Hace justamente diez años, este periódico publicó un reportaje con el titular: ‘Pitu, piernas de acero’. Se contaba la particular historia deportiva y humana de Pedro Rufo, un cacereño aficionado a la bicicleta de montaña que acababa de completar la durísima ‘Transpyr’, prueba que une el Mediterráneo con el Atlántico, recorriendo 800 kilómetros y sorteando 20.000 metros de desnivel. Fue el primer extremeño en hacerlo.

El destino (o la fatalidad, más bien), ha querido que Pitu haya fallecido este fin de semana de la manera más inesperada. “Estoy hundido”, resume su cuñado, Maxi Trejo. “En realidad, no era mi cuñado, era mi hermano”. Perdió la vida el deportista cacereño tras completar una ruta ciclista en La Vera, esas que tanto le gustaba hacer, de un infarto.

Comercial en la firma de golosinas  Sánchez Cortés durante la friolera de 35 años, su humanidad le había granjeado numerosas amistades en su ciudad natal, donde era muy querido por su carácter afable y entregado. Todos los que le conocían bien están desolados. Su familia, como se puede imaginar, asume el golpe vivencial a duras penas. Pura lógica. El tanatorio estaba el lunes atestado de gente que le quería.

Le había prometido a su mujer y a sus tres hijos, dos mellizos de 16 años y otro de 25, que lo iba a dejar, ya hace mucho tiempo, pero el deporte le llamaba una y otra vez. “Vivía por y para la bici. Terrible. No tomó una copa en su vida. La bici era a diario y mira…”, agrega Maxi. Estaba en el club de Catelsa, donde daba rienda a su pasión.

“Se duchó para ir a comer tras terminar la prueba y le dio un infarto fulminante”, cuenta su cuñado sobre los últimos momentos de Pitu, alguien que fue capaz de hacer ocho etapas consecutivas y llegar con cuatro kilos menos a la meta.

Descansa en paz, Pitu.