El largo camino de regreso a casa está a punto de culminar. El exilio futbolístico y técnico de Xavi Hernández concluirá seis años después para volver a los orígenes. Al Barça. Se marchó siendo todavía jugador para soltar los últimos coletazos en el Al Sadd y reaparecerá en Barcelona como entrenador hecho y derecho, con siete títulos en la mochila, por más que se le achaque falta de experiencia para sentarse en el electrizante banquillo del Camp Nou. Como si los 21 años en el Barça y los 6 en Qatar no le hubieran reportado suficientes conocimientos. 

Empezó a despedirse Xavi de conocidos y allegados y de sus pupilos, naturalmente, que no pudieron brindarle la novena victoria en nueve jornadas. La "emotiva charla" del vestuario no fructificó más que en un empate (3-3) que mantiene la distancia sobre su más inmediato perseguidor, el Al Duhail, justo antes del parón de un mes y medio por compromisos de la selección catarí.

Vaivén de emociones

El duelo fue también un vaivén de emociones. El Al Sadd se adelantó en el minuto tres, luego encajó dos tantos en sendos córneres, remontó con dos goles en un minuto y Olunga, un keniata que pasó por el Girona, acabó aguando la fiesta de despedida en el epílogo del choque.

Se marcha Xavi de Qatar para socorrer al Barça, que ha acudido a él por tercera vez. La primera con Joan Laporta. Y será la vencida. No tanto por el momento (le dijo no a Josep Maria Bartomeu en enero de 2020 para sustituir a Ernesto Valverde) ni por el presidente (Laporta rechazaba su contratación hasta hace pocas semanas), sino por el Barça. Anda el equipo deslizándose por una pendiente declinante, dejándose jirones de prestigio y de estilo semana a semana, y Xavi se siente capacitado "y muy ilusionado" para devolver el lustre al equipo de su corazón. "Pero no soy un mesías", advirtió para contener el entusiasmo que desata su inminente vuelta.

Presencia culé en el palco

Fueron a buscarle Rafa Yuste y Mateu Alemany, vicepresidente y director de fútbol, respectivamente del Barça, en un viaje necesario por protocolario y no por la negociación en sí. Mohammed bin Hamad al Thani, el presidente del Al Sadd y hermano del emir de Qatar, quería recibir la visita de los emisarios barcelonistas para negociar el traspaso, virtualmente acordado entre el Barça y su nuevo entrenador. Xavi instó a ambos clubs a cerrar el acuerdo "lo más pronto posible" para firmar por lo que queda de temporada y dos más, hasta 2024.

No quiso viajar el presidente del Barça para encabezar la delegación (estaban el agente Arturo Canales y Fernando Solanas, el representante de Xavi ayer en el palco charlando con Yuste y Alemany) pese a que su homólogo catarí esperaba sellar la operación al más alto nivel. Bin Hamad no tenía previsto recibir a los representantes azulgranas si no estaba un igual entre ellos; es decir, Laporta.

El CEO del Al Sadd, Turki Al-Ali, emitió durante el partido un tuit tratando de transmitir una posición de fuerza: la negativa a desprenderse de su entrenador. Tras dar la bienvenida a la delegación azulgrana en Twitter, añadía un segundo mensaje: "La posición del club es clara desde el principio: estamos comprometidos a mantener a nuestro entrenador Xavi con nosotros y no podemos permitir que se vaya en este momento delicado de la temporada".

Salida pactada 

Yuste y Alemany no se impresionaron. Tenían el compromiso de Xavi, que por su parte ya había intercedido con el jeque para que le dejara marchar al Barça. La salida del regreso al Camp Nou estaba especificada en el contrato de renovación que firmó el pasado 13 de mayo hasta 2023. Algunas fuentes cifraban la cláusula en 5 millones de euros. La visita del Barça pretendía eliminar o reducir el precio –el mismo curiosamente, que se pagó por Koeman a la selección neerlandesa– o canjearlo con un partido amistoso.

Las reuniones de Doha van encaminadas a cerrar todos los detalles de la estancia de Xavi y los componentes de su cuerpo técnico en el Barça. Su hermano Òscar Hernández y Sergio Alegre son los ayudantes de campo que le acompañan en el banquillo. Sergio García, David Prats y Toni Lobo trabajan como analistas.