El Extremadura ha vuelto a subirse en su montaña rusa favorita: la de los ‘milagros’. Nuevamente, como ya ocurriera el año pasado, y en los anteriores, los azulgranas han dejado para el último tramo de temporada todos los deberes para poder cumplir el objetivo. Este año, además, golpeado por los problemas institucionales que no terminan de arreglarse, por lo que el milagro se antoja más difícil todavía.

Transcurridos dos tercios de la competición, el Extremadura sigue en puestos de descenso directo y ve cómo el grupo de rivales va siendo cada vez más reducido. Con 27 puntos, sus números al paso de la jornada 28 todavía mejoran a los del pasado año (24 puntos), pero hay una diferencia notable. Mientras el año pasado había ya un equipo eliminado como el Reus y dos con muchos problemas como Nástic y Córdoba, este año todos están en la pomada, incluido el Racing de Santander, único por debajo de los azulgranas con 24 puntos.

Las cuentas del equipo pasan por ganar, como mínimo, la mitad de los puntos que restan, es decir, 21 de los 42 que quedan en las 14 jornadas del final. Eso quiere decir, como ejemplo, ganar siete partidos. Y si miramos a la tabla, en 28 partidos sólo ha logrado ganar seis. Difícil.

EN CASA / El milagro también pasa por ser más fuertes en casa, donde el Extremadura es el peor equipo de toda la categoría. De hecho, ha sacado más puntos lejos del Francisco de la Hera que en Almendralejo. El domingo, los azulgranas recibirán al Mirandés, que llegará más desgastado por jugar su partido aplazado este miércoles ante el Zaragoza. Todo lo que no sea ganar al cuadro rojillo será un paso de gigante para el descenso.

El milagro también pasa por mejorar la dinámica de resultados del 2020, donde el Extremadura sólo ha ganado un partido de los siete últimos disputados. El equipo compite, brega, se agarra a los partidos, pero la falta de calidad en muchas de sus líneas no le llega para decantar la balanza a su favor. La llegada de Alex Alegría le ha insuflado aire en la delantera, pero el mercado se ha quedado corto de efectivos y al Extremadura le faltan piezas para elevar el nivel.

El milagro también pasa por recuperar a hombres importantes. Es el caso de Kike Márquez, muy irregular durante toda la temporada y también lastrado por las lesiones. El jugador sanluqueño paró para descansar esta semana y se espera que pueda estar listo para la cita del domingo. También se espera la mejor versión de Zarfino, que desde la vuelta del equipo tras Navidad no ha sido el mismo. El centrocampista uruguayo también ha estado siempre entre algodones y ahora sufre un fuerte golpe en el tobillo que le hacen ser duda muy seria para jugar ante el Mirandés.

En la cartera hay jugadores que todavía no han dado la versión que de ellos se esperaban cuando llegaron el pasado verano como son los casos de Pastrana, Sergio Gil, Pinchi o Alex López.

Y el milagro también pasa por arreglar la situación institucional del club, donde el desencuentro entre el grupo de Manuel Franganillo y el grupo de Luis Oliver es más que palpable. De momento, es Franganillo el que ha tomado el toro por los cuernos asumiendo una serie de decisiones como fueron el cese de Juan Marrero o el despido fulminante de Antonio Muñoz, decisiones que no han tenido respuesta por parte del grupo de Oliver.

El Extremadura vuelve a estar contra las cuerdas en Segunda División y se aferra a un hilo de esperanza para agarrarse al fútbol profesional. Este año, tal vez, puede enfrentarse a su misión más compleja por las circunstancias de un clima social caliente en lo interno y frio en el exterior. El Extremadura se aferra su montaña rusa de los milagros. A ver qué le depara ahora.