Dice que a él le mueve el corazón. No es un mal órgano, ni poca cosa. Bueno, a menudo, cuando mira de reojo a su esposa, Maria Victoria, con ojos de maestra, de profesora, viva, lista, sagaz, piensa que también influye la cabeza. Cuando llevas diez minutos dialogando con él, ha utilizado ya la palabra "mente, inteligencia, cabeza" diez veces, a la hora de justificar todo lo que hace y decide y, sobre todo, en el momento de dar un consejo a un joven (si se lo pide) en el vestuario, en el campo, en el avión, en el comedor, en un aeropuerto.

Pero sí, tal y como le ha ido la vida, especialmente la futbolistica, se diría que este experto en jugar a fútbol, este arquitecto del balón, este archivo de fútbol, esta hemeroteca de asistencias y cerebro del balompie, se ha movido más a golpe de corazón que de cualquier otra cosa. Bueno, corazón y la familia, claro. La familia es intocable para él.

Tal vez por eso asume con entereza y sin darle importancia, pues sabe que siempre se lo dicen con enorme cariño y tacto, que, al menos, en un par de ocasiones en esta vida, sus seres más queridos, entre los que no solo hay familiares y amigos sino, sí, sí, muchos compañeros de vestuario, le hayan llamado "loco". Muy loco.

Decisiones acertadas

Loco consideraron a Salva Sevilla (Berja, Almeria, 18 de marzo de 1984), hace algunos años cuando abandonó el Espanyol y su larga trayectoria en Primera División para acudir a la llamada de rescate de un RCD Mallorca, que, entonces, deambulaba en Segunda División B. Loco le acaban de llamar cuando se ha sabido que ha rechazado una suculenta oferta, dicen que de dos millones de euros, por diez meses de trabajo en un equipo importante de China. Sí, sí, diez o doce veces más de lo que gana en el 'Mallorqueta'.

Pero Salva Sevilla, que es el piloto, el conductor, el ingeniero, el capataz de la sala de máquinas del Mallorca de Luis García Plaza, no se ha arrepentido de ninguna de las decisiones tomadas, para algunos alocadas. Y no solo eso, no, sino que ahora, a 20 días de cumplir los 37 años, es líder de Segunda con su equipo, aquel rojillo de Segunda B, un ejemplo a seguir (en todo) y, además, el pasado domingo marcó, frente al Almeria, uno de los goles más hermosos de esta temporada, dejando en el suelo con un quiebro a dos defensas y cruzado el balón con la pierna contraria a la escuadra opuesta.

Todas las decisiones que he tomado en mi vida me han salido del corazón, pues creo que es la única manera de no equivocarte. Aún y con todo, sí, te puedes equivocar, pero al menos que sea con todas las de la ley, comenta Salva Sevilla, en el parking del estadio Son Moix, de Palma, antes de bajarse de su Mini familiar (nada de lujos, por supuesto, el dinero se guarda para sus hijos: Vera, Hugo y Fabio).

No fue fácil dejar el Espanyol, ni, por supuesto, dejar la Primera División después de tanto tiempo, pero me sentía atraído por un proyecto que me necesitaba, quería sentirme importante, quería volver a ser valorado, quería volver a ser decisivo en el campo y, sobre todo, quería empezar de cero", sigue explicando Sevilla. "Venirme al Mallorca fue como volver a empezar, quería demostrarme a mí mismo que podía volver a ser futbolista y demostrar, como hice de joven, que valía para esto, señala Sevilla que, por encima de todo, le gustaría ser recordado como una buena persona más que como un futbolista estrella.

Rechazar los millones de China

Y, respecto a rechazar la oferta millonaria de China, la cosa aún está más clara. Dije que no por muy diversas razones, todas de peso y, sí, todas de corazón y cabeza. La primera razón es mi familia, que es lo más grande que tengo. Separarme de María Victoria, mi pareja de toda la vida, mi esposa, y de mis tres hijos, no se paga con dinero, ni que sea el doble o el triple, ni que sean diez meses de trabajo ni diez años. Después está el club, donde me siento valorado y tenemos un objetivo precioso por delante, que me hace muchísima ilusión. Devolver al Mallorca a Primera División, otro mundo, sería la hostia y perdón por la expresión. Y, por último, está la gente, la isla, que bendito el día que llegué aquí. Los mallorquines, gente que respeta enormemente mi trabajo y lo valora. Y la afición, claro, que jamás, jamás, nos ha abandonado, ni siquiera cuando descendimos el año pasado, nunca han tenido un reproche hacia nosotros, nunca. Y, lo siento, pero no todo es dinero en esta vida, por más que lo sea, que lo era, sí.

Sevilla está feliz en Mallorca, muy feliz. Aquí, desde el primer día que llegas, tienes la sensación de que no te vas a querer marchar nunca, de que no te irás a ningún sitio más. Es verdad que la gente es mucho más calmada, no es tan apasionada, futbolísticamente hablando, como en otros puntos de España, pero te respeta mucho, valora tu trabajo y siempre te ayuda a mejorar. Ojalá pueda renovar, ascender con el equipo, disfrutar, de nuevo, de Primera y, quien sabe, jubilarme aquí. Sería maravilloso, aunque espero que me queden aún varios años de fútbol.

El jefe del Mallorca, que trata de ser la extensión del entrenador sobre el césped sobre todo a la hora de que todo el mundo esté metido en el partido, no se despiste y hagamos las cosas como quiere el mister?, cree que, en otras temporadas, casi ya lo tendrían hecho, pues la ventaja con respecto al cuarto clasificado ya sería importante. Pero estamos en una Segunda donde hay cinco o seis equipos muy buenos, que estamos sumando muchos puntos y esto será largo.

Sabe y le da vueltas al hecho de que en Segunda hay tres campeones, pero él y sus compañeros quieren ascender siendo primeros. Hombre, cuando llevas tanto tiempo allí arriba, primero, segundo, primero, segundo, quieres acabar la temporada subiendo siendo el mejor, pero yo firmaría, ahora mismo, donde fuese para ascender como sea.

Hugo, el ojito derecho

A Salva Sevilla no le gusta mucho el fútbol como industria, como negocio, es más cree que el fútbol actual tiene algo de falso que no me gusta, como tampoco me gusta que algunos futbolistas, por mejores, ricos y famosos que sean, se crean más de lo que son. Nadie es más que nadie, ni menos. La juventud actual lo tiene todo demasiado fácil y yo, desde luego, que trato de ayudarles, de darles mi consejo si me lo piden, no pienso decirles lo que tienen que hacer, pero me encantarían que valorasen mucho más las cosas, todo lo que hemos conquistado con nuestro esfuerzo. Ahora, la juventud lo quiere todo y lo quiere ya!

A Sevilla le encanta la posición en la que juega, aunque, a veces, recuerda sus años mozos en los que jugaba de mediapunta avanzado, más ofensivo y, tal vez, se divertía más con menos responsabilidad. Donde estoy, desarrollando el juego que desarrolló, todo el mundo te busca, siempre tratan de darte la pelota y eso es un elogio, pero la responsabilidad es tremenda. Si das un mal pase o te la roban, el contragolpe que crea el rival puede ser mortal. Al defensa o al delantero, siempre le encara el adversario de frente, lo ven venir; a nosotros, cuando nos dan el balón, aparecen rivales por todos lados. O piensas medio segundo antes o estás muerto.

Le pregunto si Hugo, de 5 años, no ya Fabio, que solo tiene uno, le ha salido futbolista. Y de los buenos, se ríe. Se pasa todo el día con el balón y la toca de maravilla, de verdad, y no es porque sea mi hijo, pero jamás ha visto dibujos animados y solo le interesa el fútbol. Y se ríe. Es el jefe, claro.