Roberto Aguirre (Oviedo, 1968) es uno de esos trotamundos del mundo del fútbol que ha vivido de todo. Es un entrenador vocacional y pasional al que lo que más le motiva es vivir el día a día al máximo. El estar cerca del césped, de sus jugadores y su cuerpo técnico, de esa rutina futbolera que culmina cada domingo con una nueva oportunidad de ganar. El ovetense es uno de los técnicos en activo con más partidos en Segunda B (ha dirigido más de 500) gracias a su paso por equipos como Zamora, Lorca, Unionistas o Toledo. Ahora, tras tres décadas al frente de un banquillo, y enrolado en las filas del Don Benito, sigue disfrutando tanto o más que el primer día de su gran pasión: el fútbol. 

¿Es usted un entrenador vocacional? 

Llevo desde los 25 años entrenando. Empecé muy joven. Primero en las categorías inferiores, en Majadahonda. A partir de ahí fui creciendo como entrenador hasta encontrar un hueco en este fútbol más profesional. Desde que empecé a entrenar vi que ese era mi camino y mi pasión. A pesar de los años no me siento desgastado. Además, soy de los que más partidos tiene en la Segunda B. Sobre todo se debe a que empecé muy joven y a que siempre he querido entrenar. Hay otros entrenadores que miran muy bien dónde ir e incluso no empezar la temporada. Yo siempre he tirado para adelante en la mayoría de los proyectos. Lógicamente siempre hubo algún momento que no me convenció, aunque esa pasión por entrenar me llevó siempre a coger equipos, quizás por eso desde mis inicios viví cantidad de experiencias, pero a día de hoy mantengo la misma pasión que el primer día. 

¿En qué momento se dio cuenta de que quería dedicarse al fútbol?

En Asturias jugué en equipos como el Mosconia o el Juvencia. Yo quise ser futbolista porque me gustaba mucho jugar a fútbol. Y se me daba bien, era un mediocentro muy jugón. Cuando jugaba al fútbol me llamaba mucho la atención lo que había detrás del entrenador. Me preguntaba qué entrenaba y por qué. Luego, por circunstancias personales, me fui a Madrid y allí dejé de jugar, así que me saqué los títulos de entrenador por inquietud, no porque pensara en llevar mi vida como entrenador. Pero me motivaba ver cómo era ese lado del fútbol. Muy rápidamente empecé a entrenar con un equipo juvenil del Alcorcón. Ahí fue donde realmente vi que quería dedicarme a entrenar. Luego me firmaron en un cadete del Rayo Majadahonda y se me abrieron los ojos del camino para ser entrenador y me di cuenta de que me podía aportar mucho y podía disfrutar, por lo que decidí formarme lo máximo posible para intentar aprender de todo el mundo y exprimir al máximo la posibilidad que me daba estar en aquél club. Por circunstancias personales me volví para Asturias, donde comencé a entrenar en Tercera División en el equipo de mi pueblo, el CD Mosconia. Me lo tomé como otra etapa más de formación. De hecho, incluso en mis primeros años en Segunda B continuaba pensando que seguía estando en etapa de formación. Me encantaba el mundo del fútbol y del rendimiento. Allí entrené en el Langreo en Segunda B y a partir de entonces he ido y venido de un sitio y de otro. 

"Es una profesión dura porque tienes una exposición pública y no vives de tu trabajo, sino de los resultados, que no siempre dependen del entrenador"

¿Qué cree que se necesita para que un entrenador se pueda mantener tantos años en el mundo del fútbol? 

La pasión por tu trabajo es esencial. Es una profesión dura porque tienes una exposición pública y no vives de tu trabajo, sino de los resultados, que no siempre dependen del entrenador. Quizás esa sea la parte ingrata de este trabajo. Pero eso lo canaliza la pasión por el fútbol. He terminado temporadas exigentes y al día siguiente estaba loco por seguir, continuar, renovar o marchar a otro equipo. Nunca el desgaste del estrés o la presión pudo a la pasión que tengo por el fútbol. Otra clave es que nunca he dejado de formarme. Esta profesión te exige un reciclaje continuo en muchos aspectos. Así, entre la experiencia y la formación, he conseguido gestionar bien todo ese estrés que genera esta profesión, lo que supone el enfoque mediático, etc. Estás expuesto continuamente a la crítica, a que opinen de tu trabajo, y para eso se necesita tener las claves para manejarlo todo bien. Creo que la pasión, la experiencia y la inquietud por formarme continuamente me han permitido vivir con naturalidad los procesos que te da el fútbol. Ahora los conflictos, algo natural en la profesión, los soluciono desde la serenidad y la experiencia que me dan los años. El resumen es que entiendo la profesión, la disfruto y siempre trabajo con la máxima ilusión. 

Roberto Aguirre, en la banda durante un partido. Noelia Gallego

¿Cómo ha evolucionado su manera de entender y ver el fútbol a lo largo de toda su trayectoria? 

Cuando empecé a entrenar trabajaba sobre lo que a mi me gusta, pero siempre he sido un entrenador muy analítico. Siempre me ha gustado grabar los entrenamientos, analizarlos y analizarme mucho a mi. Los entrenadores somos reflejo de lo que se ve en el campo. Me gusta observar otros métodos de trabajo o cualquier tipo de tecnología vanguardista. También he viajado al extranjero para ver diferentes metodologías. Siempre he sido muy autocrítico. De hecho, siempre salgo de cada entrenamiento pensando que se puede hacer algo mejor. Por eso reviso mucho los pasos que doy. Eso me ha hecho ir hacia un camino de mucha autoexigencia y responsabilidad para obligarme a buscar continuamente mi formación y reciclaje. Por eso he ido evolucionando en mi manera de entender el fútbol. En cada proyecto he buscado lo mejor para conseguir los objetivos de cada club. Para eso se mezcla mi gusto particular y la adaptación a lo que necesita cada equipo. Si es verdad que este deporte es muy cíclico. No obstante, creo que hubo un avance importante por el lado del rendimiento. Para mi el fútbol es un proceso integrado, por lo que la metodología y el modelo de juego recogen diferentes matices relacionados con esa evolución del rendimiento llevado al entrenamiento. Todo ha dado un paso hacia adelante y eso nos ha obligado a los entrenadores a estar en un continuo reciclaje. Lo que sabes hoy quizás no te valga para mañana si no lo revisas. Este es un deporte muy exigente. También ha evolucionado todo lo que lo rodea, como los dirigentes, que han sabido entender la necesidad de un mayor profesionalismo de las categorías semiprofesionales. 

"Siempre salgo de cada entrenamiento pensando que se puede hacer algo mejor"

¿Con qué momentos se queda de su carrera deportiva? 

Recuerdo muy especialmente una de las temporadas que viví en Zamora. Nos jugábamos meternos en playout contra el Caudal, que estaba en posición de jugar la fase de ascenso. Ese partido lo ganamos gracias a un gol de Nacho Matador, pero lo que hizo especial el partido fueron las circunstancias que tuvimos que atravesar durante toda la temporada. Fue un año muy difícil con seis meses de impagos y una situación límite de muchos jugadores. Había un vestuario increíble. El año fue tan complicado que esa victoria me hizo darme cuenta de que todo el sufrimiento y todo lo que pasamos había merecido la pena. También me quedo con la experiencia de Lorca, donde nos metimos segundos por detrás del Cartagena para ascender a Segunda, pero nos eliminó el Villarreal. Fue un partido de muchas emociones. La temporada fue extraordinaria y disfruté mucho ese año. Había un marco profesional con el que disfruté trabajando. En cuanto a los malos momentos, le doy naturalidad a la derrota, aunque cuando peor lo paso es cuando sufro una destitución. Eso es lo que peor llevo, porque me cargo de mucha responsabilidad en todos los proyectos y eso me lleva a entregar el cien por cien de mi. No escatimo ni mi tiempo ni mi vida en darlo todo por el fútbol, por eso cuando me destituyen lo paso muy mal, independientemente de que sea justa o injusta. Durante algunos días dejo de ser persona porque se me priva de hacer lo que más me gusta.  

¿Cómo se encuentra en el Don Benito desde que llegó?

A estas alturas de temporada estoy en modo optimista, muy ilusionado y motivado por esta franja final de temporada. Estoy en ese estado anímico de flecha para arriba y con ganas de que llegue cada entrenamiento y cada momento del día que dedico al fútbol. Disfruto de este trabajo y estamos en una situación que requiere presión, estrés y tensión. Antes de venir estudié a fondo lo que me podía encontrar aquí y vine con muchas ganas. Creo que vine a un buen club. Pregunté mucho por este equipo y todo eran mensajes que me invitaban a venir. El Don Benito tiene una gran historia y se ha ganado el respeto en la categoría. Desde fuera me hablaban de un club serio, formal y más familiar. Unos ingredientes que en su momento me animaron a dar el paso. Eso fue lo que me encontré desde un primer momento y me encuentro muy cómodo. Aquí todo el mundo está listo para ayudar, desde los dirigentes y las chicas de la oficina hasta los trabajadores municipales del estadio se vuelcan en favorecer el trabajo, así que disfruto del día a día en un gran clima. En el plano deportivo, tenemos que aprender a convivir con los puestos de descenso. Eso sí, con este clima y disfrutando del trabajo se ve todo mucho más positivo. Además, hay mucha disposición de los jugadores. Todo eso me ayuda a disfrutar de mi trabajo al máximo. Tengo ganas de vivir cada momento, cada día y que al final logremos el objetivo de celebrar la salvación a final de temporada. 

"Lo que me gusta del Don Benito es que todo el mundo está listo para ayudar y sumar"

¿Qué le debe el fútbol aún y que no ha conseguido?

El fútbol me debe una. Tengo ilusión por entrenar en Segunda División, aunque ahora han creado otra categoría intermedia. Estuve sentado para firmar un contrato en Segunda, pero se diluyó por circunstancias del fútbol. Me quedé con esa espina clavada. Siempre he tenido la ambición personal de llegar lo más lejos posible. Ahora estoy en Segunda B, pero quiero llegar a Primera RFEF y entrenar en Segunda. Es lo que me gustaría conseguir en el fútbol y es mi ilusión, por lo que no renuncio a nada, aunque soy consciente de que solo puede conseguirse a base de mucho trabajo.