem Joseph (5) -cinco inicial- Ferran Ventura (1), Sylvester Berg (7), Milan Nikolic (5), Jorge Bilbao (6).

HLA Alicante: Josep Busquets (11), Justin Pitts (5), Chumi Ortega (12), Alex Galán (9), Bamba Fall (10) -cinco inicial- Nacho Díaz (2), Sergio Mendiola (0), Patrick Onwenu (5), Issa Thiam (0), Devin Schmidt (11).