La crisis sanitaria del COVID-19 está dejando historias emotivas en muchos sectores. Pedro Hernández (Calamonte, 1991) se adentró en el mundo del arbitraje hace un año, es un amante del fútbol y decidió buscar una actividad que le aliviase de la carga laboral que soporta desde hace ya más de cinco años.

«Encontré en el arbitraje una forma de darme a los demás y de pasar los sábados y domingos de una manera entretenida, con lo que más me gusta que es el fútbol. Llevo poco tiempo, pero noto el respeto y cariño de los compañeros», expresa Hernández, que en esta situación echa de menos dirigir los partidos de categorías inferiores donde ha comenzado su andadura arbitral.

Su profesión le exige y ahora, con el coronavirus haciendo estragos, no puede quedarse en casa. Es camionero desde hace un lustro y atiende a El Periódico Extremadura mientras cruza la frontera gala. «La situación es jodida. Somos dos los conductores, la distancia en entre nosotros es menor de 2 metros. Tomamos las máximas precauciones, pero claro que tenemos miedo de contagiarnos», dice.

«En los descansos leo el reglamento, me pongo vídeos, intento seguir vinculado al mundo del arbitraje. Pasamos mucho tiempo en cuatro metros cuadrados y no podemos estar todo el día pensando en si nos vamos a contagiar o no, porque no es sano para la mente. Encuentro en el fútbol una manera de evadirme», expresa.

«La situación sanitaria me da mucho miedo, voy a ser sincero: me preocupa más la salud de mi familia que la mía. No me gustaría que por mi culpa se contagiase mi padre, mi hermano, mi cuñada o mi sobrino», reconoce emocionado. La ruta la inician en Arroyo de San Serván, y llegan hasta Burdeos. Están en plena campaña de la fresa.

Al ir dos en el mismo habitáculo, los cuidados son extremos. «No podemos mantener contacto con nadie, llevamos guantes de látex, mascarilla, desinfectamos el camión en cada cambio de conductor. Y cuando repostamos no podemos hablar con compañeros, todo para evitar que esto vaya a más», asegura.

«No hay zonas de duchas abiertas, nos tenemos que asear en zonas no permitidas y la verdad que eso es muy duro y desagradable. Nos estamos dejando la piel en la carretera para que a nadie le falte nada, pero no tenemos las condiciones adecuadas. No está siendo sencillo, la verdad», lamenta.

Apoyo

Son muchos los movimientos en redes sociales o en nuestros balcones los que muestran respeto por la profesión. «Valoro mucho todas esas iniciativas, pero me da pena que haya tenido que venir una crisis sanitaria para que valoren la labor que hacemos durante los 365 días del año. Ojalá que tras esto también nos respeten de igual modo», expresa.

Desde hace dos semanas, este árbitro en ciernes ha colgado el silbato y las tarjetas hasta nuevo aviso. «Es otro de los efectos del COVID-19, hemos tenido que parar también porque nosotros somos parte del deporte, a relata entre risas. De momento, Hernández dirige partidos de fútbol base en la zona centro de Extremadura.

«Encontré un gran apoyo en mis profesores. Tenía reticencias, por el tema de lo insultos que sufrimos y demás, pero al ver la gran familia que forman los árbitros, decidí dar el paso y no me arrepiento. Tengo ya ganas de volver a casa y empezar mi tunda de partidos», relata . «Llegaba el viernes y no paraba. Iba a clases, veía fútbol…y luego sábado y domingo tenía que pitar bastantes partidos. Benjamines, alevines, infantiles… lo echo de menos , se disfruta y se aprende mucho arbitrando a los pequeños», explica.

Pedro ha dejado aparcado su atuendo arbitral para ponerse la capa de transportista y atender las necesidades. «Mi mensaje es de tranquilidad, nosotros estamos en la carretera poniendo el alma para que nadie se quede sin alimentos en los supermercados. No va a faltar nada, para eso estamos nosotros», concluye este héroe de andar por carretera.