No hay deporte que movilice más un estado de ánimo de una localidad o pueblo que el fútbol. Que se lo digan a Llerena, epicentro de la Campiña Sur que no llega a los 6.000 habitantes, pero donde 700 de ellos se desplazaron este domingo a Almendralejo para empujar a su equipo, el Llerenense, al balcón de un sueño nunca antes conquistado: ascender a la Segunda RFEF. 

Llerena sueña despierta desde este lunes con romper una nueva barrera después de 19 años en Tercera dentro de los 55 que atesora el club. El gol de Cristo ante el Moralo lleva a los llerenenses a una final histórica por el ascenso que se jugará el 28 de mayo y de la que no conocen rival. De hecho, el sorteo no será hasta la próxima semana, ya que Extremadura ha sido de las pocas regiones que ha adelantado su playoff dando así más margen de preparación para el equipo ganador. 

Para subir a Segunda RFEF, el Llerenense tendrá que jugar ahora una final a partido único ante un rival de otra comunidad autónoma. La sede no está confirmada, pero todo apunta a que estos partidos para ascender a Segunda RFEF se disputarán en Las Rozas (Madrid). 

El Llerenense ha celebrado por todo lo alto este pase porque, en cierto modo, se le dio por muerto durante gran parte de la temporada. No al comienzo, ya que su plantilla apuntaba alto con nombres mediáticos como Cristo, Ruano, Chema Chávez, Mario Tomé o Juanito de la Cruz, entre otros. Jugadores de experiencia y, en muchos casos, de superior categoría que han labrado varios ascensos a sus espaldas. 

Pero la temporada se torció de inicio y el Llerenense hizo una primera vuelta horrible. Fue undécimo y tenía mucho más cerc el descenso que los puestos de liguilla. Una debacle. 

En el pueblo, las críticas eran constantes sobre los jugadores, especialmente los mediáticos. El proyecto, confeccionado a bombo y platillo, se encaminaba al estallido en pedazos. Pero en un movimiento a la desesperada, el club fichó a Luismi Álvarez, que vivía tranquilo en su Plasencia natal. A 270 kilómetros de la Campiña Sur. Lo convencieron. Y el proyecto giró 180 grados.

Desde su llegada, el Llerenense cosechó en liga 10 victorias, cuatro empates y una sola derrota, siendo de largo el mejor equipo de la segunda vuelta. Se coló tercero para el playoff y, sobre todo, con la moral por las nubes. Sufrió en semis ante un siempre combativo Jerez. Y sus viejas glorias, los llamados ‘viejos rockeros’, aparecieron a tiempo para llevarles a la final. Apareció Chema con un golazo en semis que dio el pase. Apareció Ruano, que se echó el equipo a sus espaldas en la final. Y apareció Cristo, para tocar la bola decisiva para el billete definitivo. 

«Hemos sido merecedores del triunfo. Supimos cambiar el partido en la segunda parte y ser mejores. El gol y la victoria han sido justas. Hemos sido valientes», declaraba Luismi tras el partido. 

Detrás de los viejos rockeros y de un nutrido grupo de buenos futbolistas no hay sólo un club, sino todo un pueblo entregado a la causa. Durante los dos fines de semana, la del Llerenense fue la afición más numerosa de largo. También la más animada y la que más alentó. Ellos no pisaron el césped, pero supieron jugar su partido fuera. Despertaron a los viejos rockeros. Justo a tiempo.