Cuando el Mérida protagonizó la peor racha del campeonato, coleccionando dos empates y cuatro derrotas consecutivas, el descargo que se le hacía al equipo en los análisis era que nunca, excepto en la primera parte del Nuevo Vivero, fue inferior a su rival. Sin embargo, en esos seis encuentros, las sensaciones no se convirtieron en goles y las decisiones arbitrales tampoco fueron afortunadas. Las consecuencias fueron pasar de ser segundos y depender de sí mismos para subir a la Primera RFEF a tener que esperar a que el Badajoz ganara en Melilla para acabar entre los seis primeros y mantener esperanzas de ascenso.

Hace dos jornadas, la derrota del Villanovense frente al Atlético Baleares junto a la victoria emeritense frente al Navalcanero volvía a arrojar algo de luz en la parroquia romana, ya que el equipo se acercaba a cuatro puntos de los serones, que este fin de semana visitaban al líder, Rayo Majadahonda, y a la misma distancia de los baleares, a quienes se enfrentaban en esta jornada. Es decir, las cábalas pasaban por la derrota serona y la victoria emeritense para acometer las tres últimas jornadas a un punto de la segunda plaza. 

El contundente triunfo de los de Javier de los Mozos el sábado en el Cerro del Espino ponía al Mérida en la tesitura de tener que ganar obligatoriamente en el estadio Balear para seguir teniendo vida, aunque conocedor de que la distancia nunca iba a ser inferior a cuatro puntos más el average del equipo de Villanueva de la Serena.

Esta obligatoriedad no se palpó sobre el buen césped del feudo del Atlético Baleares. El tempranero y polémico penalti sufrido en contra a los nueve minutos supuso un mazazo al mal trecho ánimo de una plantilla que siempre ha tenido la lacra de las lesiones. Aunque los locales estaban siendo superiores en el partido, lo cierto es que no terminaban de generar ocasiones claras de peligro, de ahí que la esperanza para los emeritenses, que se encontraban sin ideas, era poder llegar al descanso con solo un gol de desventaja para resetearse de cara a la segunda parte. Sin embargo, en un balón cruzado y mal defendido hacia Vinicius Tanque, éste no falló y puso el segundo en un minuto de los llamados psicológicos al borde del descanso.

Reacción inútil

Con la salida de Mario Robles y, sobre todo, de David Rocha, el equipo tuvo mucho más criterio y consiguió ponerle emoción a través del penalti marcado por Dani García, e incluso tuvo opciones de conseguir el empate. En definitiva, ser inferior ante un rival de tal calidad durante 70 minutos suele llevar a la derrota. El Mérida jugó su peor partido en el peor momento, ya que era la última bala a la que aferrarse en el campeonato.

De cara a las tres jornadas que restan, las matemáticas dicen que todavía tiene opciones, ya que, a falta de nueve puntos por disputarse, el Rayo Majadahonda le saca ocho y tanto Atlético Baleares como Villanovense le aventajan en siete, pero la realidad es que al cuadro emeritense solo le resta la motivación de intentar dar una buena imagen ante su sufrida afición en los partidos que restan, principalmente, en el Romano José Fouto. El próximo, el domingo (18.00 horas) frente al Rayo Majadahonda.