Si algo ha puesto de manifiesto la pandemia es que todas nuestras seguridades pueden ser cuestionadas. Por ello, esta reflexión a la que un año más nos invita Prensa Ibérica en este suplemento de Perspectivas, quiero hacerla más que nunca desde la humildad.

Sí sabemos que estamos en un momento de inflexión, que va más allá de la recuperación post covid. Se trata de reinventar la economía y avanzar hacia un nuevo modelo, más sostenible e inclusivo, en el que la descarbonización es y va a ser un pilar fundamental.

Sobre ello venimos hablando largo y tendido, muy especialmente durante el último año, el conjunto de la sociedad y por supuesto el sector energético. Globalidad, innovación, digitalización, sostenibilidad, tecnología, regulación, resiliencia… las palabras y las líneas generales que centran la conversación sobre la descarbonización y la reconstrucción son de sobra conocidas por todos.

Por eso quiero poner el acento en lo que verdaderamente nos va a permitir pasar a la acción: que esa recuperación económica y social la impulsemos con proyectos concretos. En el caso de Enagás, tenemos 55 proyectos de gases renovables en España, 34 de hidrógeno y 21 de biometano, junto a más de 60 socios. Porque nuestro enfoque es muy claro: es la colaboración y el sumar fuerzas lo que nos va a permitir sacar adelante estos proyectos transformadores.

Varios de ellos tienen un foco muy claro en la creación de empleo, especialmente en las zonas de España más impactadas por la transición energética. Un ejemplo es Green Hysland, en Mallorca, en los terrenos de una antigua cementera de Cémex y junto con Acciona, IDAE y Redexis. Es el primer proyecto que va a producir hidrógeno verde en España. Otro es el de La Robla, en León, una zona tradicionalmente minera, donde junto con Naturgy pondremos en marcha otra gran planta de hidrógeno verde en el terreno de una antigua central térmica.

Otra línea de acción de nuestros proyectos de gases renovables es ayudar a la industria —y al transporte pesado— a seguir descarbonizándose, garantizando su competitividad. Y un paso puede ser sustituyendo el hidrógeno gris que ya consumen estas industrias por hidrógeno verde. Ahí jugarán un papel importante los valles o hubs de hidrógeno, como el de Cataluña y otros en los que Enagás participa, y que son el primer impulso tecnológico. También proyectos con compañías industriales punteras, como LatemAluminium, con quien vamos a impulsar dos plantas de producción de hidrógeno verde en dos de sus factorías en Castilla y León. Este va a ser un proyecto de referencia para abrir camino a la producción de aluminio verde.

Además, recientemente hemos puesto en marcha en Burgos junto a Suma Capital la primera instalación industrial privada de biometano con conexión a la red gasista española, que evitará emitir en torno a 30.000 toneladas equivalentes de CO2 y contribuirá a la economía circular.

Otro foco de estos proyectos es el tecnológico, y un ejemplo es el innovador proyecto Sunrgyze con Repsol, con el que ya hemos desarrollado, patentado y validado en una planta piloto una tecnología pionera para producir hidrógeno a partir de agua y energía solar.

Si cada compañía somos capaces de poner en marcha proyectos concretos, sostenibles en el largo plazo, rentables por sí mismos —con independencia del apoyo que puedan suponer los fondos europeos—, que impliquen tecnologías innovadoras, que impulsen una industria competitiva y creen riqueza y empleo para el país, entonces sí estaremos empujando hacia una transformación real de la economía española.