El puzzle del Fit for 55, la batería de propuestas de la Comisión Europea para reducir las emisiones de CO2 al menos un 55% para 2030, previo paso a alcanzar la neutralidad climática en 2050, ha dado esta pasada madrugada un paso de gigante. Tras una larga jornada de negociaciones de diecisiete horas, que se prolongaba hasta pasadas las dos de la madrugada del miércoles, los ministros de medio ambiente de la UE han conseguido cerrar un acuerdo político sobre cinco propuestas legislativas del paquete clima, incluida la prohibición de vender coches con motor a combustión a partir de 2035. Las concesiones introducidas para superar las resistencias de algunos Estados miembros auguran, sin embargo, una negociación final complicada, tras el parón estival, con los negociadores de la Eurocámara para cerrar un acuerdo definitivo.

“Una victoria política y el conjunto de leyes más ambiciosas del mundo para lograr nuestros objetivos climáticos”, ha celebrado la ministra de medio ambiente y presidenta de turno de la UE, Angès Pannier-Runacher. “Un largo pero buen día para la acción climática: las decisiones del Consejo sobre el FIt for 55 son un gran paso para cumplir con el Pacto Verde Europeo”, ha añadido el vicepresidente de la Comisión, Frans Timmermans, que ha recordado que el abandono de los combustibles fósiles es más urgente si cabe tras la invasión rusa de Ucrania.

Sobre la mesa de los Veintisiete este pasado martes había cinco elementos centrales del paquete clima: la revisión del régimen de comercio de derechos de emisión de gases de efecto invernadero, la nueva senda sobre el reparto del esfuerzo, la revisión de las emisiones y absorciones de gases de efecto invernadero derivadas del uso de la tierra y la silvicultura, la revisión de las normas sobre emisiones de CO2 de los turismos y los vehículos comerciales ligeros nuevos, así como el nuevo fondo social para el clima

El acuerdo final no toca las grandes cifras ni objetivos propuestos por Bruselas. En primer lugar, terminar con la comercialización de vehículos con motor de combustión a partir de 2035, una fecha que pedían retrasar cinco años países como Italia, Portugal, Bulgaria, Rumanía o Eslovaquia, pero que finalmente se mantiene intacta -la misma que ha fijado la Eurocámara- lo que significa que a partir de entonces no se pondrán vender coches nuevos de gasolina o diésel, tan solo vehículos de emisiones cero como los eléctricos o de hidrógeno. La norma fija además un objetivo intermedio de reducción de emisiones de CO2 para 2030 del 55% para vehículos y del 50% para furgonetas. Además, Bruselas tendrá que revisar los progresos en 2026 teniendo en cuenta los avances tecnológicos, incluidas las tecnologías híbridas y la viabilidad e impacto de la transición.

Menos dinero para el fondo

El acuerdo también incluye la reforma del sistema de comercio de emisiones por el que desde 2005 se gravan las emisiones de unas 11.000 plantas industriales y el sector de la aviación. Según el pacto, las emisiones cubiertas tendrán que reducirse un 61% para 2030, respecto a los niveles de 2005. La idea además es ampliar el sistema y cubrir también al sector marítimo -aunque con concesiones para las islas más pequeñas y las regiones ultraperiféricas- e introducir un sistema similar en edificios y transporte a partir de 2027. Una iniciativa destinada a incentivar alternativas más limpias que ha generado tensiones por la factura que podría suponer para los hogares y el riesgo de activar nuevos movimientos como los chalecos amarillos de Francia.

Para frenar las resistencias de algunos Estados miembros y compensar el coste extra, el plan incluye un nuevo Fondo Social para el Clima, con el que apoyar a los países más vulnerables en su transición ecológica y luchar contra la pobreza energética y que se financiará en parte con el sistema de comercio de emisiones. El volumen total de este fondo, sin embargo, será muy inferior al propuesto inicialmente por Bruselas. En vez de los 72.000 millones de euros sugeridos por la Comisión Europea el acuerdo final incluye un montante de 59.000 millones. Un tijeretazo con el que se ha conseguido finalmente contentar a los países nórdicos, Alemania o Países Bajos que consideraban la cantidad inicial demasiado elevada y que han batallado por recortarla hasta el final.