Aunque tendría menos posibilidades de ganar porque la competencia sería mayor, a Delia Dionisio (Cáceres, 13-10-2007) le gustaría intentar ganar a chicos porque asegura que aprendería más. Sin embargo, por ahora compite contra otras jóvenes pilotos y sigue disfrutando sobre los circuitos como campeona extremeña de su categoría. ¿Será algún día la Laia Sanz (veinte veces campeona del mundo entre trial y enduro) de Extremadura? No se pone esa presión, buscando más bien disfrutar de la moto y todo lo que la rodea.

Su historia con la velocidad y la tierra no tiene tampoco mucha antigüedad. Junto a su hermano, Jorge, de 9 años, empezó de cero en las motos en abril del 2019. «Nunca habían montado en una motoC, cuenta Javier, el padre, que es aficionado a ese mundo y sigue practicando enduro. La primera carrera de Delia fue en Medina del Campo, pero la moto de 65cc le quedaba demasiado pequeña y enseguida tuvo que pasar a una de 85cc. 

Volando el circuito de Las Arenas. CEDIDA

Se requiere mucha exigencia física, mucho entrenamiento. Pero ganar no es lo más importante para ella. «En el motocross haces muchos amigos. Es un deporte muy bonito para disfrutarlo con toda la familia«, sostiene. Y es que muchos fines de semana los Dionisio cogen la autocaravana y se desplazan donde compitan Delia y Jorge y conviven en escasos metros, pero con bastante comodidad, compartiendo todo. «Yo les tengo dicho que no vamos a vivir del motocross. En esto hay que tener los pies en el suelo porque es un deporte muy caro. Hay que tomárselo despacio y dentro de tus posibilidades. Como vayas más deprisa de lo que puedes, te arruinas. A nivel profesional es muy difícil llegar. Cuando esto sea una obligación, lo cortaremos», sentencia Javier. 

El temor a las caídas

 Él y la madre, Ana Rosa Montero, tienen miedo. Lo reconocen abiertamente. «Lo paso mal. Delia hace saltos muy grandes, de 30 metros, y una caída puede suponer una lesión grave. Con motos pequeñas los tienes más controlados», reconoce. Forman parte de la incipiente cantera extremeña, con niños-pilotos que ya han competido en el Mundial como Joselu Moreno y Alonso Parejo. «¡No es lo mismo tener un hijo piloto que dos! Cuando uno termina la carrera, el otro está a punto de salir», cuenta la madre.

Con sus dos motos de 85cc.

Delia es técnica y Jorge tiene fama de ser más explosivo. Compatibilizan las motos con el ciclismo de montaña, que también les viene bien. «Suele llamar mucho la atención que sea niña», reconoce ella, que entrena una o dos veces por semana en el circuito de Las Arenas. Estudia 2º de la ESO en el CEI cacereño, mientras que Jorge aún anda en 4º de Primaria en el Castra Caecilia. Las notas de ambos son muy buenas porque saben, básicamente, que si no es así las motos se quedarán guardadas en el garaje.

Por lo demás, es una chica absolutamente normal. «Me gusta jugar con los amigos», afirma. Con su edad, reconoce sin reparo que no ha salido de fiesta nunca. Le gustaría ser veterinaria porque le encantan los animales. Y sentir el poder que da volar en una moto, claro.

Jorge Dionisio (9 años).