Perspectivas más sombrías. El Banco Central Europeo (BCE) ensombrece el ritmo de la economía de cara a la segunda mitad del año en su último Boletín Económica mensual. "La inflación sigue siendo indeseablemente alta y se espera que se mantenga por encima del objetivo del consejo de gobierno [del BCE] durante algún tiempo. Los últimos datos indican una desaceleración del crecimiento, lo que empaña las perspectivas para la segunda mitad de 2022 y más allá".

La entidad que aplicó en su reunión de julio una subida de de 0,50 puntos en los tipos de interés, tras haber anunciado que sería de 0,25, último y un mecanismo para frenar la escalada de las primas de riesgo de la deuda de los países, incide en el efecto que produce la escalada generalizada de los precios, que en España se situó en julio en el 10,8%, al nivel de hace 38 años y en el 8,6% en junio en la zona del euro.

En España, donde los alimentos pesan más que la media europea en la cesta de la compra, los precios se ha disparado más. Un ejemplo es el aceite, que en un año y medio ha escalado más del 56% y los cereales se han encarecido un 17%, los lácteos y huevos, un 16%, y la carne, un 10% durante el mismo periodo, por encima de la media europea, según un estudio del Banco de España sobre el impacto del alza de las materias primas alimentarias en los precios finales.

El informe subraya que "la actividad económica de la zona del euro se está desacelerando" y que "la agresión injustificada de Rusia hacia Ucrania es un lastre continuo para el crecimiento". En este sentido destaca el freno para el crecimiento que supone la escalada de la inflación, así como "las continuas restricciones de suministro y una mayor incertidumbre". Y alerta de que las empresas continúan enfrentando costes más altos e interrupciones en sus cadenas de suministro, aunque hay señales de que algunos de los cuellos de botella en el suministro se están aliviando.

Al lo largo del segundo y el tercer trimestre, en todo caso, la actividad económica continúa beneficiándose de la reapertura de la economía, que se apoya esencialmente el sector de los serviciosun mercado laboral fuerte y el apoyo de la política fiscal. "A medida que las personas comienzan a viajar nuevamente, se espera que el turismo ayude a la economía en el tercer trimestre de este año. El consumo está siendo respaldado por los ahorros que los hogares acumularon durante la pandemia y por un mercado laboral sólido", agrega.

A su vez, la política fiscal está ayudando a amortiguar el impacto de la guerra en Ucrania para quienes son los más afectados por los precios más altos de la energía. En todo caso, deben diseñarse medidas temporales y específicas para limitar el riesgo de alimentar presiones inflacionarias", alerta.

Menor crecimiento industrial

En junio, índice de directivos de compras (PMI, por sus siglas en inglés) de producción manufacturera indicó una contracción por primera vez desde junio de 2020, cayendo por debajo de 50. Esto indicó un debilitamiento de la actividad en el sector manufacturero, particularmente debido a las graves interrupciones en la cadena de suministro, los altos precios de las materias primas como resultado de la invasión rusa de Ucrania y el aumento de la incertidumbre general.

Además, el PMI de nuevos pedidos de fabricación siguió cayendo en junio, mientras que los plazos de entrega de los proveedores del PMI mostraron que, aunque los cuellos de botella de la oferta se mantuvieron firmes en junio, se aliviaron un poco. Por el contrario, la actividad en el sector de los servicios se recuperó en el segundo trimestre de 2022 y se estima que se fortalecerá aún más en el tercer trimestre.

El Indicador de Sentimiento Económico (ESI) de la Comisión Europea disminuyó levemente en junio, lo que indica una desaceleración del crecimiento en el segundo trimestre. Si bien la confianza empresarial mejoró algo en la industria y los servicios, se deterioró en los sectores minorista y de la construcción. Como reflejo de las preocupaciones persistentes sobre la alta inflación en medio de una elevada incertidumbre y graves interrupciones en la cadena de suministro, la confianza del consumidor disminuyó aún más en julio a un nivel inferior al registrado al comienzo de la crisis de covid-19.