Casi cinco meses ha estado el Francisco de la Hera sin recibir al público hasta que este sábado los futbolistas han podido volver a sentir el calor de la grada. No era el equipo local, que tristemente se ha despedido del fútbol profesional. Pero tampoco era la afición almendralejense, espectador externo en la lucha por subir de la gente llegada de Villanueva de la Serena y de Cáceres. Ambas aficiones volvieron a dar una lección de civismo, dentro y fuera del estadio. No era ninguna novedad, ya había sucedido en las semifinales del Romano.

El fútbol es para ellos y volvieron a demostrar que se pueden celebrar partidos con gente en la grada. Las medidas de seguridad volvieron a ser estrictas y la organización por parte de la Federación Extremeña de Fútbol se puede apuntar una matrícula de honor.

No era el Extremadura el que jugaba, pero en el entorno del Francisco de la Hera se notaba que había fútbol. Ambas aficiones convivían apaciblemente mientras esperaban su turno para entrar al estadio.

Dentro, todo muy ordenado, cada uno a sus asientos. La seguridad volvía a ser la nota más importante y la megafonía del estadio no paraba de recordarlo. Luchar contra el covid sigue siendo una prioridad en todos los ámbitos. También el fútbol, claro, que este sábado veía como se suspendía otro partido por este motivo. En este caso, el Portugalete-Sestao, dos equipos que también luchan por subir a Segunda B. Un positivo de coronavirus en el entorno de un jugador del equipo portugalujo provocó la suspensión.

En Almendralejo sí se jugó y directivos y jugadores de ambos clubs agradecieron poder contar con su gente. Luis Puebla, director general del Cacereño, a pie de campo, recorrió los dos graderíos ocupados por su gente como muestra de gratitud.

Eso fue en los minutos previos al encuentro, donde la tensión y el entusiasmo ya se notaba en el graderío, dispuesto a dejarse la garganta por los suyos. Eran pocos, apenas un 20 por ciento del aforo del recinto almendralejense, pero fueron capaces de transmitir su fuerzas a los jugadores. Eso sí, unos con más fortuna que los otros, que deberán seguir animando para llevar a su equipo a la Segunda División B.