Jordi Lardín será el director deportivo del Extremadura para su nuevo proyecto. Era un secreto a voces y, de hecho, la noticia ya fue adelantada hace un mes por este periódico, pero faltaba la confirmación. El club ha oficializado la renovación del barcelonés con un contrato ambicioso de tres temporadas, algo que dice de la confianza que el catalán ha generado en la directiva que preside Manuel Franganillo.

El deseo de Lardín era quedarse y así lo había expresado en reiteradas ocasiones a los medios de comunicación. También se lo había comentado en privado tanto a Franganillo como al técnico Manuel Mosquera, con el que ha tenido una buena conexión desde el inicio. De hecho, Manuel ha sido el que también ha aprobado su continuidad, ya que Lardín acepta que el equipo sea confeccionado fruto de un consenso entre directiva, dirección deportiva y entrenador, y no solo desde su figura, tal y como se había operado anteriormente en el Extremadura con antiguos directores deportivos.

La oficialidad se produjo este miércoles, pero Lardín ya viene trabajando en la confección de la nueva plantilla desde hace semanas. Trabaja a diario codo con codo con Manuel en la ciudad deportiva de Almendralejo y trazan las líneas del nuevo proyecto, que sigue a expensas de que el club resuelva los problemas extradeportivos relacionados con el impago de nóminas que sigue dejando denuncias de futbolistas en AFE.

La noticia anunciada este martes por el Extremadura ha caído con gran optimismo entre los aficionados azulgranas. No sólo porque el nombre de Lardín siente bien entre la grada, sino porque confirmarle en el puesto para tres temporadas da a entender que el proyecto toma forma y velocidad y que la resolución de los problemas está próxima. O al menos, eso se deduce de este movimiento.

El caso de Lardín en el Extremadura es cuanto menos curioso. Llegó de la mano de Ramón Robert y Zoran Vekic, presuntos inversores del club. Sin embargo, Franganillo fulminó a este grupo alegando que no habían traído el dinero prometido. Se fueron todos, menos Lardín, que se quedó. El presidente azulgrana fue entablando sintonía positiva con el barcelonés. Quizá, no es la figura que más experiencia tenga en la categoría, pero se valora su amplia cartera de contactos, su predisposición al trabajo, hambre por crecer en el mundo de la dirección deportiva y, especialmente, su franqueza para decir las cosas a la cara.

Lardín no solo quiere edificar un nuevo proyecto en el Extremadura, sino que entre sus pretensiones figura la creación de una dirección deportiva con red de ojeadores y constantes informes que estructuren una parcela que ha sido maldita para el club, especialmente en la era López Ramos, donde pasaron más de 75 jugadores en tres años, algo que el club ha pagado muy caro en materia de rescisiones de contratos y comisiones a agencias de representación. Esas deudas están siendo una losa constante para las arcas de la economía azulgrana.