Nairo Quintana no tiene quien le escriba. Sí tiene ofertas de equipos pequeñitos de Colombia; escuadras que le permitirían acudir a las carreras sudamericanas y quizás a alguna prueba de tercer nivel en Europa. Pero nada más. Nadie se interesa por llevarlo al Tour, a la Vuelta o al Giro pese a ser uno de los mejores escaladores de este siglo, abanderado de su país, ganador del jersey rojo y la 'maglia' rosa y con tres podios en los Campos Elíseos. Porque en el ciclismo actual, de eso va el tema, quien la pifia, la paga, más allá del apellido que lleve.

Llevaba Colombia días especulando sobre el anuncio de la retirada de Quintana, a una semana de cumplir los 33 años. Ya se habían hecho documentales y se daba la fecha del 25 de enero como la del día en el que Nairo, el pequeño corredor de Boyacá, el ciclista del pueblo, iba a anunciar que dejaba el deporte profesional porque nadie lo quiere contratar.

Sorpresa mayúscula

Pues bien, la sorpresa fue mayúscula, en un acto que se pudo seguir en directo por medio mundo y que, de hecho y en el fondo, fue una ceremonia para publicitar parte de sus negocios; el café restaurante desde donde concentró a los periodistas, como una marcha cicloturista que impulsa el mes que viene en México. "Aún no tengo equipo pero estoy disponible", fue la mejor frase de un largo epitafio, redactado por el propio corredor, leído folios en mano (al menos tres y completos), que sirvió para que se ganase la ovación de la sala, porque tal como se dijo en la presentación del encuentro con la prensa, Nairo forma "parte de la Patria" y en su país quieren seguir viéndolo sobre el "caballito de acero", tal como definió Quintana a su bici, aunque sea de carbono.

Todo arranca por el Tramadol, un analgésico opioide prohibido el año pasado en competición aunque permitido en entrenamiento pero que este 2023 acarrea sanción en ciclismo y a partir de 2024 en todos los demás deportes. Quintana sabía que no podía hacer uso del mismo mientras disputase el Tour. Se identifica fácilmente en un control y si lo pillaban, que es lo que ocurrió, perdería la sexta plaza que obtuvo en París, que fue lo que sucedió.

Diferente a Supermán

A partir de aquí, el Arkéa, su equipo francés, lo excluye de la Vuelta que corren con un ciclista menos y ve como todas las puertas de los principales equipos de Europa, Estados Unidos y Australia, que son los que cuentan y mueven dinero para disputar las grandes rondas, pequeñas vueltas y clásicas del calendario, le cierran las puertas. Algunos hablan de omertá. Pero lo cierto es que el actual ciclismo eleva las barreras a todos aquellos corredores que hayan sido mínimamente tolerantes con fármacos que no debían tomar.

Quintana viajará a Europa, seguramente a Andorra y seguirá llamando a equipos en los que ya ni le sirve avisar de una bajada sustancial del sueldo porque no tiene quien le escriba, a no ser que haga como Supermán López, despedido del Astana tras estar involucrado en una operación antidopaje descubierta por la Guardia Civil, y se enrole en un equipo de su país con la intención de correr sin aumentar la cuenta corriente del banco.

"Voy a seguir hasta resistir porque soy honesto, y lo he sido en los 260 controles en los que no he tenido problemas Desde que soy profesional he respetado las reglas y el juego limpio. Quiero ponerme un dorsal". De momento no lo encuentra y la temporada ya ha empezado en Australia, Argentina y Mallorca.