"No soy deportista de alto rendimiento, ni de élite ni de nada de eso. Cuando voy a una competición siempre pienso en pasármelo bien, en divertirme. El otro día en el Campeonato de España fueron ocho horas de carrera. En ese tiempo se te pasan muchas cosas por la cabeza, tienes dolores, pero yo voy a disfrutar y si puedo ganar, soy el primero que lo intenta… Voy con la mentalidad de intentar estar lo más arriba posible, sobre todo". Lo dice Miguel Madruga Vicente (Casas del Castañar, 20 de febrero de 1981), deportista y profesor, fundamentalmente, pero escudriñando un poco en su vida es más. Mucho más que eso.

Partiendo de la base de que exhibe una indisimulada pasión por todo lo que hace, Madruga es un personaje que se abre en canal en la conversación. Estudió primero en su pueblo, después en Plasencia y desde los 18 se estableció en Cáceres cuando inició Ciencias del Deporte. La vida (o él mismo) le han creado muchas inquietudes, y en estos momentos unos conocimientos que le hacen afrontar con solvencia tres ocupaciones profesionales: es profesor en la Facultad de Magisterio, en un ciclo formativo del Diocesano y también es tutor en la residencia del Centro de Tecnificación de la Ciudad Deportiva. Y todo ello, mezclado con una experiencia de años (es el que más tiempo lleva) en la selección extremeña de carreras por montaña, que fue bronce en el último nacional tras 72 durísimos kilómetros

Hay más: organizador de carreras, la Crono Asperilla, en su pueblo. Pero también hueco para no desatender lo personal. Tiene complicidad con su pareja, Mari Ángeles, con la que reside, feliz, pero ocupado, en Cáceres. No tiene miedo, ni mucho menos: «puedo organizarme»-

Para todo

«El otro día estaba reventado como un sapo, pero con la satisfacción de haber hecho un campeonato de España en el que, además, habíamos logrado un bronce en un campeonato de gran nivel, ya que España en la primera potencia del mundo en ultratrail. He podido entrenar pocas horas y pocos kilómetros, pero le he sacado mucho rendimiento», cuenta orgulloso este deportista que también juega al fútbol sala en la interministerial de Cáceres «y que si hay que practicar baloncesto o voleibol también me pongo».

El espíritu viene de familia, aunque no de deportistas. «Mis padres no lo son, pero mi padre me dijo cuando era un niño: ‘en esta vida hay tiempo para todo’. La cuestión es encontrar los huecos. Me pregunté: ¿cómo hago yo deporte? De chico, como todos, quería jugar al fútbol y quise que me llevaran a Plasencia, pero ni mi padre podían llevarme tres veces a la semana a los entrenamientos».

Por eso, a los 18, todo se aclaró para él. «Cuando vine a la ciudad y he tenido oportunidad me he dado cuenta que esto es mi vida, que el deporte es lo mío. Con 60 o 70 años me encantaría seguir haciendo deporte porque cuando lo hago ahora me siento bien y cuando llego a casa soy feliz».

Cuenta que en Cáceres, viviendo en la residencia Muñoz Torrero, «había un chaval que corría, Óscar, hermano de César Andrade. Me dijo que fuera a correr con él y que me federara también con ellos, con el club de Navalmoral. Le dije que no, que lo que quería era sacarme la carrera y no meterme en líos», recuerda. Después todo fluyó. «Cuando acabe, dije, me voy a federar. Así fue: en 2004 acabé y me federé con Navalmoral. Corría la liga de cross y pruebas de medio maratón y algunas por ahí fuera. Y no se me daba mal, pensaba. Estuve 3-4 años federado, y de hecho sigo ahora. Después montamos la Escuela de Triatlón Plasencia entre unos amigos. Vimos que también se nos daba medio bien y para adelante también».

Y lo de las carreras por montaña lo manifiesta así de gráficamente. «En 2008, me llamó Pedro José Hernández (corredor de Torrejoncillo). Me dijo: ‘venga, Madruga, vamos a hacer una carrera en Cañaveral’. ¿Quieres ver el recorrido?’ Lo vimos y corrimos. Y nos apuntamos a una carrera. Ese día corría Pedro. Estaba saliendo de una lesión de tobillo. Tenía mucho nivel, y se escapó, pero al llegar arriba le cogí. Me dijo que en la bajada no podía ir a tope porque no quería arriesgar el tobillo. Gané la carrera, siendo la primera que hice. Desde entonces empecé a correr montaña. Había pocas carreras por montaña en la región. Yo tenía ya 27 años, iba para arriba. No tenía 20».

Hay sacrificio y también ventajas. «Si voy a entrenar el domingo por la mañana el sábado no salgo. El deporte es una forma de entender la vida porque te enseña un montón de cosas. En el día a día lo aplicas. Llevas un día fatal de trabajo y te ayuda. No concibo mi vida sin él. Correré hasta que el cuerpo y la mente me dejen», recalca alguien que lo ve todo con intensidad irrefrenable.

Incluso en los malos tiempos ha sido clave la mentalidad. «Cuando te lesionas se pasa mal. Me rompí un brazo hace dos años en una carrera en La Alberca, en Salamanca. Fui al hospital, me escayolaron para cinco semanas. Era domingo. El miércoles estaba montado ya en el rodillo en mi casa. Dije: tengo dos opciones, una, amargarme la vida y estar cinco semanas muerto de asco y aburrido o dos, pensar en positivo y contar los días para volver. A mí me enseñaron de chico a pensar siempre en positivo. Esa es mi filosofía de vida».

Y pone el ejemplo de la pandemia. «Hay también una razón muy importante: la salud. Hoy día estamos rodeados de gente que tiene sobrepeso, ansiedad, depresión y también a nivel mental. Los dos años de la pandemia han venido muy mal a la gente. El deporte es una vía de escape», recalca. 

Espectacular imagen en el Kilómetro Vertical en Las Hurdes, con Madruga apareciendo el primero a la derecha. Cedida por Miguel Madruga

Y particulariza. «Yo en mi casa subía y bajaba una escalera un día o dos a la semana y hacía rodillo de ciclismo cinco días. Hacía incluso más deporte, porque tenía el día entero. Trabajaba en casa. Yo no lo he pasado mal en la pandemia. Tenía mi ordenador, mis cosas y lo del deporte con las escaleras y el rodillo». «Para mí el deporte es necesario para todo el mundo», manda como mensaje.

Extremadura

Cuestionado por la región, opina que «el nivel está bien en función a los recursos que se tienen» y recuerda la dificultad por no estar arriba en deportes de equipo. Sí en minoritarios como son los casos del escalador Alberto Ginés (oro olímpico en escalada) o Paula Josemaría (jugadora de pádel, actual número 2 del mundo junto a Ari Sánchez). 

En el primer caso, dice que no lo esperaba, «solamente lo podrían imaginar la gente que entrena con él» y que hay otros como Alejandro Crespo, ahora en Madrid, con gran futuro.

También dice que admira a Pedro José Hernández, «un modelo admirable de trabajo y humildad» o Pablo Villalobos. También cita a Mario Mirabel. Todo bajo un solo criterio: el deporte como filosofía de vida.

“Pedro iba a correr pruebas en bicicleta porque no tenía dinero, ganaba la carrera y se volvía en la bici a su casa. Ese modelo es admirable: tiene 45-46 años, sigue compitiendo y sigue ganando. También Pablo Villalobos, que se formó, hizo su carrera, luego volvió y se ha mantenido al más alto nivel. Hace uno o dos años estaba con la selección española en carreras de montaña, con 44 años. Y sobre todo que tiene un futuro, una familia, un trabajo, eso le digo a los chicos de la residencia de Cáceres: tenéis que laboraros un trabajo para que el día de mañana que no se os recuerde por el número de trofeos que tenéis en casa, sino por la cantidad de cosas que has hecho por la sociedad. Tú puedes tener muchos trofeos en casa, yo los tengo, pero lo importante no es eso, es lo que hayas podido aprender. Ahí está también Paco Mora, Manolo Núñez, que siguen corriendo a buen nivel. Mario Mirable ha aprendido también que lo importante era sacarse una carrera, una oposición. Ha estado operado un par de veces y ahí está, peleando”.

Globalmente, analiza. “Es cierto que hay cosas que no me gustan del deporte extremeño. Nosotros hemos tenido una empresa un montón de años y el reparto económico para la promoción del deporte y los eventos deportivos no se está haciendo bien. Mucha gente sabe dónde está el problema, pero nadie le pone remedio, nadie quiere abrir la Caja de Pandora. Algún día se tiene que abrir. Hay mucho dinero público que se está yendo a sitios… nosotros hemos organizado mucho con muy pocos recursos. Y ves que el dinero fluye a otros eventos y ese reparto no me parece justo. Desde las administraciones se tiene que decir: 'no, señores, vamos a hacer un reparto equitativo y vamos a hablar con transparencia'. Por ahí se puede mejorar. La financiación igual: hay gente con muy pocos recursos que no pueden llegar arriba”.