Padre (Adolfo Gómez, ‘Tate’) e hija (Bea Gómez) han ido de la mano en todos los aspectos de la vida. También en el deportivo: el primero ha sido entrenador del Arroyo de voleibol y la segunda una de sus históricas jugadoras que hicieron historia en la cúspide del voleibol nacional. Aquí hablan con el Periódico Extremadura de todo ello. La jugadora, además, anuncia su retirada.

El Periódico Extremadura: ¿Cuántos años en el voleibol?

Adolfo Gómez: 49 años. En mi primer partido como jugador de voleibol tendría 11 años, después del fútbol, balonmano e incluso un año de baloncesto. Entrené, ya en voleibol, a cadetes y juveniles en el Licenciados. Luego me pasé al instituto, formé un club allí y posteriormente nos metimos en la AD Cáceres, con la que llegamos a la Liga Acevol como antes con el Licenciados a la División de Honor. Luego nacen las niñas (sus hijas Bea y Belén) y me retiro un poco del voleibol. Hago solamente trabajos en cantera. Ya con mi trabajo de maestro público voy por esos pueblos de Dios primero a Torrejoncillo y después a Arroyo de la Luz en el 2002. Ahí estaba José Fragoso y éticamente decido que no puedo seguir entrenando en el Licenciados y empezamos con el Arroyo con esa historia... hasta ahora, con los ascensos y la ‘desescalada’ desde 2018.

Bea Gómez: Pues llevaré sobre 25 años. Empecé con 8-9 años al ser alumna del Licenciados. Cuando entrenaba a los chicos yo iba con mi padre, y también cuando entrenaba a las chicas. Desde entonces no lo he dejado. Ni cuando estuve en Badajoz estudiando la carrera (Fisioterapia). Entrenaba con los chicos del Pacense y los viernes venía para jugar en el Arroyo. Y ahora tengo casi 33.

E. P. E: ¿Cuántos años juntos en el mismo equipo?

B. G: En la primera fase de ascenso, la de 2004, él no me dejó estar porque ponía de excusa que era mi cumpleaños y me decía que era demasiado joven. Yo tenía 16 años. No me quería. Al año siguiente ya sí.

A. G.: Es verdad, era del 1 al 5 de mayo. Ella era cadete de segundo año.

E. P. E.: ¿Por qué juega al voleibol Bea?

B. G.: Me imagino que es porque lo he visto toda la vida. De pequeña intenté hacer gimnasia deportiva, pero no era posible porque no podía bajar a la facultad. Después gimnasia rítmica, un desastre: era la única niña que no era capaz de abrirse de piernas. La flexibilidad no la llevo bien. Al final, tanto tiempo con él...

E. P. E.: ¿Y su hermana Belén jugaba también al voleibol?

B. G.: Jugó, pero llegó un momento en el que lo dejó. Las amigas del voleibol en el Licenciados se quitaron y llegó a decir algo así como que «yo hago voleibol porque os gusta a vosotros dos». Estudió Económicas y ahora oposita para Hacienda.

E. P. E.: ¿Qué ha sido lo mejor y lo peor para Bea Gómez?

B. G.: El ascenso a Superliga, sin duda, aunque ello acabó con sufrimiento tras sufrimiento por el poco dinero que teníamos y la plantilla que se podía hacer. 

A. G.: Ya dije en este mismo periódico que esa decisión del último ascenso sin subir al final me dolió. La junta directiva no avalaba que subiésemos y las chicas tampoco. Hubo que darle una vaselina por encima diciendo que «no encontramos patrocinador privado». Era cierto. Lo que faltaba era para construir un equipo profesional. Tampoco podrían seguir jugando ni mi hija, ni Yohana ni nadie de las que trabajaban.  

B. G.: Yo empecé en el Licenciados, como he dicho antes, pero realmente mi etapa en el voleibol la inicié y la desarrollé en el Arroyo. Empezó con Yohana, con Gala, con Loli... con gente que a mí me ha marcado mucho. El otro día dije que yo he podido disfrutar con Yohana del voleibol. Y así ha sido. Lo peor ha sido esa fase de cuatro años en Superliga y también estos dos últimos años. No me encuentro bien para dar al voleibol y porque el voleibol tampoco me está devolviendo lo que le he dado yo. Y también porque voy siendo mayor...

A. G.: Ella piensa como jugadora, no como entrenadora. Piensa como un ente egoísta que solamente piensan en ellos y en su disfrute, no en la evolución de los jugadores y jugadoras.

E. P. E.: Lo mejor y lo peor para Adolfo Gómez.

A. G.: Lo mejor ha sido haber podido desarrollar la pasión que crié de pequeño por este deporte en todos los aspectos y sobre todo que los criterios que he empleado para ello han sido respetados en casi todos los momentos. Me considero una persona querida dentro del ámbito de mi deporte, también respetado por mucha gente. Lo peor, sin duda, ha sido el no poder haber consumado el ascenso del 2019. Eso ha sido lo que más daño me ha hecho en toda mi vida deportiva. Después, la pandemia, que te da para pensar mucho.

E. P. E.: ¿Pensó alguna vez Adolfo Gómez no dirigir al equipo de su hija? 

A. G.: Muchas. Lo mismo que un maestro de escuela no debe tener a su hijo en clase, un entrenador no debe tener a su hija en el equipo. 

E. P. E.: Sí, pero entonces, ¿por qué lo ha permitido, por qué lo ha hecho?

A. G.: Pues porque no hay más gente, porque estamos en Arroyo de la Luz. En Arroyo no tenemos 250 jugadoras como puede haber en Madrid para elegir. Aquí tenemos a 8-10 niñas para esa categoría. Y esas son con las que tenemos que trabajar. ¿Que se encuentra tu hija ahí? Mala suerte... o buena.

E. P. E.: ¿Ha pensado Bea Gómez irse del equipo en el que el entrenador es su padre?

B. G.: Claro que sí. Por lo mismo. La confianza da asco. No es compatible.

E. P. E.: ¿Cuántas broncas le ha echado a Bea como jugadora?

A. G.: Muchísimas.

B. G.: He sido la única jugadora a la que ha echado de un entrenamiento. 

A. G.: He intentado protegerla tanto ante el vestuario y que no se notara que era mi hija que si había que criticar la criticaba a ella antes que a las demás. De hecho, había gente en Arroyo que no sabía que era mi hija, creía que era una más del equipo. En Arroyo, en la clínica que trabaja, hasta ahora mismo, ha dicho más de una vez que era mi hija, y le han respondido como que no lo sabían. Se enteraba al mismo tiempo que el resto. Y sus compañeras le preguntaban. Ha sido una más.

E. P. E.: Y la madre, ¿ qué opina?

B. G.: La madre estuvo hasta las narices de nosotros. Yo le iba con un cuento y él con otro. Pero ha llegado ya un momento en el que yo le contaba las cosas y ella decía: ‘ah, vale’.

E P. E.: ¿Dónde le contesta más, en casa o en la pista?

B. G.: Yo soy muy contestona. Soy una persona muy ácida.

A. G.: La palabra es ‘irreverente’.

B. G.: A él, no lo puedo negar, le he dado mucha caña. No me callo. Le conozco tanto que esto no me permite callarme.

Padre e hija dialogan en un partido. Nina Bañegil

E. P. E.: Ha dicho antes que incluso le echó de un entrenamiento.

B. G.: Sí. Me lo merecía. Tengo una frase muy mía, que todo el mundo se ríe y que es un poco fuerte, que la usé con él, se la solté y entonces, claro, pues me echó. Eso fue en el año 2018-2019.

E. P. E.: ¿Hasta cuándo juntos?

B. G.: Pues este ha sido mi último año. El sábado espero que sea mi último partido oficial. Los últimos años he decidido quedarme en gran parte porque él seguía. Y eso mi madre lo sabe de sobra. Este año ha llegado un punto en el que ya no disfruto ni entrenando ni jugando. Cuando llegas a ese punto...

A. G.: Cuando es un sufrimiento cada día que vas porque el baremo en tu vida ha cambiado y tu profesión pasa por encima de tu hobby, que te exige mucho, malo. Lo de ser fisioterapeuta es empezar a las nueve de la mañana y terminar a las nueve de la noche cansa un montón. Luego dos horas de entrenamiento, viajar. Es el fin de una generación. Quedan Nena y María Carrero, de las que llevan muchos años, pero no del primer equipo aquel que nos dio la gloria, que empezó con juveniles. Ahora no tenemos ni juveniles. 

E. P. E.: ¿Hubiera sido Bea peor jugadora sin Adolfo de entrenador? 

B. G.: Nunca se sabe. No me ha perjudicado entrenar con él.

E. P. E.: ¿Qué ha sido mejor, padre o entrenador? 

B. G.: No ha sido ni mal entrenador ni mal padre. yo tampoco he sido muy familiar, de las que necesiten a sus padres constantemente. Nunca he necesitado esa protección. No vivimos juntos hace tres años.

E. P. E.: ¿Mejor hija o jugadora?

A. G.: No hay valoración posible. Siempre son mejores los hijos que los jugadores. Vivimos grandes momentos en las dos facetas y supimos separar en momentos importantes de la relación las dos partes. He trabajado como entrenador para desarrollarla como jugadora, y como hija le he dado todas las vías para que ella tuviese un sentido crítico. 

B. G.: Me he portado mucho mejor como hija que como jugadora.

E. P. E.: ¿Quién tiene más personalidad, el padre o la hija?

B. G.: Cada uno en su ser. 

A. G.:Yo tengo una personalidad más abierta por eso de los años, más observadora, un pelín más crítica, más de trabajo por el grupo;ella más individual por eso que ha dicho de que no es tan familiar, por ejemplo. No habla tanto con la gente ni se para, como yo, como me dicen ella y su hermana al dar un paseo. Su personalidad es más impulsiva.

B. G.: Sí. En esa parte salgo más a mi madre. Pero tú (refiriéndose a su padre) tampoco ha sido tan familiar. Te has desarrollado para ti también.

E. P. E. ¿Cuál es el futuro del voleibol en Extremadura y en el Arroyo?

A. G.: El futuro en Arroyo está en adaptarse a lo que es el desarrollo deportivo del pueblo y las necesidades del club para seguir con su filosofía. Va bajando la natalidad, de 6.000 y pico pasamos a 5.700. Y se ha ampliado el cupo de deportes:ya no es sólo voley, hay baloncesto, fútbol, tenemos banda municipal, baile... más actividades y menos niñas. Tuvimos dos años de pandemia bajando en el 2020 a 21 niñas. Para un club de cantera eso es un fracaso total. Este año tenemos 66. El objetivo es seguir subiendo hasta 80. ¿Cómo hacerlo? Ya veremos. En el voleibol en Extremadura tenemos que madurar:seis equipos, cuatro en masculino y dos en femenino, en Superliga 2. Se hacen cosas, pero estamos en Extremadura. Tenemos un patrocinio y unas subvenciones públicas que nos permiten trabajar, pero lo privado es supernecesario. Además, la federación tiene que ser más consiste en sus competiciones de base. Estamos en dos provincias muy dispersas geográficamente y hay que hacer cosas que permitan el desarrollo del deporte:tener árbitros, por ejemplo;unas ligas más competitivas de menores. Tenemos los núcleos de toda la vida, pero no hemos abierto a otros importantes como Plasencia o Navalmoral, Azuaga... eso es un déficit. Hay gente muy ilusionada en Madrigal de la Vera, que tiene que ir a Llerena con unos niños. Hay que dar más sentido a esto.

B. G.: Lo he comentado con los padres de las niñas:la federación no está gestionando bien el tema de las competiciones durante la liga regular en cuanto a desplazamientos sin sentido. Llegan a las fases finales y te encuentras con un descontrol, con equipos que no han tenido liga ninguna contra otros que están en forma. Eso debería gestionarse de otra manera. En Arroyo cada vez hay menos horas en el pabellón, y deberíamos volver a mirar la cantera. Se ha mirado mucho al equipo de arriba, y el equipo de arriba no está siendo lo que debería de ser para ayudar.