El Barça jugará la final de la Final Four ante el Kielce este domingo a las 18.00 horas tras imponerse al THW Kiel por 30-34 en un partido que tuvo de todo pero donde los azulgranas lo bordaron en la segunda mitad tras un primer tiempo de dudas en ambas porterías.

Barça y Kiel no decepcionaron a nadie tras un duelo a cara de perro en el que ninguno de los dos equipos estaba cómodo pero que hizo honor a la categoría de clásico con el que se bautiza este enfrentamiento desde hace años.

Estaba previsto que las porterías fueran decisivas, pero en la primera mitad no fue así. Ni Landin ni Pérez de Vargas, que incluso fue sustituido por Leo Maciel durante unos minutos, tuvieron excesivo protagonismo en los primeros 30 minutos.

Con contundentes defensas y ataques muy trabajados se fueron consumiendo los minutos. Ninguno de los equipos lograba despegarse en el marcador. El Barça no podía armar contragolpes mientras que el Kiel conseguía correr algo más. No fue hasta el minuto 17 que los azulgranas lograban adelantarse en el marcador gracias a un gol de penalty de Aleix Gómez, el máximo goleador en esta primera parte con siete goles.

A partir de ese momento el Barça comandaba en el marcador, pero la sensación en la pista era de que el Kiel controlaba mejor el partido con ataques más contundentes dejando en entredicho la defensa azulgrana en algunos compases del duelo.

El partido empezó a embarullarse cuando una estricta exclusión a Weinhold, muy protestada por la grada, le siguió otra falta del Barça sobre Wiencek que no obtuvo el mismo castigo. Los silbidos eran ensordecedores, pero a Dika Mem cuando está en modo 'killer' le da igual tener a 20.000 almas en contra en la grada y acalló al público con un golazo 16-17.

Filip Jicha se vio obligado a parar el partido para calmar los ánimos. Con todo ello se llegó al descanso con el Barça con un gol arriba (18-19).

El Barça, una máquina perfecta

La reacción del Barça en la segunda mitad fue contundente. Con unos minutos de auténtica inspiración de Aleix Gómez y con Gonzalo Pérez de Vargas más entonado, el Barça empezó a carburar y lograba una máxima ventaja de tres goles (20-23 en el minuto 35).

Empezaban bien las cosas para los intereses del Barça en una segunda mitad donde los nervios se instalaron al otro lado de la pista. Las precipitaciones de los jugadores del Kiel ayudaban a que el Barça se sintiera cada vez más poderoso en la pista.

En el ecuador de la segunda mitad la ventaja del Barça era de cinco goles (24-29) después de dos díanas de Langaro y otro gol, el undécimo del extremo vallesano.

A partir de ahí se entró en una dinámica de intercambio de ataques, lo que beneficiaba al Barça ante un Kiel que optó por ataques de 7 contra 6 -por cierto, nada nuevo pues estaba en el plan trazado por Carlos Ortega-.

Gonzalo lo borda

Y ahí, cuando todo era viento a favor para los azulgranas, Gonzalo puso la puntilla para que el Kiel se hundiera poco a poco tanto en el marcador como en la pista. El Barça funcionaba como una máquina perfecta: en defensa sin fisuras, en ataque todos certeros, en concentración rozando la perfección robando balones que se convertían en goles.

Solo la decisión de los árbitros de sacar tarjeta roja a Ben Alí ilusionó al Kiel, pero ahí estaba Gonzalo para realizar dos paradones impresionantes el penalti y la siguiente rematada de manera que el conjunto húngaro se desanimó por completo.

Cerrar el partido

Al Barça solo le quedaba cerrar el partido pero un parcial de 3-0 gracias a la superioridad del Kiel por la exclusión de Thiagus Petrus puso a los de Jicha de nuevo a tres goles. Entraban de nuevo en el partido y volvía la locura en las gradas. El Barça optó por ataques largos e intentó alargar al máximo los del rival, pero el destino estaba escrito y el Barça se metió en la final por la puerta grande.