0 - Cacereño: Iván Moreno, Aguado, Molina, José Martínez, Gomis (min. 81, Pedro), Clausí, Telles (min. 75, Bermu), Samu Manchón, Carmelo (min. 46, Karim), Iván Fernández (min. 75, Garci), David Grande (Solano, min. 71).
1 - Real Madrid: Lunin, Odriozola (min. 51, Vallejo), Militao (min. 46, Rudiger), Nacho, Lucas Vázquez, Camavinga, Tchouameni (min. 46, Valverde), Dani Ceballos, Asensio (min. 80, Arribas), Rodrygo, Hazard (Alvaro, min. 67).
Goles: 0-1-MIn. 69 :Rodrygo.
Árbitro: Cuadra Fernández (Comité Balear). Tarjetas a Samu Manchón, Iván Fernández, Telles y Pedro; Tchouameni y Camavinga.
Incidencias: Partido de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey disputado en el estadio Príncipe Felipe ante la presencia de 15.000 espectadores. Acto protocolario con la embajadora de Nepal y la Fundación Lumbini. MInuto de silencio por Pelé. Homenaje a los socios números 1 y 2 del Cacereño, Antonio García Congregado y Juan Mostazo.
El fútbol no se asoció con la sorpresa, pero destiló un sentimiento cercano a la felicidad en dirección a 15.000 almas. A menudo ocurre, ley de vida, ley inexorable del deporte, pero siempre es saludable soñar. El Madrid, el estelar Real Madrid, ejerció de tal y superó con apuros (0-1) al Cacereño, que fue mucho más que el Cacereño, que creció exponencialmente como club en 90 minutos, pero que claudicó con inmenso honor. El decano extremeño tuvo su gran día, ese que merecía hacía mucho después de tanta desgracia. Y todo ello aun quedando fuera de la Copa. Su gallardía competitiva, proverbial. Solamente el gol de Rodrygo, excelente, le derribó.
La entidad de las 14 Copas de Europa, 35 ligas, 19 Copas del Rey, 5 Supercopas de Europa y 12 de España, el club de los ilustrísimos Alfredo Di Stéfano, Cristiano Ronaldo, Zinedine Zidane, Iker Casillas o Raúl González, el de los presidentes de postín Santiago Bernabéu o Florentino Pérez, no se dejó sorprender, pero lo tuvo complicado. La etiqueta de campeón se pegó sobre el césped del Príncipe Felipe, pero hubo ahí una maravillosa intrahistoria para cumplir con el pronóstico más previsible ante un club de 104 años de historia que vive en una nube desde el sorteo del 23 de diciembre.
Julio Cobos, el primer ‘culpable’ de la gozosa noche, situó a sus clásicos, en su mayoría, con alguna rotación, ya previsible porque tiene licencia y legitimidad para hacerlo cuando quiera, que para eso ha demostrado todo su talento en el banquillo. Enfrente, Ancelotti con un equipo Champions pese a la ausencia de ocho titulares. No son unos cualquiera los Hazard, Camavinga, Marco Asensio, Militao o Tchouameni. No. Que la tripleta de ataque acaba de disputar un Mundial.
El partido lo gobernó en el inicio el CPC, imbuido del extraordinario climax del Príncipe Felipe. Fueron 10 minutos cargados de emotividad local, de fiesta contagiosa grada-campo.
Se desperezó el campeón continental para monopolizar la bola, con esa calidad excelsa de sus futbolistas. No fue por mucho tiempo. Tampoco pasaba por apuros el Cacereño, que avisaba a la contra entre el ‘sí se puede’ de su gente.
El duelo estaba insospechadamente parejo. El CPC tuvo un par de flirteos con el gol en estrategia y un chut de David Grande. El ataque local intentaba sacar rédito de la presunta flaqueza de Odriozola y por eso avanzaba por el flanco derecho. Entre líneas, Manchón y Telles amenazaban a Lunin y Carmelo dirimía un duelo tremendo con Lucas Vázquez.
Clausí era el mejor en el posicionamiento y en el partido. Terminó extenuado. Pura lógica para su trabajo estajanovista en favor del grupo. Tácticamente perfecto el eje verde, perfecta su defensa hasta que pudo. Rodrigo no la olía mucho más allá de una escaramuza con dribling imposible, como un inédito Hazard. El primer acto acababa con dudas del Madrid y revoluciones en positivo del Cacereño. 0-0. Sí. 0-0.
Segunda parte
En el segundo acto, Carleto introdujo a Valverde y Rudiger. síntoma de que aquello no le olía bien y que le iba a costar sacar adelante el duelo. El partido se tornó en un toma y daca espectacular. Todo podía ocurrir.
El campo se deterioraba por momentos, como era normal. Y en estas que con el Madrid acongojado, llegó el jugadón y el tanto de genio de Rodrygo en el minuto 69. Un par de regates y un lanzamiento cercano a la escuadra, en parábola. El joven brasileño tuvo el enorme gesto después de dedicarle el gol a Pelé. Al final incluso regalaría su camiseta a un aficionado.
Aquello lo arregló todo para el campeón continental, que ya respiró de otra manera ante un Cacereño que lo intentó hasta el final de la manera más obstinada. Sin embargo, fallaban ya las fuerzas ante un Madrid que terminó perdiendo tiempo, buen síntoma para un CPC que infundió respeto al ilustre visitante.
Lo entendió así el público, entusiasta de los suyos, feliz pese a la derrota, encantando con el espectáculo. El caldo de cultivo para un club mejor se ha puesto ya con creces en el estadio de la carretera de Salamanca.
Se acabó el sueño, se terminó la Copa, sorbida con felicidad por un club que está viviendo sus mejores tiempos. Es el fútbol, tan cambiante, tan apasionante, tan espectacular y tan mágico. Y ahí está el Cacereño, derribando muros, haciendo historia, pese a perder. Y lo hizo gozando.