Unos pocos afortunados podrán mañana ser los primeros en España en conectarse a la red móvil 5G, la nueva tecnología de red que cambiará las comunicaciones y que hará posibles las ciudades inteligentes por sus características: mayor velocidad de descarga, más dispositivos conectados al mismo tiempo, menos latencia... El primer despliegue comercial es de Vodafone, se lanzará mañana en algunos barrios de 15 ciudades (entre ellas Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza...) y, si se tiene móvil y tarifa compatible, ya se podrá bajar una película 10 veces más rápido que con 4G. Pero además de las ventajas tecnológicas, otra consecuencia es que España entra en plena guerra digital mundial, pues el operador británico usará equipos de red de la china Huawei, acusada por EEUU de espionaje.

La apuesta de Vodafone por esta red es solo el primer paso de una revolución tecnológica cuyo gran despliegue no llegará hasta el 2021 -Telefónica, Orange y MásMóvil lo lanzarán cuando se pueda ofrecer a pleno rendimiento- y que no se prevé que alcance la mayoría del territorio hasta el 2024. Para hacerlo, los operadores deberán elegir qué tecnología usar: si la del gigante chino Huawei o la de las firmas europeas Ericsson y Nokia, grandes competidores pero con tecnología a priori menos desarrollada que Huawei.

España, pues, entra en la guerra por el control de la tecnología mundial, siendo uno de los primeros países que disfrutan de un primer contacto con la banda ultra rápida, como Finlandia, Suiza o Reino Unido, aunque todavía está lejos de la apuesta en Asia (Japón, China y Corea) y EEUU. Además de los equipos, para el despliegue se requieren derechos de uso del espectro radioeléctrico (por donde viajan los datos), y según la Comisión Europea, España es uno de los países mejor preparados para el 5G de una lista que lideran Finlandia e Italia.

El espectro es un recurso natural, de dominio público y limitado, que está formado por una especie de autopistas (frecuencias) por la que viajan las ondas de telecomunicaciones (radio, televisión o internet). Al ser público, lo administra el Estado, que debe repartir las frecuencias -al 5G se le ha asignado la banda de los 3,4-3,8 GHz, la de los 700 MHz y la de los 26 GHz- y trocearlos por compañías.

LAS SUBASTAS / La mejor forma que se ha encontrado en el caso de las telecos es mediante subastas, aunque ello tampoco se escapa de la polémica: la GSMA, asociación mundial de operadores móviles, advierte de que «las subastas diseñadas para maximizar los ingresos públicos pueden perjudicar gravemente a los usuarios». El coste de ese espectro dispara la inversión y puede ralentizar el despliegue por los menores recursos para comprar equipos. Además, el sobrecoste afecta al precio que pagan los clientes.

España subastó la banda de los 3,6-3,8 gigahercios el año pasado y sobre esa es sobre la que Vodafone (3,7 GHz) realiza este primer conato de despliegue. Pero aún queda por asignar la de los 700 megahercios, prevista para el primer trimestre del 2020 con el objetivo de liberar el espectro en junio de ese año. Y para ello las televisiones -que ahora ocupan este espacio- deberán cambiar de frecuencia (a la de los 600 MHz), en lo que se conoce como segundo dividendo digital.

A falta de que se diseñe la subasta española, la polémica ha surgido en Europa por los altos precios pagados. Primero fue Italia, con un récord recaudatorio de 6.500 millones el año pasado (subastó la banda de 700 MHz, la de 3,7GHz y la de 26GHz), y ahora ha vuelto con Alemania, que inició su subasta en la banda de 2 GHz y 3,6 GHz con la previsión de recaudar 5.000 millones y cerró las pujas con 6.550 millones de recaudación. Ambos casos han abierto la caja de pandora: ¿recaudar dinero para el Estado de bienestar o desarrollar infraestructuras para el futuro del país?

La polémica ha llegado hasta España, donde el Gobierno ha afirmado que no esperan ser «especialmente onerosos». La experiencia le da la razón: la subasta en la banda de 3,6-3,8 GHz se cerró por 437 millones, aunque si se les suman los intereses y la tasa por reserva de espectro se alcanzarán los 1.410,7 millones.

La clave será la subasta de los 700, en la que el Ejecutivo justificó el retraso como un guiño a las telecos para que fuese lo más pegada a la liberación de frecuencias y que las operadoras con red -Telefónica, Vodafone, Orange y MásMóvil- no tuvieran que esperar años para desplegar el 5G, como ya ocurrió con el 4G. España inicia una nueva era del control de la tecnología que dará paso a un sector en el que serán más comunes las inversiones conjuntas y en el que un operador neutral podría ser protagonista.