Se escucha como un mantra entre veteranos aficionados del decano extremeño que, como aquel equipo, ninguno. Y es que el Cacereño 97-98 no subió a Segunda División, pese a arrasar en su grupo de Segunda B. 78 puntos, por 72 del Real Madrid B y triunfos espectaculares ante el filial blanco (0-2 en la entonces Ciudad Deportiva) o ante el Getafe (1-5). Aquel equipo verde, hace justamente 25 años, enamoró a todos con su juego. En unos días la mayoría de aquella plantilla se reunirá para conmemorar la efemérides.
Faltó el final feliz: en la liguilla de ascenso no hubo ni suerte ni acierto, además de otras cuestiones colaterales en negativo que dieron al traste con las ilusiones. Como tantas otras veces. «Aquel equipo lo que tenía era que llevábamos muchos años juntos, nos conocíamos perfectamente y a nivel individual cada uno llegó a lo máximo. Empezó la temporada con el objetivo de mantenernos, pero nos lo creímos y ahí estuvo el resultado», cuenta Raúl Polo, canterano ‘dueño’ de la banda derecha y uno de los más destacados futbolistas de un bloque irrepetible.
¿Por qué no se subió? «Los ‘playoff’ de antes no eran como los de ahora. La categoría era más fuerte y había equipos punteros. Nosotros no llegamos en el mejor momento y además el primer partido pudimos ganarlo. ¿Qué hubiera pasado si no nos anulan ese gol? Nunca lo sabremos». Polo también habla de ese tanto incomprensiblemente anulado a Pulido, sobre el que el entrenador, Ángel Marcos, recuerda hasta el nombre del árbitro, Rubinos Pérez, que luego subiría a Primera.
«Nos interesaba subir, por supuesto, pero ya se sabe que en Cáceres siempre se comenta lo mismo», no duda en decir Polo, en contra de lo que especularon algunos. «Nosotros hicimos lo que pudimos. Fue el mejor equipo en el que jugué, sin duda», asegura Polo, que apunta que todo ha cambiado mucho desde entonces en el fútbol... y en la vida. «Ahora están las redes sociales», recuerda con cierto poso de angustia.
El jueves se sale
Y aquel fue, también la más sobresaliente plantilla que entrenó Marcos, el técnico que, de largo, mejores números presenta en la historia del CPC. Su secreto era la complicidad con el vestuario y cierta ‘mano izquierda’ en asuntos puntuales. «En aquellos años, Cáceres era impresionante en cuanto a ambiente nocturno. Me lo planteaba y también pactamos en salir un día a la semana, como hacían los del Cáceres de baloncesto, que estaban en la ACB. Los veteranos llevaban a casa a los jóvenes a las dos. El viernes a las 11 lo sudaban todo en el entrenamiento. Lo entendieron y salió bien», cuenta Marcos. Los jueves se salía, claro.
«Edu (el goleador, 19 tantos) no pudo jugar ningún partido por la alergia. Marrero y Ahumada se lesionaron. Además, estuvo el tema de las primas, que fue una bomba». El malogrado Ángel Carrasco, entonces presidente verde, tuvo sus más y sus menos con aquella plantilla, con una reunión en el Cruce de las Herrerías en la que hubo mucha tensión.
Manolo Parra era un central expeditivo y serio y un líder en el vestuario. «Tuve el placer de ser el capitán de ese equipo. Aquello me trae muy buenos recuerdos. Era un equipo campeón, fuimos los mejores y fue una lástima que a la liguilla de ascenso no llegáramos en el mejor momento. Cuando los tuvimos éramos un equipo invencible, los mejores con suficiencia, y además éramos un equipo de grandes personas y grandes profesionales», dice el actual trabajador de la Federación Extremeña de Fútbol. ¿Las primas? “Sí, hubo problemas, pero yo no achaco a que no se ascendiera por eso», zanja Parra.
El animador, el tipo de unía a la plantilla con su humor, era Chinto, segundo de Marcos, que se había retirado la temporada anterior después de una muy buena carrera profesional. Marcos lo valora extraordinariamente dentro de un contexto con orígenes diáfanos. «Los resultados están ahí. No se puede ir contra la lógica. Aquel equipo se gestó 9-10 años antes. De los juveniles, ahí estaban Romero, Terry, Bidaurrázaga, Palomino, Peri… que luego los tuve en el Malpartida-Cacereño, que era el filial. Era un equipo de Cáceres, muy unido».
¿De verdad se puede considerar que aquel ha sido el mejor Cacereño de la historia? Muchos lo tienen claro, aunque hay quien duda. «Hubo otro equipo que era muy bueno también, con Fernando Riesgo, Zubitur, Parra, Munárriz, etcétera, que no nos metimos en la fase de ascenso después de ir siempre arriba. Eran los años 70 y teníamos también un equipazo, pero es verdad que el del año 97-98 era buenísimo. Con Marrero, Parra, Pulido, Yeli, Edu, Abel Camacho, Nando Ávila, Romero, Bidaurrázaga, Raúl Polo, Barcala, Palomino…. Con el Granada perdimos 0-1 por culpa del árbitro. Metió Pulido un gol legal», dice, para no variar el argumento Siso Blanco, que estuvo con su amigo, el empresario Domingo Barroso, en el primer desplazamiento, a Palma de Mallorca, saldado con un 2-0 en contra ante el filial bermellón.
«El ambiente se enrareció con el tema de las primas. En el segundo partido ante el Mallorca B nos barrieron. Yo pienso que había gran partido. En aquel tiempo el lastre ya era el campo. Sabía que no íbamos a subir», agrega Blanco.
«El año era espectacular. El vestuario, excelente, haciendo unos números increíbles, quedando campeones más de un mes antes de terminar la liga. Yo destacaría la armonía que había dentro de ese vestuario, con gente muy diversa, pero que a través de los años ha quedado amistad y admiración», dice mientras el entonces defensa Juan Marrero, que el domingo llegará al Príncipe Felipe como técnico del Montijo, y que con Parra y el carismático Miguel Ángel Barcala formó un trío de centrales durante muchos meses insuperable. «Fue bonito ver nuestro estadio con mucha gente, lástima ese final, pero fue histórico para Cáceres».
En la comida de celebración no faltarán gente como Rafa Rus, hombre de confianza de Ángel Carrasco, el presidente ya fallecido; y los directivos Germán Castro o ‘Adita’, testigos directos de aquello que fue cuando menos histórico.