El Periódico Extremadura

El Periódico Extremadura

Fútbol. Copa del Rey

Que la alegría de la Copa no pare en el Príncipe Felipe

Muy animosos de principio a fin, los hinchas del Cacereño disfrutaron de uno de esos partidos que sirven para hacer afición

Aficionados del Cacereño en la zona de preferencia. CarlaGraw

El Príncipe Felipe tiene ganas de otra ronda de Copa, tiene ganas de más fiesta. Y eso que la de este sábado comenzó pronto, porque desde primera hora de la tarde el estadio de la carretera de Salamanca se tiño de verde y blanco en la convivencia de dos aficiones que comparten colores aunque no alegrías, porque solo una, la local, continuó con el jolgorio durante el partido y después (3-0), festejando lo que se viene, otra gran jornada de fútbol como la que se vivió el 12 de enero de 2020 ante el Eibar.

Casi 3.200 aficionados --un centenar de ellos cordobesistas-- gozaron de uno de esos partidos que hacen afición. Vibrante de principio a fin, con un CPC que no se dejó ni un gramo de fuerzas por gastar. 

Y eso que en los prolegómenos hubo susto, cuando una de las torretas, la situada en el fondo sur junto a la grada de preferencia, no se encendía. Solo había que tocar los cables adecuados, como hizo Julio Cobos con su planteamiento, para que todo funcionara.

Los jugadores del Cacereño con una camiseta para dar ánimos a su compañero Alfonso Liceras por la muerte de su padre siete días antes. CarlaGraw

Arrancó el duelo con un tifo de la afición visitante que, bufanda en alto, se hacía notar. Después se apagó y los gritos de «Cacereño, oe, Cacereño, oe...» ensordecieron todo lo demás. La fiesta era verde extremeño y así lo gozó la grada del Príncipe Felipe, totalmente entregada a los suyos.

También hubo momentos para el humor, esos que surgen cuando tu equipo va ganando. A Carlos Puga se le gritó «que lo pague, que lo pague» cuando uno de los banderines de córner acabó en el suelo tras un pelotazo innecesario. Era el primer tiempo y Kike Márquez ayudó en un principio al operario verde a repararlo.

Manuel Molina, que cumplía años, se abraza con alguien de la grada. Carla Graw

«¡Cace-reño, Cace-reño!», seguía la grada, que inició la segunda parte con el corazón encogido, temiendo una reacción del Córdoba que nunca llegó. El duelo terminó entre «¡olés!», un Redoble que la afición también cantó y los jugadores dando saltos de alegría con la afición de preferencia y tribuna. Hay ganas de más fiesta y más Copa.

Compartir el artículo

stats