En estos dos apasionados del deporte la ilusión y el trabajo convergen como inexcusables señas de identidad. Uno, Antonio Fuentes, irá antes a los Juegos Olímpicos de Tokio. El otro, Laureano Gil, unos días después, a los Paralímpicos. En el primer caso será el debut en una gran cita de JJOO. En el segundo, sumará la friolera de siete. En ambos casos no han nacido en Extremadura, pero se consideran --y se les considera, desde luego-- muy de la tierra, pues llevan camino de cuatro décadas aquí.

«Van a ser los primeros. En Río de Janeiro 2016, de los cuatro entrenadores que había para lanzamientos, se quedó fuera el extremeño por una decisión del Comité Técnico. Alguien me tendrá que explicar por qué ocurrió aquello y le daré las gracias», dice con ciertas dosis de ironía y dolor Fuentes, entrenador del lanzador de martillo montijano Javier Cienfuegos e impulsor decisivo de su laureada carrera, que en el camino de los triunfos de relieve se inició con un récord del mundo sub-20.

De todas formas, Fuentes no incide en una profunda herida que, pasado el tiempo, está cicatrizando, aunque evidentemente no del todo. «Este es el fruto de mucho trabajo, de muchos entrenamientos, de muchos viajes, de momentos buenos y malos para los chavales. Es una emoción grande. Lanzamos una semilla en su día en Montijo y ahora estamos recogiendo los frutos», agrega Fuentes.

«En Montijo somos muy agradecidos por la posibilidad de que yo pueda ir a Tokio. Estamos disfrutando con lo de Javi», dice, para añadir que se puede pensar en grande. «Está con una gran fuerza y nos puede hacer soñar. Podemos quedar los quintos, pero también los primeros. No nos tenemos que presionar demasiado, pero tenemos un gran trabajo hecho como para entender que allí no vamos a jugar, sino a enseñar los dientes», dice Fuentes, que pide que «Extremadura esté ahí, el día 2, para ver a Cienfuegos pelear por todo». 

Incluso una medalla, por qué no, afirma, antes de subrayar que si Ana Fuentes (su hija, con la que empezó a preparar a lanzadores) «no hubiera aceptado, nada de esto hubiera existido, por lo que hay que darle las gracias». 

«En Tokio serán los séptimos, ahí seguimos». Laureano Gil Dávila, entrenador de natación nacido en Las Palmas, aunque él mismo se considera placentino («llevo aquí 34 años», cuantifica), será uno de los dos técnicos de la comunidad, con el emeritense Julio Moreno, que estarán en los Juegos Paralímpicos de Tokio.

Laureano Gil, con Manuel Calvo, también extremeño y responsable de los paralímpicos del Consejo Superior de Deportes. Cedida

«Desde Atlanta 96 llevo yendo. Entonces sentía una gran emoción por lo difícil que era estar ahí. Ahora voy de jefe de equipo y estoy también muy ilusionado, claro», dice el protagonista, que no quiere arrogarse individualismo alguno, pero sí reivindicar el trabajo de la figura del entrenador, a veces olvidada. 

25 años

En Tokio cumplirá 25 años en el círculo paralímpico, cifra redonda y nada baladí, desde luego, aunque él le dé una importancia relativa y esté concentrado en que todo salga bien bajo su responsabilidad.

Laureano Gil se concentrará con la selección el día 5 de agosto para partir el 19 hacia la capital japonesa. Entre los siete extremeños estará la nadadora emeritense Isabel Yinghua Hernández. «Es como una hija. La he visto nadar desde que tenía ocho o nueve años, una niña prácticamente. Tiene una familia maravillosa», comenta sobre ella. Y le da sus opciones. «Vamos a ver si llega a la final y ahí tendrá opciones de conseguir una medalla», agrega. Él estará ahí, animándola, como hará Julio Moreno, histórico del Iuxtanam, con los piragüistas Juan Antonio Valle y Elena Ayuso.

A sus 59 años, Gil es actualmente el coordinador nacional y seleccionador absoluto de natación del Comité Técnico de la Federación Española de Deportes de Personas con Discapacidad Física. Estar en Tokio será, insiste, «un gran orgullo».

Antonio Fuentes será el primer entrenador de atletismo extremeño en llegar a una cita olímpica. La presencia de Laureano Gil Dávila en Tokio, no por repetida en cuanto a estadística de los Paralímpicos, no deja de ser una trastienda vital, imprescindible.