Horas de carretera llana, de charla en el pelotón, un grupo de ciclistas que disputa la Vuelta y que se siente feliz porque se ha apagado el horno que el jueves se encontraron encendido camino de Córdoba. Mucho tiempo para fijarse en el paisaje, entre Andalucía y Extremadura, una ruta de largas rectas, con la autovía muy lejos, donde sopla el viento de cara, un aire que retrasa al pelotón, en un día que todo el mundo sabe que terminará al esprint, aunque quien gana en Villanueva de la Serena, ante la mirada de su deportista más famoso, el baloncestista José Manuel Calderón, es un triunfador por sorpresa, el ciclista francés Florian Sénéchal.

A nadie se le ocurre una locura pues no hay una montaña de temeroso descenso, como el martes en Málaga. No está Primoz Roglic para jugarse el cuello, que ya se ha caído dos veces. Y tampoco hay mucho combate cuando el viento corta al pelotón, a 58 kilómetros de la meta . No es día para sacar de quicio a nadie. Tampoco va a ninguna parte, solo a buscar publicidad televisiva, la escapada nuestra de cada día con Luis Ángel Maté, Álvaro Cuadros y Diego Rubio.

ESPERANDO UN TRIUNFO ESPAÑOL / Van 13 etapas y todavía no ha habido una victoria española, como no la hubo tampoco en el Tour ni en el Giro, aunque aquí, a diferencia de las otras dos grandes rondas de tres semanas, sí que hay un corredor español, un mallorquín, Enric Mas peleando por la victoria y dando un plus de aliciente al combate por la general.

Mas levanta la cabeza en el pelotón y trata de adivinar en el horizonte la imagen de una montaña extremeña. Ya le han hablado del Pico Villuercas, en las alturas de Guadalupe, un pueblo adquirió más notoriedad en los años 50 porque allí se rodó El pequeño ruiseñor con Joselito. «Le hemos explicado cómo es la montaña y el tramo de hormigón que hay en su aproximación», cuenta Pablo Lastras, uno de los directores del Movistar. No hay sorpresas inesperadas. Todo está apuntado en el libro de ruta. Y, aunque Roglic se haga el despistado con eso de que este año no ha podido ensayar en el recorrido, el Jumbo tiene ojeadores, que van por delante y que cuentan lo que ven, los peligros que acechan, aunque el martes se les escapase el detalle de contar lo resbaladizo que estaba el pavimiento en el descenso del puerto malagueño de Almáchar donde el ciclista esloveno se cayó.

MÁS ALLÁ DE LOS PIRINEOS / La Vuelta lleva unos años tratando de demostrar que hay vida escaladora más allá de los Pirineos, de Sierra Nevada y de los Lagos de Covadonga. Que si se busca se encuentra una montaña en cualquier punto de España que pueda servir para que los corredores vibren una lucha sobre sus bicis. 

Y Extremadura, tantas veces olvidada por la ronda española y por tantas otras cosas, no es la excepción. Si hoy quieren, si hoy pueden, en los 16 kilómetros del Pico Villuercas hay territorio para un ataque, para una ofensiva o para una defensa en toda regla. 

Enric Mas, aunque falle, dolerá pero no importará, lo tiene que probar porque las oportunidades se acaban y porque más vale caer como un luchador que llegar a Santiago de Compostela, donde este año acaba la carrera, a rueda del jersey rojo, pegado a su rueda.

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Y todos estos pensamientos, cómo afrontar un día clave en la Vuelta, afloran mientras se rueda en pelotón, se habla con compañeros y rivales, se escucha el ruido de las ruedas y los frenos, que ahora que casi todos son de disco, resuenan más que antes.

Por fin se ven las casas de Villanueva de la Serena, donde retirado Jasper Philipsen, solo parece haber un candidato a la victoria: Fabio Jakobsen. Pero el neerlandés pincha cuando se prepara el esprint, así que a su compañero Sénéchal, a su amigo, el que estuvo siempre a su lado cuando casi se mata en Polonia, le dan la orden de que lo reemplace en el esprint. Y tan bien lo hace que hasta gana. La culminación de un día tranquilo en el regreso de la ronda por una Extremadura que la disfruta al máximo.