«Es un perfil original. No ha presidido ningún banco central y había dicho públicamente que no era candidata a ningún puesto europeo. Pero encaja en su carrera. Tiene la costumbre de ser de las primeras». Probablemente Christine Lagarde (París, 1956) habría esperado unas palabras menos mordaces de un compatriota que ocupó la presidencia del BCE entre el 2003 y el 2011, pero Jean Claude Trichet no mintió.

Responsable de la cartera de Economía de Nicolas Sarkozy entre el 2007 y el 2011, Lagarde fue la primera mujer en presidir el mayor gabinete americano de abogados, la primera ministra de Finanzas del G-7, la primera directora gerente del FMI y muy pronto la primera mujer al frente del BCE.

Desde su 1,80 de altura se ha hecho experta en romper techos de cristal vestida de Chanel y es una abanderada de la contribución femenina a la economía mundial. Ha llegado a decir que si Lehman hubiera sido sisters en lugar de brothers, el mundo sería hoy diferente.

La revista Forbes la consideró hace un año la tercera mujer más poderosa del mundo y su nombramiento para suceder el viernes al italiano Mario Draghi, que ha dejado huella, logró la bendición unánime de París y Berlín.