Tenis

El último gran desafío de Rafa Nadal: saber retirarse

El tío Toni le enseñó a ser un animal competitivo, pero sólo él mismo puede aprender a dejar de serlo ahora que se acerca el final

Rafa Nadal.

Rafa Nadal. / EFE

Sergio R. Viñas

Cuentan que Pau Gasol digirió muy mal su retirada. Que pese a gozar de una vida personal más que plena, recursos ilimitados para disfrutar de lo que quisiera y el reconocimiento del mundo a su disposición, la ausencia del baloncesto, de retos competitivos por los que pelear, se le hizo muy cuesta arriba en esos primeros meses posteriores a despedirse de las canchas en los Juegos Olímpicos de Tokio, en agosto de 2021.

Cuentan también que durante ese tiempo se apoyó –entre otros– en Rafa Nadal, un estrecho amigo en la distancia surgido de esa común labor de embajadores del deporte español al mundo que han ejercido durante sus legendarias carreras. Nadie como ellos en nuestro país ha entendido el alcance de su competitividad y la trascendencia de la huella de su carrera de la manera en que ellos lo han hecho. Cuando ellos hablan, cargan sobre sus espaldas un país, porque lo proyectan al mundo con sus derechas y sus canastas. Con su palabra.

Gasol fijó su retirada en diferido, estiró su carrera hasta más allá de sus límites para servirse a sí mismo un gran broche olímpico, para decir adiós como su leyenda merecía. El jueves, Rafa Nadal anunció que va a hacer eso mismo e incluso lo verbalizó como tal, aunque dijera sentirse incómodo en esa confesión. "No me merezco terminar así", dijo cuando le preguntaron por qué el punto que estaba dibujando en su carrera era un punto y aparte, en lugar de un punto final.

Su físico y su cabeza

De su decisión de dar por terminada la temporada –aunque dejó la puerta ligeramente abierta a la Copa Davis, en noviembre– y fijar su retirada para el año 2024 se deducen varias cosas. La primera, escrita queda, que no puede soportar la idea de retirarse desde un taburete de su academia en Manacor. La segunda, que sigue creyendo de verdad que todavía le queda algo de gasolina en el tanque. Y la tercera, que su cabeza sigue demandando tenis, aunque ahora haya anunciado que estará unos cuantos meses sin entrenar, desintoxicando su mente y sanando su físico.

Y no se deduce, pero al menos se intuye, que Nadal quiere aprovechar estos meses sabáticos para ensayar cómo será el Rafa del futuro, el de los próximos 50 o 70 años que le queden de vida. Prepararse para la inmersión en la vida post competitiva que tan cuesta arriba se les ha hecho a otras leyendas del deporte. Ahí está su amigo Gasol, pero también otros muchos ejemplos. Michael Jordan regresó dos veces a las canchas, Iker Casillas se ha reconvertido en tiktoker con aroma adolescente, otros acabaron realmente mal, otros mucho disfrutan de una vida plena y feliz sin tener que salir a entrenar cada día. Cada uno lo gestiona como buenamente puede.

El problema que se le presenta ahora a Nadal es que debe luchar contra su propia esencia como ídolo deportivo. El tío Toni le enseñó a ser un animal competitivo, pero sólo él mismo puede aprender a dejar de serlo ahora que se acerca el final. Y Rafa, como toda gran persona de éxito, quiere morir –deportivamente como ha vivido. Si a Federer se le escurría la elegancia entre cada frame de su vídeo de retirada, de Nadal se espera que ponga punto final en la tierra batida de Roland Garros, quizá en la de los Juegos teniendo que ser conectado a una bombona de oxígeno en el instante posterior a conectar la derecha que le dé el último de sus abundantes y gloriosos triunfos.

"Un esfuerzo más"

"Siempre vale la pena hacer un esfuerzo más, ha sido mi filosofía y la mantengo", recordó. Pasar a la historia como el hombre con más Grand Slams deja de estar en su manoNovak Djokovic, con quien está empatado a 22 títulos, parece estar hoy por hoy mucho más capacitado para engordar la cifra y dejar al balear en segundo lugar histórico. Aunque con él, bien sabido es, nunca puede descartarse nada. Es el primero que lo sabe. Y le encanta. Por eso, esta manera de despedirse y de dejar una rendija, aunque sea mínima, hasta 2025.

"Se acabará una etapa el año que viene en la que creo que hemos sido muy felices, hemos disfrutado muchos momentos que no imaginábamos. Y, a partir de ahí, empezaré otra etapa en la vida que no tiene por qué ser menos feliz". Sonaron a las palabras de un hombre derrotado por el tiempo anunciando un último estertor de su vida deportiva antes de afrontar el definitivo vértigo de la retirada.

Ya sabe por su amigo Gasol que ese trago no siempre es sencillo. Pero a todos les llega. Y tendrá que aprender a digerirlo.