Pocos pueden discutir que Lorena Infantes Núñez (Badajoz. 1-2-1981) es la mejor jugadora de baloncesto extremeña de la historia: siete temporadas en la Liga Femenina teniendo papeles importantes, incluyendo una en su ciudad natal (2007-08). Ya retirada, la vida le llevo muy lejos, a distintos lugares de Latinoamérica, a ejercer como entrenadora. Tanto ha lucido en ese papel llevando selecciones de categorías inferiores en Chile que la fichó la NBA Academy --una organización para el desarrollo de jugadores con sucursales en varios continentes-- y el pasado verano ejerció como ayudante con los San Antonio Spurs en la Liga de Verano.

Como la mayor parte de la humanidad, no está siendo ajena a lo que sucede con la pandemia del coronavirus. El cataclismo global la pilló en México, donde también desarrolla parte de su actividad, pero ya ha podido regresar a Chile, donde está afincada. «Tuve bastante suerte. Estaban ya cerrado las fronteras, pero conseguí un vuelo. A los dos días ya estaba todo absolutamente cerrado y hubo chilenos que no pudieron salir de México», cuenta.

PASO POR MILÁN / No fue su única dosis de fortuna en esta crisis. Cuando el coronavirus todavía no parecía suponer algo tan escalofriante como lo que está resultando, viajó a nada menos que a uno de sus epicentros de expansión en Europa: Milán. Allí quería seguir directamente los métodos de trabajo de uno de los entrenadores más reputados del baloncesto FIBA, Ettore Messina, que actualmente dirige al Armani Milano. «Tuve suerte y no me contagié. Cuando llegué a México era ya el 23 de febrero y existía preocupación. Me tuve que hacer las pruebas, pero di negativo», recuerda.

Otro alivio importante dentro de unos últimos meses que estaban siendo «increíbles» por lo positivo, como ella misma comenta. Su estancia dentro de la estructura de los Spurs, un club pionero en su día al incluir a Becky Hammon como primera mujer en un cuerpo técnico en la historia de la NBA, la llenó de orgullo. Pero ahora hay cuestiones muchos más importantes que el baloncesto.

Infantes tiene un doble foco de preocupación: lo que tiene alrededor y lo que dejó al otro lado del Atlántico, en su Extremadura natal. En Chile el virus todavía no está muy extendido: apenas mil casos y tres fallecidos contabilizados hasta el miércoles. Pero la pacense no se fía: «En Latinoamérica la cosa va a ser más compleja porque el tema de la sanidad que hay aquí no está tan preparada como la de Europa. Los contagios no son tan masivos como en España o en Italia y los muertos tampoco, así es que de momento no es tan alarmante como está siendo allí».

Pero lo que la ‘mata’ es pensar en Badajoz, a tantos miles de kilómetros. «Mis padres son mayores. Mi papá está en una residencia y me entran escalofríos cuando veo algunas noticias que está habiendo en España. Mi madre es mayor también, tiene 68 años, y lo está viviendo sola. Es complicada para ella estar encerrada tantos días sin tomar el aire de la calle. Mis hermanos le van a hacer la compra y en esas estamos. Mucha preocupación por ellos dos, que son mayores», apostilla.