Tras miles de horas de entrenamientos y competiciones, compatilizadas con unos estudios de ingeniería por los que ha apostado paralelamente, la judoca Cristina Cabaña (Mérida, 6-5-1993) debuta esta madrugada en unos Juegos Olímpicos. Lo hará a las 4.00 hora peninsular española, 11.00 en el Nippon Budokan de Tokio, ante la filipina Kiyomi Atanebe. Los dieciseisavos de final de la categoría de -63 kilos suponen la puerta abierta a la ilusión de una deportista que, sin ser de lejos la más mediática de Extremadura, sí ha sabido hacerse un hueco entre los mejores a base de sacrificio.

Cabaña no quiere que su participación sea meramente anecdótica. El objetivo se ha cumplido solo parcialmente estando en la cita japonesa: ahora se ve con la suficiente fuerza como para competir incluso por subir al podio. España no lo logra en este deporte desde que Isabel Fernández se hizo con el oro en los Juegos de Sydney-2000.

Imposible no parece, aunque su posición en el ranking mundial no invite precisamente a pensar que está entre las favoritas: es la 37ª, cuatro puestos por encima de su primera oponente. Su temporada en los distintos torneos y en el Mundial la ha llevado bastante lejos en los cuadros, aunque no ha dado el salto suficiente como para colarse en semifinales. En Tokio confía en traspasar esa barrera. «No voy a ir a darme un paseo. Tienes que disfrutar, pero vas a competir. Estoy centradísima en entrenar porque creo que puedo estar en la lucha por las medallas. Tengo que seguir mejorando y sacando mi máximo rendimiento. Este año he ganado a las dos últimas subcampeonas de Europa y un montón de combates difíciles», comentó antes de volar. 

Irse a Brunete para entrenar con Quino Ruiz le ha dado un plus competitivo que no tenía, asegura

En este último año ha cambiado de metodología: dejó el Centro de Alto Rendimiento de Madrid y se marchó a la cercana Brunete, donde ha trabajado con Quino Ruiz, «el mejor entrenador del mundo», comenta. En su gimnasio descubrió otra perspectiva sobre su rendimiento.

Lejos quedan sus inicios en el judo dentro de las actividades extraescolares del Colegio Trajano de su ciudad natal y su incorporación al gimnasio Stabia, al que sigue permaneciendo, con Miguel Martínez como persona clave en todo el proceso.

Si supera a Atanebe todavía tendrá un largo camino por delante:octavos, cuartos, semifinales y final, sin incluir la posible repesca si cae en cuartos.