Al Cáceres Patrimonio de la Humanidad se le hizo de día mientras esperaba en el aeropuerto de Melilla su vuelo de regreso a la península. Seguro que hubo caras de sueño, pero también de satisfacción por el triunfo obtenido horas antes ante el equipo de la ciudad autónoma (74-75), la primera en liga regular desde la fundación del club en 2007.

La colección de derrotas en todos estos años, solo quebrada hasta ahora por un éxito en el primer partido del ‘playoff’ de 2012, espoleó a Roberto Blanco en su mensaje. «Ha sido un partido muy duro, como todos los que hemos jugado en Melilla desde que estoy en este equipo», comentó el entrenador apenas minutos después de la bocina final. Dentro de su clásica espontaneidad, habló de que había sido una «victoria importantísima» pese a que toda la temporada esté por delante todavía. A continuación echó el freno diciendo que «tampoco era una final».

En su análisis, consideró clave haber tenido «un puntito más defensa en el último cuarto. Hemos estado muy acertados entonces, excepto en esos sensacionales triples de Sergio Llorente, que todos sabemos de lo que es capaz». Y es que dos lejanas ‘bombas’ del hijo del mítico base internacional José Luis Llorente hicieron peligrar el éxito que ya se palpaba. Blanco lo tomó como una advertencia: «Parecía que teníamos controlado en los dos últimos minutos, pero se complicó. Va a haber muchos así. Este grupo nuestro es dificilísimo. Cada victoria va a costar sangre, sudor y lágrimas».

El resultado sin duda es un alivio después de una complicadísima pretemporada («estamos muy contentos») e incluso tras el varapalo que supuso la baja de última hora de Fran Cárdenas, cuya cicatriz en una rotura fibrilar en el cuádriceps es muy blanda. Hasta Luis Parejo, ahora en el Huesca, felicitó públicamente a su exequipo e ironizó con el hecho de que Adrián Usó haya heredado su papel de impulsor del selfi de la victoria en el vestuario.