1. Nefasta gestión: El Extremadura UD no ha sido capaz de gestionar su ascenso al fútbol profesional y ha terminado derrochando más de 18 millones de euros ingresados dentro de LaLiga.
2. Plantillas abultadas: Con la llegada del Grupo Oliver al club, el Extremadura UD engordó sus plantillas. En Segunda División pasaron cerca de 70 jugadores profesionales con rescisiones de contratos ruinosas.
3. Lucha de egos: La guerra de poder evidenciada por Manuel Franganillo y Luis Oliver Sierra durante la segunda temporada en Segunda, con graves descalificaciones y encontronazos públicos debilitó la cúpula directiva y fomentó la ruptura del accionariado.
4. Áreas desérticas: El Extremadura UD adoleció de profesionales de garantías en determinadas áreas vitales para el fútbol actual como el comercial, la dirección deportiva y la administrativa que le llevó a crear un grave agujero económico.
5. Opacidad en las cuentas. Nadie sabe ni sabrá a dónde se marchó tanto dinero ingresado en el Extremadura UD en conceptos de ventas de fichajes, comisiones de operaciones realizadas y subvenciones de organismos. La opacidad ha sido una constante en el club.
6. Crisis covid-19. La pandemia llegó al Extremadura UD en el peor momento, uniéndose al descenso de categoría y abandonando la rentabilidad de LaLiga por una Primera RFEF que ha resultado ser deficitaria.
7. Contratos desorbitados. Desde la llegada del Grupo Oliver, y con el beneplácito del presidente Franganillo, el Extremadura UD fue firmando contratos de cifras astronómicas para su capacidad real de generar ingresos. El desequilibrio le fue minado paulatinamente.
8. Fracaso deportivo. El Extremadura UD se jugó el todo por el todo tras su descenso con una plantilla de garantías que no supo estar a la altura y que no fue capaz de lograr el ascenso a las primeras de cambio. El club se la jugó a una carta y la baza no le salió.
9. Un ego que imposibilitó la venta. Franganillo se apostó el todo por el todo al contrato firmado por el Grupo Khalifa y fue engañado en la operación. Trató de reaccionar con diferentes operaciones, pero ninguna cuajó para vender el club. No quererse marchar y ser siempre partícipe del mismo le dejó en fuera de juego.
10. Separación total. El club, con su presidente a la cabeza, se fue separando en los últimos meses de aficionados, prensa y entorno que más le había apoyado en los 15 años de historia. Lo reconoció Franganillo en su última rueda de prensa. Perdió los valores de humildad que habían caracterizado siempre al Extremadura. Fue su pecado capital. La condena, la desaparición.