79 - Cáceres Patrimonio de la Humanidad: Jorge Sanz (0), Devin Schmidt (15), Romaric Belemene (9), Carlos Toledo (4), Ben Mbala (18) -cinco inicial- Mateo Díaz (12), Jaume Lobo (14), Duje Dukan (5), Julen Olaizola (2).

88 - ICG Força Lleida: Thomas Schreiner (2), Mark Hughes (3), Matej Kavas (9), Michael Carrera (15), Massine Fall (10) -cinco inicial- Miguel González (13), Ignacio Rosa (17), Albert Lafuente (5), Albert Lafuente (5), Ibou Badji (2), David Cuéllar (0). 

Marcador por cuartos: 17-23, 39-47 (descanso), 55-64 y 79-88 (final).

Árbitros: García León, Caamaño y Benavente. Eliminado: Díaz (min. 36),

Incidencias: Séptima jornada de la LEB Oro. 800 espectadores en el Multiusos.

Mala noche del Cáceres Patrimonio de la Humanidad, que perdió ante el Força Lleida uno de esos partidos que suele históricamente ganar cuando el oponente es similar en potencial y la cita es en el Multiusos. Esta vez no pudo ser (79-88), lo que, extremando la lectura positiva, puede ser un buen toque de atención para un equipo que, francamente, no puede permitirse el lujo de endiosarse ni lo más mínimo.

Fue claramente inferior el conjunto de Roberto Blanco, demasiado corto de efectivos y con algunas de sus piezas por debajo del mínimo exigible. Especialmente grotesco la insistencia en fallar desde la línea de tres puntos (7 de 33), con el otras veces Devin Schmidt especialmente cegado (0/8). Ya lo compensará. 

Al menos hubo lucha hasta el final, adecentando un marcador que corrió el peligro de ser escandaloso en contra por momentos. Quizás haya que acordarse de este ‘average’ a la larga.

Massine Fall lucha bajo aros con Romaric Belemene, durante el Cáceres-Lleida de este miércoles. SILVIA S.F.

La noche ya empezó oscura. Firmó el Cáceres un primer cuarto para el más absoluto de los olvidos. Ninguna de las señas de identidad que se supone que tiene este equipo se mostraron. La defensa fue francamente frágil, quizás con demasiada obsesión por no acumular faltas personales demasiado pronto, como sucedió en Oviedo. Y en ataque, mucho descontrol y cada uno queriendo hacer la guerra por su cuenta, algo que no se puede ni se debe permitir.

El Lleida, sin hacer nada del otro jueves, simplemente aprovechando las fáciles ventajas que conseguía, fue acumulando una pequeña diferencia que apuntó a preocupante (12-23, min. 9). Enfrente, las obligadas rotaciones no funcionaban en absoluto.

Especialmente llamativo resultó que un jugador de escaso poder ofensivo como Massine Fall hiciese tantísimo daño, con 8 puntos en ese primer cuarto, que terminó con un 17-26 preocupante.

El baloncesto es tan raro que Mateo Díaz, que se había hartado a tomar malas decisiones hasta entonces, fuese el protagonista de la reacción en el inicio del segundo cuarto. Dos triples suyos sumados a un ‘2+1’ del siempre eléctrico Jaume Lobo establecieron el empate cuando apenas habían transcurrido dos minutos (26-26). Cuando hay una herida, lo importante es no perder mucha sangre al principio.

Lo malo es que los errores volvieron (33-40, min. 18), por si alguien se había atrevido a guardar los remos. Y faltando 17 segundos para llegar al descanso se produjo una jugada complicada y que se resolvió de un modo desfavorable para los verdinegros: un incidente entre Ben Mbala y Michael Carrera bien le pudo haber costado la descalificación a este último, que golpeó a su rival cuando el balón ya no estaba en juego, pero no fue así. En el intermedio, 39-47 y la sensación indiscutible de que estaba siendo la peor versión de la temporada del Robertismo.

La segunda parte

La defensa por fin mejoró en los primeros minutos del tercer cuarto (49-52, min. 26), aunque el ataque seguía sin estar fino, demasiado dependiente de la inspiración de los jugadores. La precipitación que mató al Cáceres en Pumarín cuando estaba a punto de echarle el gancho a su rival reapareció por momentos. Y es que Lleida volvió a estirarse y eso empezó a tener consecuencias devastadoras (51-64, min. 29). El estado de pánico estaba a punto de declararse se palió un poco para encarar el último cuarto (55-64).

Nueve puntos de desventaja son difíciles de remontar, pero no imposible. El Cáceres se metió demasiado pronto en bonus (a 8:38) y eso ya lo hizo muy cuesta arriba: 54-69 (min. 32).

Roberto Blanco, entrenador del Cáceres. SILVIA S.F.

El peor momento todavía estaba por llegar (58-78, min. 34), más todavía con la posible torcedura de tobillo deJorge Sanz que le convierte automáticamente en duda para el cercano partido del domingo en Melilla.

El tópico de «maquillar el marcador» es lo que se desarrolló a la perfección, con todos los matices malos y buenos posibles. Si te has visto en esa situación es que hasta entonces no has sabido o no has podido hacer tu trabajo. Y también sucede que no es lo mismo perder por 10 que por 30, por puro orgullo por la camiseta. Hubiese sido una heroicidad insuperable culminar la remontada, que se quedó en ocho puntos de diferencia y posesión (71-79) cuando restaban apenas tres minutos. El público supo premiarlo con aplausos al final.

En fin, queda el sabor amargo de que este partido sí entraba en los cálculos ganarlo, pero 4-3 tras siete jornadas disputadas sigue siendo un balance aceptable para un proyecto que, nadie lo olvide, sigue siendo muy modesto.