Puede parecer sorprendente, pero el primer plan que maneja el Extremadura UD para tratar de salvar una situación tan adversa como es la propia liquidación de la sociedad anónima deportiva es encontrar un préstamo inicial superior a millón y medio de euros que pueda pagar el crédito masa que debe del proceso concursal (dinero desde febrero de este año hasta hoy) y que sirva para convencer a la jueza de lo mercantil número 1 de Badajoz que el club sigue confiando en la inyección de capital firmada y pactada con el supuesto grupo inversor, el grupo Khalifa, que todavía no ha dado la cara a nivel público en Almendralejo.

Hay otras alternativas, más remotas, pero la prioritaria para salvar una situación muy compleja es la descrita. Todo apunta a que esta semana la jueza de lo mercantil número 1 de Badajoz decretará un auto para abrir proceso de liquidación en el Extremadura. Es un proceso aún largo. En fase de alegaciones, el club quiere cerrar una de las dos operaciones que mantiene abierta con prestamistas para lograr una cantidad importante de dinero que luego cubriría la inyección de Khalifa.

Pero, ¿por qué el Extremadura UD sigue confiando en el grupo Khalifa a estas alturas de la película? El presidente sigue manteniendo en Madrid reuniones asiduas con integrantes de Khalifa. Y con su CEO, José María Núñez, con el que siempre ha evidenciado una buena sintonía. Este periódico sabe que hay otros empresarios de sectores distintos al fútbol que también están esperando al grupo Khalifa para poner en marcha sus proyectos. Sectores no conectados con el deportivo que, sin embargo, tienen una situación parecida a la del Extremadura UD. La gran diferencia es que esos sectores, tal vez, pueden esperar un tiempo más ese dinero. El Extremadura, no. Tiene una espada de Damocles sobre la cabeza llamada justicia y la jueza tiene que resolver procesos atendiendo a los plazos. Puede demorar ligeramente algo, pero no demasiado. Y todo eso con media competición mirando de reojo que hace el Extremadura UD.

A esos plazos se le suma la incertidumbre de una plantilla y un cuerpo técnico que este lunes, a partir de las 16.30 horas, vuelve al campo de entrenamiento sin tener soluciones a los impagos. Muchos ya tienen decidido no jugar más. A partir del 1 de enero quedan libres y se van a acoger a la cláusula pactada con el presidente para cambiar de aires. El 8 de enero, el Extremadura juega en Irún. ¿Con qué equipo? Es de esperar que ante de ese día, el Extremadura ya sepa si fructifica una operación o no con un prestamista. Y, de conseguirla, si la jueza admite esas alegaciones. Nada ese seguro, pero en el Extremadura UD confían en que, si finalmente entra el dinero en cuenta, la jueza lo acepte y se gane plazo.

¿Para qué ganar plazo? Pues con ese dinero no sólo se pondría en orden el crédito contra la masa en el concurso, sino que se podría acabar la temporada. Serían meses importantes para que finalmente la inyección de Khalifa llegara. Y de no hacerlo, meses para seguir negociando con tiempo con nuevos inversores, ya que ahora sería imposible que un inversor se lanzara a una piscina que no sabe si tendrá agua en enero.

El técnico del Extremadura, Manuel Mosquera, sigue siendo optimista: “yo sigo confiando en que fructificara una de las operaciones que negocia el club. Y creo que si llega el dinero habrá jugadores que no se quieran ir. Confío y deseo que pase eso”. Lo que sí tiene claro Manuel es que él no abandonará el barco: “esto no es perder un partido. Es perder un club para una ciudad. El Extremadura es esencia de este pueblo. Si al final no sale bien, a mí nadie me podrá reprochar que no estuve aquí hasta el último segundo. Lo haría en Almendralejo y en cualquier otro club”.