Terminó la primera vuelta para el Cáceres Patrimonio de la Humanidad con un décimo puesto gracias a su balance de 8 victorias y 9 derrotas. Probablemente, mejor de lo que se esperaba en pretemporada, pero con el regusto amargo de haber empeorado su dinámica en el último mes, cuando solo ha ganado un partido de los últimos seis. Estas son las claves de lo sucedido… y de lo que puede suceder.

Contra el recuerdo de una temporada casi fatídica

Durante lo que va de campaña se ha estado luchando contra el recuerdo de lo sucedido en la anterior, cuando el equipo estuvo en zona de descenso durante la mayor parte del año y tuvo que esperar a la última jornada para salvarse. Habiendo sufrido tanto, cualquier escenario que lo mejorase iba a sonar positivo. Todo hace indicar que no había mayor músculo financiero para construir la plantilla, lo que obligó a varias apuestas por jugadores que no tenían experiencia en la LEB Oro.

Eso levantó algunas reservas, sobre todo tras algún resultado feo en pretemporada, pero en general ha habido bastante puntería. Al equipo le costó un poco coger las ideas del renovado entrenador, Roberto Blanco, pero a partir de la segunda-tercera jornada empezó a transmitir mensajes optimistas y a sumar victorias más a menudo que la temporada anterior.

De hecho, el séptimo triunfo se consiguió en la undécima jornada cuando en el ejercicio anterior no se alcanzó hasta la vigesimosexta. Eso ha dado margen para la tranquilidad e incluso también para soñar con estar en los ‘playoffs’ de ascenso después de cuatro años de ausencia. Sin embargo, una racha de cuatro derrotas seguidas -tres de ellas por un margen de 1-2 puntos-- frenaron posibles euforias. Quedaba mucho que remar todavía y no se podía perder la humildad.

No tantos triples y la defensa como seña de identidad

Una de las principales reservas que levantó el Cáceres durante la preparación fue la sospecha de que iba a depender demasiado del triple para funcionar ofensivamente. Y ha sido así, pero no tanto como se esperaba. Con 24 intentos por partido y un 33,1% de acierto, el equipo está en las medias de la liga, ni muy alto ni muy bajo. Sí es cierto que el ataque fluye especialmente cuando hay puntería desde lejos, pero eso pasa en todos los baloncestos de mundo, pero se han encontrado más formas de encontrar la canasta, como los balones al poste para Arkeem Joseph y Jorge Bilbao y penetraciones y tiros a media distancia de los exteriores.

La característica principal ha sido más bien la defensa: cuando se ha conseguido proteger bien el aro propio en franjas más o menos largas de los partidos, el extremeño ha sido un conjunto temible. Los 71,4 puntos encajados por encuentro solo los mejora el segundo clasificado, el Detelco GBC (68). Eso sí: si se ha olvidado de defender, la consecuencia ha sido perder, sí o sí.

Una plantilla coral en el reparto del protagonismo

Pocas veces en el Multiusos se ha disfrutado de un equipo en el que se reparta tantísimo el tiempo en la pista: los diez jugadores que forman ahora la plantilla están entre los 24:33 de media de Jordy Kuiper y los 16:23 de Sylvester Berg, su reserva. Otras parejas están equilibradas: 21:57 de Aitor Zubizarreta y 20:42 de Ricardo Úriz; 22:47 de Arkeem Joseph y 16:53 de Jorge Bilbao…

Se suele utilizar casi siempre el mismo quinteto inicial, pero el peso no recae estrictamente en nadie de una forma determinada. Lo demuestra también que tres hombres estén casi empatados como máximos anotadores: 10,6 puntos de Úriz, 10,2 de Joseph, 10,1 de Rakocevic y 9,4 de Kuiper.

La única nota discordante de esta idea fue Kosta Jankovic, que no terminó de coger su rol y acabó fagocitado por el empuje de Berg. Su situación acabó resultando incómoda, siendo la rescisión del contrato la consecuencia lógica. Ahora falta por ver si su sustituto, que no termina de cerrarse, encaja bien en el ecosistema consolidado. En principio, tendrá un perfil similar.

La gran asignatura pendiente son los finales apretados

Si hay un punto negro en el Cáceres 2019-20 es lo mal que está resolviendo los finales de partido apretados. Ha perdido los cuatro encuentros que se han decidido por uno o dos puntos de diferencia, alguno de ellos en circunstancias bastante duras. Contra Ourense, recibió una canasta debajo del aro a falta de poco más de un segundo y no hubo los suficientes reflejos de pedir un tiempo muerto para sacar de medio campo (68-69). En Palencia hubo posesión para ganar tanto al final del tiempo reglamentario como de la prórroga y se desaprovecharon (87-86). Y contra Alicante ni se logró levantar el último tiro con 63-65 en el marcador. Más defendible fue caer en la pista del campeón de la primera vuelta, el Carramimbre Valladolid (77-76) después de ir a remolque durante los 40 minutos.

En el otro polo, lo más elogiable ha sido seguramente lo pegajoso que es este equipo. No se descuelga prácticamente nunca de los partidos, no baja los brazos ni los da por perdidos. Y también ha mejorado su efectividad fuera de casa, habitual sima en el pasado, llegando a acumular tres triunfos seguidos a domicilio (Breogán, Lleida y Castellón), algo muy poco visto en esta nueva etapa del club.

El desafío es reenganchar a buena parte de la afición

Los buenos resultados del primer tercio de competición provocaron que algunos aficionados que habían dejado de acudir al Multiusos le diesen una nueva oportunidad al Cáceres. Ese es el camino que busca el club: recuperar a una hinchada que en su momento fue numerosísima y apasionada y que ahora se tiene que conformar con no sufrir en la LEB Oro.

A la ecuación se le pretende añadir la condición de entidad que se apoya en sus categorías inferiores, pero, quitando la gran aparición de Berg, los jugadores del filial del filial, el Torta del Casar, han tenido orientado a echar una mano en los entrenamientos. Está por llegar el día en el que un canterano tenga peso específico. Mientras, la autoexigencia de ofrecer una buena imagen a nivel institucional se mantiene como reto constante, alimentando numerosas actividades sociales aparte de lo deportivo en sí.