Bienvenidos a Extremadura. Bienvenidos al paraíso. «Joder, lo que tenéis aquí escondido». Las palabras son de Eusebio Unzúe, director gerente del Movistar Team. No es un cualquiera, ojo. Casi 50 años dirigiendo equipos en carretera. Sabe de lo que habla. Esas rampas envueltas de una naturaleza superior y un desnivel de vértigo en pleno corazón de Extremadura. Y una sangre, la de la afición extremeña, venida de todos los puntos de la región para calentar a un pelotón y a una caravana que quedó alucinada con el empuje de los aficionados. Sin incidentes. Con un ejemplar comportamiento. Puro ciclismo. 

Don Benito también vibró con la salida neutralizada. Histórica. Pero la emoción quedó para la fantasiosa subida al Pico Villuercas, que si bien no rompió la general como se esperaba, si lo hizo para hacer vibrar a la Vuelta y hacerla ver que Extremadura quiere más. 

Corte de cinta en la salida neutralizada de Don Benito.

Desde bien temprano, Guadalupe, Cañamero, Alía... y todos los pueblos de alrededor de Las Villuercas fueron llenándose de apasionados al ciclismo. La mayoría de ellos, maillot al cuerpo y bicicleta al coche para probar primero y disfrutar después. Historias, cientos. Varias dignas de contar.

Por ejemplo, los valientes de Piornal, que decidieron con la asociación ciclista de Piornal subir los 16 kilómetros de Las Villuercas con la mítica máscara de Jarramplas. «La hemos enganchado a una mochila y para arriba. Esta gente quería subirla», decía Josué, cabeza de filas.

También disfrutaba la asociación ‘Olé y Olé’, de Badajoz. «Esto es increíble lo que hay aquí. La gente de la Vuelta lo va a flipar», decía Maxi. 

Aficionados de Navalmoral de la Mata, Don Benito, Almendralejo, Mérida, Badajoz, Cáceres, Plasencia, de decenas de pueblos de Extremadura y, por supuesto, muchos de Portugal, Castilla-León, Andalucía y desde Sudamérica.

Las Villuercas dejaba una particularidad. Y es que por la misma carretera podían verse dos pasadas: el alto del Collado de Ballesteros y el Pico de las Villuercas. Doble disfrute. 

Curva a dos kilómetros de meta repleta de aficionados.

Que se lo digan a Pablo Gómez, el único aficionado extremeño al ciclismo que pudo ver la llegada casi en la meta sin acreditaciones. «A veces, es mejor hacerse el tonto que ser un listo», decía. Subió como si fuera de la organización y se apostró en un lateral para seguir la prueba. Un fanático del ciclismo. Conocía a todos los corredores y los fue animando uno por uno. Salió en la televisión, «varias veces me dicen». De Navalmoral de la Mata. Un genio. 

También asombrados quedaron los organizadores de la prueba al ver el entorno natural de Las Villuercas «y pedazo de afición tiene Extremadura. Debería venir más la Vuelta aquí», decía el experto comentarista de la cadena COPE en ciclismo, Heri Frade, encantado con la región.

Aficionados del Cacereño en la rampa del Pico Villuercas.

En tiempo récord se encintó y valló con publicidades y seguridad los 16 kilómetros de subida. Más de 250 personas trabajan en la caravana de la Vuelta de manera diaria para ello.

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