Fútbol. Fase de ascenso a Primera Federación

El Cacereño deja vivo al Recre

Los extremeños tuvieron las mejores ocasiones ante un rival pertrechado en defensa y reclamaron un penalti sobre Samu Manchón

Una foto que expresa muy bien lo que fue el partido: los jugadores discutiendo con el árbitro presente.

Una foto que expresa muy bien lo que fue el partido: los jugadores discutiendo con el árbitro presente. / Sergio Vela

José María Ortiz

José María Ortiz

Cacereño: Alfonso Liceras, Luis Aguado, José Martínez, Molina, Samu Gomis, Clausí, Telles, Karim (Bermu, min. 81), Samu Manchón (Sanchidrián, min. 74), Garci (Iván Fernández, min.69), Solano (David Grande, min. 74).

Recreativo de Huelva: Rubén Gálvez, Juanjo Mateo, Fran Ávila, Bernardo, Alberto Trapero, Iago Díaz (Dopi, min. 69), Nacho Peras (Antonio Salinas, min. 69), Peter (Sergio Chinchilla, min. 46), Mario Robles (Josiel Núñez, min. 57), Javier Ajenjo (Mbaye, min. 86), Rubén Serrano.

Árbitro: Gonzalo González Paez (Comité Madrileño). Amonestó a Molina y Clausí, del Cacereño; y a Fran Ávila, del Recreativo.

Incidencias: Partido de ida de la final por el ascenso a Primera Federación que se está disputando en el estadio Príncipe Felipe de Cáceres ante la presencia de 8.437 espectadores (cifra oficial). 2.000 de ellos, aficionados visitantes. Ausencia de incidentes ante el perfecto despliegue policial y la seguridad del club local, además del modélico comportamiento de los seguidores de unos y otros.

El Cacereño dejó vivo al Recreativo de Huelva (0-0) en su primer duelo al sol. El ascenso estará esperando en el Nuevo Colombino el próximo domingo a partir de las 20.00 horas después de que el decano extremeño sometiera al decano español en cuanto a dominio, que no en goles. 

El empate del Príncipe Felipe deja todo abierto y es posible que el fútbol dé un alegrón al CPC y su tradicionalmente sufrida afición, pero de momento el resultado favorece los intereses andaluces por el factor campo, aunque no por el componente fútbol. Los de Julio Cobos han puesto más de su parte hasta el momento en la eliminatoria por subir a Primera Federación, pero eso no es suficiente a efectos prácticos. Eso sí: hay opciones, y no pocas, para soñar e incluso que se hagan realidad los deseos. «Ya verás allí, vamos a sufrir más que ante la Segoviana; allí también nos van a dominar seguro», decía un aficionado onubense a la salida. Y sí: aquí el que ha propuesto más ha sido el conjunto extremeño.

De inicio, una novedad en lo más granado del protagonismo en ataque de cada equipo. En los locales, Iván Fernández, con un golpe en el tobillo que le hizo retirarse el primer tiempo de Valencia, aguardaba en el banquillo. La apuesta en el lugar del de Retamal de Llerena era la inclusión de Garci, disfrazado de héroe en Valencia con la espectacular jugada que dio pie al gol de Luis Aguado. 

En los andaluces no estaba, ni siquiera como suplente, su máximo artillero, el delantero argentino Caballero, autor de 13 tantos en la liga. Sí había sido anunciado por su club en la convocatoria el sábado, pero finalmente sus molestias musculares le impidieron participar. 

El partido empezó sobrado de adrenalina, en una conexión evidente entre seguidores y equipos en un duelo pasional. Fue el Cacereño el que tiró dos veces a puerta en los dos primeros minutos, con un lanzamiento de Karim que pudo tener otro destino diferente al de las manos de Rubén Gálvez. Aquello era una caldera, en lo climatológico y en lo emocional. Lógico. Se enredó todo hasta antes de un córner, con los eternos rifirrafes entre futbolistas en los que interviene más el instinto teatral que la realidad. Nada fuera del guión previsto.

Monólogo local

El actor del reparto, más bien un monólogo, era el CPC, mucho más ambicioso. Pero había un factor que no ayudaría. Samu Manchón, indescifrable entre líneas, fue objeto de un penalti palmario, trabado por detrás, que el árbitro ignoró. Se llegaba al cuarto de hora y el Caceño bañaba al Recre, que apenas había dado señales de vida y que parecía acongojado ante el poderío de su rival. La tuvo Karim de nuevo. El balón era local. Tímido hasta la exasperación, el cuadro andaluz no lanzó hasta el 23, pero fue sin convicción. La sociedad ilimitada formada por ‘los Samu’, Gomis y Manchón, era, de largo, lo mejor que se estaba viendo sobre el césped. Vaya individualidades. Los córners se sucedían sin solución de continuidad.

Seguía percutiendo sin descanso el Cacereño, pero sin efectividad ante la pertrechada defensa onubense. Su público también ganaba al visitante por momentos porque veía más virtuosismo y entusiasmo futbolístico. Eso cuenta siempre. El equipo de Abel Gómez especulaba con el tiempo y el marcador clarísimamente. Era su modus viviendi si quería salir vivo del templo del decano extremeño. Y llegó a la meta como había planeado.

El empuje verde parecía remitir con la inminencia de la recta final del primer acto. De lección de clase de primero de fútbol en la universidad de las clases medias de este deporte. El decano perdía tiempo ante la complicidad del árbitro y el pique creciente entre los jugadores les favorecía. La única tarjeta era para el local Molina en un enfrentamiento entre los capos de los dos equipos antes de un saque de esquina. Entre la bronca general hacia el colegiado y el escaso margen para el tiempo añadido el duelo enfiló el asueto. El marcado no reflejaba lo visto, pero el fútbol actúa así para ganar en interés. Y lo consigue.

Segunda parte

En el segundo acto, con el inicio de Abel Gómez moviendo el banquillo (sabía que aquello le iba bien, pero quería al menos amenazar algo), parecía dar un paso adelante el equipo andaluz. En una contra y un rebote, el recreativista Sergio Chinchilla fue bien tapado por Alfonso.

Karim volvió a tener otra diáfana a continuación tras la acción inteligente de Manchón, el mejor del partido. La rozó Telles, otro destacado con el clarividente Clausí, pero fallaba la definición en los extremeños, como tantas veces esta temporada.

Rubén Solano protesta una falta desde el suelo.

Rubén Solano protesta una falta desde el suelo. / Sergio Vela

Avanzaba a cuentagotas el equipo onubense, aunque sin excesos, más preocupado de ralentizar. El partido se trabó más, y ya es decir, con los futbolistas visitantes en el césped tras una jugada sí y la siguiente también. Y todo esto, con los gritos de ‘corrupción en la federación’ y ‘manos arriba, esto es un atraco’ por la diferente vara de medir del trencilla, también en las tarjeta., muchísimo más magnánimo con los visitantes.

Salió Iván Fernández, después lo harían Sanchidríán, David Grande y Bermu. A por todas fue Cobos, pero ya no había claridad en el último pase porque el oponente no daba un resquicio. Tampoco estaba ya Samu Manchón.

El partido degeneró en calidad, que no en disputa y ganas. El Cacereño ya no tuvo la mente fría para generar peligro y el final fue más bien insípido ante un perfecto Recreativo en defensa, cualidad que le puede valer un ascenso, pero no que los puristas del fútbol alaben su propuesta. Más bien al contrario. El decano Cacereño había dejado vivo al eterno Recre, pero aún no está todo escrito. Resta lo más emocionante. Resta el juicio final y el CPC cuenta. Y no poco. Hay veces que aparece la justicia divina, dicen.

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