«Vamos a ser campeones y vamos a subir, que no lo dude nadie». En plena crisis, después de haber perdido ante el Arroyo de Miguel Ángel Ávila (1-0), el extremo verde Carlos Alberto Carrasco Fernández, ‘Teto’, ejercía de pitoniso. Era el pasado 1 de diciembre. En esa misma entrevista en este diario, el Messi del Batán pronosticaba que el Cacereño iba a ganar varios partidos de manera consecutiva. Así fue: venció el equipo de Julio Cobos en Azuaga y después al Jerez y al Valverdeño. Y así sucesivamente: en la liga regular solamente cedió puntos desde entonces en su visita al Trujillo.

Acertó. Teto dio en la diana. El Cacereño consiguió el objetivo. «Defenderé este escudo hasta el último día, como todos mis compañeros. Somos un gran equipo y la gente lo terminará viendo». Cuando el 10 hablaba en estos términos, había una explicación: «lo que nos pasa es que no la estamos metiendo y no estamos teniendo suerte», decía Teto mientras defendía al técnico, Cobos. «Es el mejor, un tío que va de cara siempre, que no se casa con nadie», apostillaba.

Y es que Cobos estaba entonces cuestionado en una temporada especial para todos. En una campaña en la que el Cacereño estaba obligado a ascender, al menos en parte de la afición solamente han existido dudas reales en la derrota en esta fase ante el Moralo (1-0) y el empate frente al Coria (0-0), pero los números del decano han estado fuera de toda duda, con 60 puntos totales, con 19 victorias, 3 empates y 3 derrotas.

El covid-19, que ha golpeado al Cacereño en varias ocasiones en todo el año, como al resto de equipos, en mayor o menor medida, ha sido también protagonista en un equipo en el que ha terminado por imponerse el sentimiento. Linares queda cinco años atrás. Teto tenía razón.

En la isla canaria de La Palma, ante el Tenisca, se producía el penúltimo ascenso del CPC. Era junio de 2009. Desde entonces a este lunes, el último éxito verde, han pasado casi 12 años. En 2009. Teto acababa de cumplir la mayoría de edad. Y David Rocha, este lunes en Montijo y este jueves en el Príncipe Felipe como un aficionado más, era entonces héroe del ascenso. Y David Cuerva, uno de los que más sufrió en Linares y recién llegado desde Tailandia, también era feliz. Muy feliz.