Suena adolescente y tímida la voz de la miajadeña María Barquero Gutiérrez. Lógico. El 29 de enero pasado cumplió los 18 años esta futbolista del Femenino Cáceres que estudia el ciclo de grado medio Guía en el Medio Natural y de Tiempo Libre, conocido como Teco, en el instituto Al-Qázeres, «porque está relacionado con el deporte, que es lo que más me gusta».

«Se lo dediqué a mi compañera María Polvillo», dice Barquero sobre lo que ha sido un momento especial para ella: su primer gol en la Liga Reto Iberdrola. En el filial, es habitual realizadora (acumula 11 tantos ya), pero su gol al Alhama de Murcia ha sido especial porque, además, ha sido en su primera titularidad en en la segunda categoría del fútbol femenino nacional.

«Me llamó Ernesto (Sánchez)», cuenta la protagonista sobre cómo llegó a Cáceres hace tres años a estudiar a la Universidad Laboral y como apuesta de futuro del club extremeño que, a lo que se ve, está saliendo bien. «La había llevado a la selección extremeña», revela el propio técnico, que cree en ella ciegamente. «Ha destacado en las selecciones desde los 10 años y ha sido fija en todas las categorías. Es ambiciosa y trabajadora y tiene como sueño llegar a jugar lo más arriba posible, y si me hace caso lo conseguirá si sigue aprendiendo con nosotros», añade.

«Tiene buen desborde, presiona y no rehúye el choque», analiza el propio entrenador sobre la delantera, que puede ser extrema, tanto por la derecha como por la izquierda. La protagonista asegura estar satisfecha con la confianza que están depositando en ella gente como el propio Sánchez, «que es muy exigente, pero también muy bueno».

Fútbol de familia

En efecto, ella quiere triunfar. «Mi idea es ser futbolista profesional, claro», afirma y tiene como referencias en esa perspectiva tan ilusionante en clave extremeña a la cacereña Ana Franco (Sevilla) y a la poblanchina Carmen Menayo (Atlético de Madrid), aunque advierte que para ello, «como me dicen mis padres, lo primero es el estudio». Su familia es su principal apoyo, subraya, en especial sus padres, Antonio y Yolanda, y «por supuesto» sus abuelas, Antonia y Dolores. Sus progenitores la siguen en sus encuentros de cada fin de semana. También está pendiente su hermano, Juan, dos años mayor que ella, un lateral izquierdo que el pasado año subió a División de Honor de juveniles con La Cruz Villanovense, club en el que ella misma ha jugado desde benjamina hasta llegar a Cáceres.

Con sus padres, tras ganar la Copa de Extremadura.

En su equipo se fija en varias de sus compañeras para seguir aprendiendo, entre ellas la centrocampista batanera Puerto, «por los valores que representa» y su relación es muy buena con todas. Vive con la propia Puerto, la rondeña Mara y la metellinense María Jesús en su domicilio cacereño, donde dice, hace una vida normal, dedicada al deporte y al estudio, «y cada 15 días voy a mi pueblo» para no perder el contacto con los suyos.

Agradece todas las muestras de cariño y felicitaciones que ha recibido durante las últimas horas, también de sus amigas del equipo y desvela que la propia Puerto «confía mucho en mí y dice que este gol es fruto de mi trabajo»,

Su objetivo es seguir creciendo como jugadora. Sin embargo, sabe que solamente el día a día y su propia actitud le harán subir escalones. Esa voz tímida, dicen, se transforma cada fin de semana en descaro en el terreno de juego, donde espera ser una jugadora determinante. De momento, su primera presencia en un ‘11’ inicial no ha podido ser más fructífera.