El pasado jueves a mediodía, mientras apuraba caña gélida y pincho sabroso en un sitio que frecuenta, El Tinglao de Alba, Roberto Blanco sonreía enigmáticamente cuando se le señalaba que, en fin, la auténtica liga del Cáceres Patrimonio de la Humanidad no empezaba hasta la tercera jornada, con el partido ante el Levitec Huesca. Los dos primeros enfrentamientos ante el Leyma Coruña y el Acunsa GBC, dos rivales muy superiores como mínimo en presupuesto, los daba el aficionado medio casi por perdidos. Y no hubiese pasado nada por ello, pero…

El equipo de Blanco ha ganado los dos, convirtiéndose automáticamente en la gran sensación del inicio de temporada en la LEB Oro 2021-22. Sí, se le puede poner el doble asterisco de que es muy pronto todavía y de que el Huesca, pese a las dos derrotas que ha acumulado hasta ahora, puede ponerte perfectamente en tu sitio el domingo en el Multiusos (12.30 horas). Y sin embargo hay un optimismo desbordado, provocado por un equipo que no ha hecho más que lanzar mensajes positivos en este inicio tan soñado.

Las sonrisa del entrenador a apenas 24 horas de empezar la liga regular tenía sus motivos, aunque los aireaba a cuentagotas, poco dado como es a triunfalismos. «Cuidado, eh», advertía entre dientes a sus interlocutores cuando le decían que ganar solamente uno de los dos partidos sería una auténtica hazaña. Y es que le estaba gustando mucho lo que veía en el día a día, tanto en los entrenamientos como en la trastienda: el compromiso de los jugadores, lo bien que estaban cogiendo sus ideas, cómo estaban encajando unos con otros y lo a gusto que él mismo se sentía con sus dos nuevos hombres de confianza: su ayudante, Iago Castro, y el director general deportivo, Eduardo Pascual.

Remontar ante el Coruña y sorprender al GBC han encumbrado los verdinegros como la gran sorpresa

Con ambos ha construido codo con codo una plantilla modesta en lo económico, pero grande en ambición y fortaleza, que ha pasado duras pruebas durante los 80 minutos que se llevan disputados hasta ahora: desde remontar 17 puntos ante el Leyma Coruña a superar el golpe de ver cómo 16 de ventaja frente al Acunsa GBC se esfumaban y tener que resolver de nuevo un final apretado.

Como dicen los chicos de hoy, todo le está cundiendo por ahora a Blanco, cuya imagen ante la hinchada ha ido creciendo en estos años que lleva al frente del equipo, del que se hizo cargo en enero de 2018 para sacarlo del atolladero de un posible descenso a LEB Plata. Había nacido el ‘robertismo’, una etiqueta que han adoptado con cariño muchos seguidores del Cáceres que aprecian sobre todo su espíritu guerrero mezclado con naturalidad que transmite a todos quienes le rodean.

Aquella salvación en la pista del Canoe, semanas después de estar a punto de ser destituido porque al principio le costó hacerse con las riendas, supuso un antes y un después para él. Era un novato como primer entrenador en la élite, pero de un larguísimo recorrido como ayudante y técnico en categorías inferiores. Muy lejos queda la época en la que, tras su traslado a Cáceres desde su adorada Plasencia natal, vivía con poco menos que lo justo mientras entrenaba a varios equipos de la cantera del San Antonio... por cuyo pabellón se sigue pasando siempre que puede.

Nombres propios

Aunque con poco dinero –parece increíble recordar que la plantilla de hace una década tenía varios jugadores que ganaban alrededor de 100.000 euros anuales--, entre Blanco, Castro y Pascual han terminado configurando un escuadrón ‘bajito’, pero que mezcla talento, atleticismo e implicación, a lo que hay que añadir el punto de locura que aporta Devin Schmidt. Decisiva renovación la suya, pero también la de Jorge Sanz, la voz más escuchada en el vestuario y que se ha sacudido con mano firme y entrega defensiva su halo de jugador a la baja.

El partido ante el Levitec Huesca del domingo (12.30 horas) se aguarda con expectación creciente

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Otra lección de creciente madurez la está dando Carlos Toledo, un chico bien distinto al que no terminó de cuajar con la misma camiseta hace algunas temporadas. Mateo Díaz y sobre todo Romaric Belemene están dejando la impronta de que pueden jugar en un futuro en la Liga Endesa, una competición cuyo poso se deja ver en el ‘gladiador’ Julen Olaizola. Ni él ni el explosivo Ben Mbala tienen los centímetros ‘normativos’ para jugar como ‘cincos’, pero pelean como nadie. Manu Rodríguez y Jaume Lobo todavía tienen que superar sus contratiempos físicos para rendir como se espera. La guinda de todo ha sido la rapidísima adaptación de Duje Dukan, no solo por lo que aporta (tiro exterior, oficio y más brega de la que podía esperarse), sino porque ha llenado el hueco de un elemento que amenazaba a ser distorsionador como Nik Slavica.

¿Hubiese firmado Blanco aquella mediodía un 1-1 después de dos partidos? Da absolutamente igual. El 2-0, su 2-0, está siendo la noticia más ilusionante que ha protagonizado el baloncesto verdinegro en los últimos tiempos.