Referente en el Alter Enersun Al-Qázeres Extremadura, lo alucinante de Celia García Paunero (Valladolid, 15-10-1995) es cómo mezcla clasicismo con modernidad, tanto jugando como fuera de la pista. Llega a la redacción de El Periódico Extremadura en su patinete eléctrico para hablar pausada y reflexivamente sobre todo que se le pregunta. Luego se marchará camino de la histórica calle Camberos, donde vive.
¿Qué tal se ha adaptado a Cáceres estos meses?
Estoy muy a gusto. Me he criado en ciudades pequeñas como Lugo y Ourense. Se llega fácil a todos los sitios, no hay mucho tráfico, se encuentra aparcamiento… Profesionalmente, encajamos desde incluso firmar el contrato. Me gustó la idea de baloncesto de Jesús [Sánchez, el entrenador] y así se está viendo. Juego cómoda y el día a día es bueno.
¿Esperaba estar a este nivel?
Soy consciente de que los números son muy buenos. Estamos hablando para poder mantenerlos, que es lo más difícil. Es cierto que me he preparado para hacer una buena temporada por el trabajo que hice en verano. Hace dos años tuve una lesión, me operé y a partir de entonces fue duro.
¿Es la mejor temporada de su vida? 14,3 puntos y 4,7 rebotes con un 33,3% en triples...
Profesionalmente de vuelta a España sí, aunque en el último año en Estados Unidos, en la NCAA, incluso fue mejor en cuanto a números.
¿Qué está teniendo que le faltaba en otros sitios?
Importancia, la que tengo dentro del equipo, y mucha confianza. Aunque falle tres o cuatro seguidas, el entrenador me anima a seguir tirando. Al final acaban entrando. Defensivamente y en el rebote también me encuentro mejor.
¿Descarta por ahora volver a la máxima categoría, en la que no terminó de cuajar tras regresar de Estados Unidos?
En Zamora la oportunidad me llegó un poquito pronto, recién salida de la universidad y con 21 años. El primer año allí sí que tuve minutos, pero no era la Celia que soy ahora. Volver a la Liga Femenina Endesa es algo que llega o no, ahora o dentro de tres años. Siempre quieres trabajar lo más alto posible, pero no me obsesiona. Quiero que sea una oportunidad de verdad.
Estuvo cuatro años en USA. Muchas experiencias, ¿no?
Me marcó totalmente y fue clave en mi vida. Me abrió un montón de puertas. Había jugado bien en España y debutado en Liga Femenina 2, pero no había entrado en convocatorias de selecciones inferiores. También es verdad que evoluciono mucho deportiva y personalmente. Maduré un montón.
Ya dijo en su día que lo que más le quedó fue un inglés casi perfecto. ¿Lo recomienda para jóvenes deportistas?
Sí, pero quizás no es para todo el mundo. En Estados Unidos las carreras no son iguales que aquí. En mi caso, la experiencia fue muy buena. Sobre el inglés, hasta doy clases particulares cuando tengo tiempo para no perderlo. En el equipo me puedo comunicar con todo el mundo.
Su padre, Paco García, tiene una larga carrera como entrenador en la élite. Y su madre, Ana Paunero, fue jugadora. Se ha criado en un ambiente de baloncesto…
El otro día ordenaba el disco duro y había fotos con meses yendo a ver al Breogán. Se puede decir que nací con un balón debajo del brazo. He pasado muchas horas en pabellones, pero me han dejado a elegir, nadie me ha obligado a jugar baloncesto. De hecho, mi hermana Clara es bailaora de flamenco en Japón.
¿Cómo es eso?
Lleva tres años allí y este va a ser el cuarto. Probó el baloncesto, pero no le gustó. Se metió en el conservatorio y tiró por otra rama.
Vitoria, Lugo, Tenerife, Lleida, Ourense… Siguiendo la carrera de su padre. Debió ser una infancia extraña y desde luego movida…
Echando cálculos, he cambiado de colegio doce veces. Eso sí que te marca. Aprendes a hacer amistades, a encajar en diferentes ambientes. Donde más me he criado ha sido en Galicia entre dos etapas en Lugo y una en Ourense.
Parecen una familia muy unida, al menos por lo que transmite en sus redes sociales…
Sí. Como mi hermana vive en Japón, solo puede venir en Navidad, que es la única época en la que podemos estar los cuatro juntos. Es verdad que estamos muy unidos y que hacemos muchas videollamadas. Mi madre viene a verme y mi padre viajó al Multiusos para mi debut contra el Celta, aunque está muy ocupado como es lógico entrenando al Valladolid de LEB Oro.
¿Siempre supo que quería jugar?
¡Nunca lo he tenido claro! (risas). Siempre es algo que me ha llegado. Me llegó la ocasión de ir a Estados Unidos a estudiar una carrera a la vez que hacía baloncesto. Y después me salió ir al Zamora en la Liga Femenina. No podía decir que no. Luego ya he tenido ofertas buenas, en las que me he sentido cuidada y con mucho cariño. Lo estoy disfrutando.
¿A qué piensa dedicarse después del baloncesto?
Estudié Psicología y me gustaría decantarme por la especialidad deportiva, pero tampoco me disgusta la docencia con el inglés.
¿No le llama ser entrenadora, como su padre?
Pues sí me llama. Me gusta. De hecho, este es el primer año en el que no he cogido un equipo de niños por el tema de adaptarme a la ciudad y demás, pero tengo los cursos de nivel 0, 1 y 2 y me quedaría el nacional. Como profesión lo veo complicado, pero sí como ‘hobby’.
¿Por qué hay tan pocas entrenadoras en la élite del baloncesto?
Yo vengo de estar cuatro años con Cristina Cantero en Vigo. Hay algunos casos más. En el deporte en general, si buscamos cuántas mujeres se dedican al deporte en España y cuántos hombres hay… Va en consonancia con este tema de los salarios que recibimos las mujeres y los que reciben los hombres, ya seas jugador o entrenador. Te acabas decantando por otras opciones labores en las que puedas subsistir con mejores condiciones. No olvidemos que si una jugadora quisiese tener una familia, tendríamos problemas o dejarlo directamente, porque es difícil volver después de un embarazo. Es lo que le pasó a mi madre, que se quedó embarazada de mí.
Háblenos de ella…
Ella dice siempre que en la máxima categoría en la que jugaba era diferente a la actual, que te pagaban los estudios o poco más. Jugaba de alero tiradora, también. Para mí es un ejemplo. Fue capaz de seguir a mi padre y entender la vida de un deportista y lo complicado que es vivir al lado de un entrenador de élite. Siempre me han transmitido grandes valores.
¿Cómo es fuera de la pista?
Tranquila y sociable. Me gusta tener mis momentos de lectura y hacer puzles. Me ayuda a desconectar. Tengo facilidad para hacer amigas, tomar café, charlar.
¿Cree que existe un estereotipo negativo sobre los jóvenes actuales en cuanto a su desinterés por el mundo? ¿Es acertado?
Pienso que es es generalizar. Seguro que mis abuelos podían pensar lo mismo de mis padres durante los años 80.
¿Se considera feminista? En este diario, Paula Ginzo hace unos años, en 2019, dijo en una entrevista muy comentada que lo era «a muerte» y que «todo el mundo debería serlo».
Jugué con Paula hace muchos años en Carmelitas. Recuerdo perfectamente esa entrevista y eso que yo no tenía nada ver con el Al-Qázeres. Estoy totalmente de acuerdo con sus palabras. Fue muy clara y muy directa. Estamos en una sociedad en la que muchas estamos dando pasos adelante para hacerla mejor, un mundo de igualdad. Es un poco idealista. Lucho porque mis condiciones laborales sean buenas, los contratos se cumplan, nos den de alta en la Seguridad Social. Tenemos que ir a muchas veces a estas cosas básicas porque mucha gente se sorprendería de cuál es la realidad de una deportista profesional. ¿Nos gusta la velocidad a la que se dan estos pasos? No, pero vamos mejorando.
¿Ve al equipo en ‘playoffs’?
Lo dije en verano. Yo sigo soñando con ello. Tenemos claro que la primera vuelta ha sido muy buena. Estos dos últimos partidos se nos han escapado por poco, aunque competimos, como solemos hacer. El de Melilla del próximo sábado lo vamos a sacar adelante, aunque esta semana estamos teniendo muchos problemas para entrenar por el frío que hace en el pabellón Multiusos. Creo que con 8 grados es complicado y se superan ciertos límites.