Rafa Nadal ha empezado este lunes la cuenta atrás para conocer si el tratamiento de radiofrecuencia pulsátil al que se sometió el pasado martes en Barcelona en su pie izquierdo está teniendo efectos positivos. Por la mañana, el campeón de catorce títulos en Roland Garros, el último el domingo 5 de junio ante el noruego Casper Ruud, ha tenido un primer contacto con la hierba del Santa Ponça Country Club, escenario a partir del próximo sábado del Mallorca Championships, para analizar sus sensaciones. Ha sido un primer paso para comprobar el estado de su pie y cómo se desenvuelve al pisar superficie de hierba, la que más hace sufrir las articulaciones del tenista de Manacor.

Nadal ha acudido a primera hora de la mañana a las instalaciones de Santa Ponça en una visita muy breve. El mallorquín ha probado sus zapatillas sobre la hierba, realizando unos cuantos desplazamientos, pero en todo momento sin raqueta. Será este martes cuando realice un primer entrenamiento más serio y de larga duración para comprobar su estado y cuánto tiempo aguanta y si se ve en condiciones de disputar el torneo de Wimbledon, el tercer grande del año que se disputa del 27 de junio al 10 de julio.

El tío y exentrenador del campeón de Manacor, Toni Nadal, ha expresado este fin de semana su confianza en que su sobrino pueda estar presente en Wimbledon. "Me ha dicho que el tratamiento le va bien", comentó el actual entrenador del canadiense Felix Augier-Aliassime.

Pocos minutos después de levantar su catorce copa de los Mosqueteros, en una sala de prensa abarrotada, Nadal explicó de manera pormenorizada el tratamiento al que se iba a someter para intentar seguir jugando y compitiendo. El objetivo era alargar en el tiempo que su pie estuviera dormido y evitar las inyecciones que le han aplicado media hora antes de cada partido en Roland Garros. Nadal quiere evitar seguir teniendo dolor. "Me someteré a un tratamiento, y si no funciona tengo claro lo que hay", dijo el mallorquín, en referencia a que se estaría planteando la retirada en el caso de que no funcionara la nueva tentativa para acabar con sus problemas en el pie. La otra opción era una intervención quirúrgica que acabaría definitivamente con el dolor, pero le impediría seguir siendo profesional del tenis. "Debería estar más de medio año parado y, con 36 años, no sé si vale la pena", comentó.

Lo que sí descartó de manera rotunda Nadal fue que se volviera a inyectar para jugar en Wimbledon: "Si me tengo que volver a inyectar no jugaré", dijo, porque a la larga le puede resultar perjudicial.