El Periódico Extremadura

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Fútbol. Copa del Rey

El Diocesano fue el rey ante el Zaragoza

Un gol de Dani Sales de penalti da paso a la histórica victoria colegial ante un clásico del fútbol español

Celebración del gol del Diocesano, obra de Dani Sales. Carla Graw

1-Diocesano: MIguel Cordero, Manu, Varona, Armenta, Rubén del Valle, Dani Sales, Javi González (min. 76, Sergio Rivera), Assan, Jonathan Viera (min 83, Dieguito), Pablo Margallo (min. 66, Pablo Guerrero) y Rayco (Pliego, minuto 76).

0-Zaragoza: Álvaro Ratón, Gabi, Jair, Jaume Grau (min. 66, Larra), Francés, Eugeni (min. 46, Vada), Fran Gámez (Francho, min. 66), Zapater, Mollejo, Giuliano Simeone, Gueye (min. 46, Bermejo).

Gol: 1-0-Min. 29: Dani Sales, de penalti.

Árbitro: Alejandro Quintero González (Comité Andaluz). Tarjetas al local Assan y a los visitantes Alvaro Ratón (dos, expulsado al terminar el partido), Mollejo, Gabi y Puche.

Incidencias: 1.619 espectadores (cifra oficial) en partido de la primera ronda de la Copa del Rey disputado en el Municipal de Arroyo de la Luz. Muy buen ambiente, con presencia en las gradas de las canteras del Arroyo, club anfitrión, y el Diocesano, en las gradas supletorias. Explosión de alegría final por el logro.

El Diocesano consiguió el éxtasis futbolístico. Lo peleó, lo mereció y lo disfrutó. Fue el indiscutible rey de la Copa ante el Zaragoza, al que eliminó en Arroyo de la Luz en un domingo sensacional y pletórico (1-0). Fue una gesta de primera magnitud, una sorpresa espectacular, un día para enmarcar. El trabajo coral de los de Adolfo Senso acabó con un merecido premio. El miércoles habrá otro equipo extremeño en el sorteo, con un Primera esperando. Fabuloso.

Todo ello se gestó en 95 minutos de pasión futbolística. De inicio, el Zaragoza, dos categorías por encima y un historial entre los mejores clubs españoles, partía como indiscutido coco. Sobaba el balón ante la complacencia del Diocesano. El guión era el previsto. Guaye y Giuliano Simeone estaban bien controlados atrás. Al minuto 20 apenas se había visto el balón por las áreas, una muy buena señal para los rojillos, plácidos a la contra y resguardados con sumo orden en su defensa.

Varona, presionado por Gueye. Carla Graw

Los colegiales esperaban al contrario en su parcela. Mollejo obligó a Miguel Cordero a intervenir con solvencia tras un zurdazo desde fuera del área. Muy poco bagaje real en la ofensiva maña en el primer tiempo. Poquísima para su lujosa etiqueta.

Ya ocurrió lo que tenía que ocurrir para continuar con el plan dibujado. El mejor jugador del partido, Dani Sales, pese a jugar por banda izquierda, fue objeto de penalti tras un combinación colegial. El propio centrocampista sevillano transformó en gol. Tremendo momento. Botaron los chicos de la cantera, situados en el fondo contrario. Sonrió Alfonso Abreu. Botó Gerardo Hierro. Explotó Juanjo Chavalés, con problemas físicos, de ahí que no fuera de la partida y se mantuviera en el banquillo con sus compañeros.

Dani Sales, con el balón dentro del área del Zaragoza. Carla Graw

El Zaragoza estaba frustradísimo. No le dejaba el Dioce maniobrar a su antojo. Adolfo Senso le ganaba la partida a Fran Escribá. La única amenaza real la representaba Mollejo. 

Los colegiales apenas concedieron acercamientos diáfanos de los maños. La contundencia defensiva y el rigor táctico fueron infinitos en el Municipal en el primer acto. El 1-0 del primer acto era fiel reflejo del o visto: inteligencia y orden local y supina impotencia de los visitantes.

Ya en el segundo tiempo, el Diocesano salió con los mismos parámetros, con Assan en todo el campo y un desgaste descomunal, con Javi González de lugarteniente de lujo. Tuvo el incansable Rayco (vaya duelo con el excentral del Villanovense Jair) el 2-0, pero lanzó fuera por encima de Ratón. A la siguiente acción casi marca el Zaragoza tras marchársele el balón a Cordero. Un susto nada más para una defensa imperial con Varona, Armenta, Manu y Rubén del Valle. Aquello pintaba bien.

Miguel Cordero, en el suelo con el balón en las manos tras una acción del Zaragoza Carla Graw

El partido estaba sabroso. Todo podía ocurrir, pero los cacereños estaban haciendo su trabajo con pulcritud. El Zaragoza ya estaba nervioso, cercano a la lona.

Movió ficha Senso con la entrada de Pablo Guerrero por Pablo Margallo. Era cuestión de tiempo lo de noquear al histórico.

En el 69, el árbitro no señaló nada en la caída de Bermejo en área colegial, con el público temiéndose lo peor. Sigan, sigan.

El tiempo pasaba y apenas había ruido en el encuentro. Le puso una marcha más el cuadro aragonés, ante un Diocesano que empezó a pasarlo mal de verdad. Pura lógica.

El carrusel de cambios bajó el pistón del dominio visitante y Senso aplomó a los suyos. El Dioce nadaba y guardaba la ropa sin sobresaltos entre la impotencia de su rival.

Al final, 1-0 y absoluta locura en el Municipal. El Dioce crece y crece hasta el infinito... y ahora hasta el más allá.

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