Lorenzo Díaz Chipi (Cáceres, 4-1-1986) es conocido en Extremadura por su dilatada carrera baloncestística. Ha pasado por muchos equipos de la comunidad (Plasencia, Doncel, Almendralejo, ABP Badajoz...) y llegó a estar a punto de debutar en su día con el Cáceres CB siendo muy joven. En la última temporada ha sido jugador del Sagrado Corazón Lithium Iberia (Liga EBA). Y además de las canastas, tiene otra pasión que ha convertido en negocio: acaba de abrir una peluquería canina en su ciudad. Profesionalmente en el mundo de las farmacéuticas, afirma que «desde hace años el basket está en un segundo plano» para él.

La temporada pasada resultó de gran provecho para el Sagrado, ya que siendo un recién ascendido acabó en tercera posición de su grupo D-B tras haberlo incluso liderado durante varias jornadas. Como dice Chipi, «era el primer año en esta categoría y la afrontamos con mucha ilusión y sin expectativas». Al Sagrado, añade, «compitiendo partido a partido la temporada nos fue bastante bien, los fichajes funcionaron y pudimos construir un gran grupo». 

Su papel fue el de veterano, casi siempre saliendo del banquillo (5,2 puntos y 4,1 rebotes en 14 minutos de media por choque). A pesar de las buenas sensaciones demostradas a lo largo del año, no pudieron rematar el trabajo hecho pues «cuando vinieron los partidos importantes tuvimos un poco de mala suerte». Las lesiones resultaron determinantes, entre ellas las del propio Díaz. «Realmente el final fue un sinsabor», lamenta.

Sobre la temporada que viene afirma que no conoce el proyecto, aunque el equipo ya ha formalizado la inscripción: «Realmente no he hablado con nadie. Supongo que tendré que hablar con el entrenador». Y es que Juan Pablo Márquez es uno de los principales causantes por las que Chipi volvió al baloncesto tras una época en la que consideró seriamente abandonarlo. «Me conoce perfectamente», resume. Había estado unos años trabajando en Madrid y jugando en el Colegio Estudio, también en Liga EBA, y decidió regresar a Extremadura. «Jugar en el Sagrado ha sido muy bonito, como volver a ser cadete o juvenil», señala.

Servicio novedoso

La aventura con la peluquería canina, situada en la zona de Cabezarrubia, surgió recientemente, codo con codo con su amiga Cristina Solís e inspirada por su perro Atila, al que ambos adoran. En realidad es ella la que lleva el peso y se ocupa de los cortes de pelo y el cuidado de los animales. «Yo la veía muy preparada, con un talento especial para esto, y aquello fue lo que nos hizo tirar para adelante», señala el baloncestista. Pretenden ofrecer un servicio novedoso en la ciudad, con un trato muy cuidadoso.

Los tiempos en los que se asomó al Cáceres CB a las órdenes de Alfred Julbe pasaron, pero Díaz sigue disfrutando del baloncesto. Su otra gran pasión, los perros, ya la puede desarrollar con mayor plenitud.