78 - CÁCERES PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD: Jorge Sanz (7), Sylvester Berg (12), Jeff Xavier (24), Paco del Águila (11), Raven Barber (12) -cinco inicial- Adrián Usó (0), Ferrán Ventura (0), Aitor Etxeguren (3), Roeland Schaftenaar (9).

91 - LECHE RÍO BREOGÁN: Mo Soulade (9), Sergi Quintela (18), Adam Sollazo (16), Mindaugas Kacinas (8), Seydou Abobuacar (6) -cinco inicial- Mateo Díaz (2), Roope Ahonen (11), Erik Quintela (7), José Gutiérrez (2).

Marcador por cuartos: 18-31, 38-51 (descanso), 57-67 y 78-91 (final).

Árbitros: Morales, González y Lázaro. Sin eliminados.

Incidencias: Partido de la decimoctava jornada de la primera fase de la LEB Oro disputado en el pabellón Multiusos Ciudad de Cáceres ante unos 300 espectadores.

Digna e intrascendente derrota del Cáceres Patrimonio de la Humanidad en su cierre de la primera fase de la competición ante el Leche Río Breogán (78-91). Por mucho que se empeñase su entrenador, Roberto Blanco, en darle peso deportivo al partido, los extremeños no se jugaban prácticamente nada. Con lo que sí hay que quedarse es con el regreso del público al Multiusos. Ganas tenía una hinchada que solo había podido ver a su equipo en vivo una vez en la temporada, el lejano 30 de octubre ante el Ourense.

Lo que vieron los más irreductibles del basket local tiene más que ver con lo anímico que con lo práctico: un equipo que se entregó al máximo --si decidimos mirar hacia otro lado en lo que se refiere a la defensa del primer cuarto-- y que parece dispuesto a honrar los colores en los diez partidos que vienen ahora en la segunda fase. Conseguir la permanencia --bajan cuatro de nueve-- es el primer objetivo, pero por qué no luchar por el puesto que hay disponible en los ‘playoffs’ de ascenso.

Para ello hay que contar con todos a buen nivel. Ante el Breogán se vio que, si le falta alguna pieza --esta vez fueron Devin Schmidt y Fran Cárdenas-- le cuesta enormemente luchar. La rotación de jugadores que aporten de verdad es demasiado corta ya de por sí.

La primera canasta tras el reencuentro fue un festejadísimo mate de Sylvester Berg. Quizás fue la falta de costumbre de jugar ante tus propios aficionados, pero las sensaciones en los primeros diez minutos fueron desconcertantes. Cierto que el Breogán, que es probablemente el mejor equipo de la LEB Oro, estuvo muy inspirado desde lejos, pero buena parte de sus triples fueron sin demasiada oposición. Un 18-31 (min. 10) no fue el mejor mensaje.

Público en la grada del pabellón Multiusos. (SILVIA S.F.)

La situación se estabilizó a partir de entonces y el Cáceres se mostró más como el equipo que quiere la grada: peleón, esforzado y con al menos una moderada capacidad para hacer daño al rival. Enfrente los gallegos no permitieron alegrías y al descanso mantenían el partido bajo absoluto e idéntico control (38-51). Los mismos 13 puntos de desventaja con los que, curiosamente, se terminaría el choque.

Segunda parte

De hecho, dio la impresión de que cada vez que el Breogán decidía apretar el acelerador, su oponente no podía más que encogerse de hombros. En el tercer cuarto la diferencia empezó a rozar los 20, pero el coraje que siempre hay que suponerle a los verdinegros salió a tiempo para evitar un desenlace más desagradable. Especial mención en positivo para un hombre al que se necesita, Paco del Águila, que aportó, aparte de su clásica brega, acierto en los triples liberados.

Se conservaba la esperanza a falta de diez minutos (57-67), pero más a nivel formal que real. En cuanto detectó que el partido podía complicársele, el ‘Breo’ volvió a apretar y lo sentenció. Es brutal para esta competición la calidad que atesora su columna vertebral: ¿quién dice que al menos Mo Soulade, Adam Sollazo, Kevin Larsen y Sergi Quintana no podrían hacerlo bien en la Liga Endesa?

El ansia de baloncesto que desde el principio se detectó en la grada se expresó con más crudeza que nunca en la recta final: estaba claro que el Cáceres no iba a remontar, pero tocaba celebrar cada canasta, aplaudir que cada vez que un local se arrojaba al suelo a por un balón o daba un buen pase. Un cariño cercano e imprescindible --sobre todo este tipo de ligas-- que, como tantas cosas, nos ha robado durante un tiempo la pandemia. Habrá más y mejores días, con más en juego sobre el parquet. Que lleguen pronto.