En las guerras sólo hay víctimas y pocos ganadores. Y en la del Extremadura UD, propiciada por una lamentable gestión social, económica y deportiva de su directiva, todo es sangre en los últimos tiempos. Manuel Mosquera, que pedía salir con la bandera de la competitividad y la dignidad en el partido de Copa ante el Zamora, acaba de levantar la bandera blanca de la rendición ante una situación que él mismo ha considerado “penosa”. Abatido, desolado, hundido ante los medios confesó que “ahora mismo soy un mero espectador en cada uno de los partidos y simplemente salimos a dar la cara. Yo creo que ni el cuerpo técnico se merece esto. Aquí hay alguien que tiene que tomar cartas en el asunto. Las cosas no suceden por que sí. Nada es casualidad”, apuntó el gallego.

Todo pasa por algo. Y en el Extremadura está claro que todo pasa porque el presidente del club no ha sido capaz de culminar ninguna de las operaciones que ha tenido para inyectar músculo económico a la sociedad deportiva. Y sin dinero, no hay fiesta. Los jugadores tienen la mente depositada en el 1 de enero de 2022, con acuerdos apalabrados con clubes en algunos casos. Han pasado dos semanas del famoso acuerdo entre presidente y jugadores para darse un tiempo más y que llegaran las soluciones. De las palabras de Manuel se deduce un SOS al administrador concursal o a la jueza del juzgado número 1 de lo mercantil de Badajoz, que sigue teniendo en la mesa un convenio de pago a acreedores que carece de respaldo económico.

Manuel fue más allá. “Esto ya es una evidencia. Venimos a los partidos en cuerpo, pero no jugamos a fútbol. Nada de lo que está ocurriendo es real. Estamos hablando de cosas surrealistas basadas en irrealidades. Esto es muy difícil”, dijo de forma desesperada.

El entrenador gallego no pudo hablar de nada del partido “porque como profesional yo no puedo valorar esto como un partido de fútbol. No lo ha sido. Esto se ve. Hemos sido una caricatura y como ya pasa más veces que menos, pues se ha convertido en algo normal”.

Afición

La afición del Extremadura UD ya ha perdido toda la confianza en los actuales gestores del club. En el presidente, que sólo ha dado patadas a la pelota hacia adelante. La ridícula entrada en el Francisco de la Hera con apenas 350 espectadores en Copa es un aguijón a su gestión, criticada por todos los sectores de la sociedad local y convirtiéndose ya en un esperpento nacional. El Extremadura comienza a dar pena, fuera y dentro de la región. Está ensuciando el nombre de Almendralejo. No venderlo en su momento fue su final. Ahora ya parece tarde.