CRISIS ENERGÉTICA

Las eléctricas recortan la quema de gas de sus centrales tras un año de récord

Los ciclos combinados reducen un 25% su consumo de gas en noviembre, pero aún acumulan un fuerte incremento de su demanda de más de un 60% desde enero y este año serán la mayor fuente de producción de electricidad en plena crisis

La central de gas de Soto de Ribera, en Asturias.

La central de gas de Soto de Ribera, en Asturias. / EFE

David Page

Las eléctricas frenan la quema de gas tras un año de consumo disparado. La demanda de gas del sistema eléctrico -destinada a la producción de electricidad en las centrales de ciclo combinado- registró un fuerte un descenso del 25% en noviembre tras un año completo de actividad récord, hasta 9.522 gigavatios hora (GWh), según los registros de Enagás, el gestor del sistema gasista español.

Entre enero y noviembre, la quema de gas para producir electricidad se ha disparado más de un 61%, hasta rozar los 129.900 GWh, mientras que la demanda convencional de gas -la de los hogares y la industria- acumula un descenso de casi un 19% en plena crisis energética y de espiral de precios del gas en los mercados internacionales.

Hasta el parón del mes pasado, el incremento acumulado del consumo de gas para producir electricidad en lo que iba de año rozaba el 78%, tras registrarse varios meses en que la demanda se ha duplicado e incluso triplicado en relación a los mismos periodos del año anterior. Sólo entre enero y agosto el sistema eléctrico español ya había quemado tanto gas en sus ciclos combinados como en todo 2021.

El frenazo del uso de las centrales de gas se produce por la recuperación de la producción de la eólica. Gracias a los fuertes vientos registrados el mes pasado, las plantas de aerogeneradores han conseguido disparar su funcionamiento y se colocaron en noviembre como la tecnología con mayor producción de electricidad por primera vez desde el pasado mayo y desbancando a las centrales de gas.

La eólica concentró casi un tercio de toda la generación eléctrica del país en el último mes, con una cuota del 31% del total de energía producida, con más de 6.700 gigavatios hora (GWh), según los registros de Red Eléctrica de España, el gestor del sistema eléctrico nacional. Las eléctricas produjeron en noviembre con sus plantas de gas el 22% de la oferta total, con casi 4.800 GWh. Las centrales nucleares, tradicional fuente de producción estable, se han quedado con una cuota del 19,5% y una producción de algo más de 4.200 GWh.

La mayor aportación de las renovables, acompañada a la menor producción del gas y la caída de los mercados internacionales de gas de las últimas semanas, ha hecho que noviembre se convirtiera en el mes con un precio en el mercado eléctrico español más bajo de toda la crisis energética, desde agosto de 2021, con una media de 124 euros por megavatio hora (MWh).

Un año enganchados al gas

Durante todo el verano y lo que llevábamos de otoño, varios factores se habían unido para empujar al sistema eléctrico a engancharse a los ciclos combinados (las centrales que queman gas) para cubrir todo el consumo requerido. La sequía ha hecho que la generación de las hidroeléctricas se haya desplomado a la mitad que el año pasado, durante meses la aportación de la eólica ha venido siendo mucho menor de la esperada, y las exportaciones de electricidad a Francia y Portugal se han disparado hasta máximos históricos por los propios problemas de los países vecinos (el parón de la mitad del parque nuclear galo y los estragos de la sequía en un mercado tan dependiente de la hidroeléctrica como el luso).

Las centrales de gas terminarán el ejercicio previsiblemente como la principal tecnología de generación eléctrica en el país, concentrando una cuarta parte de toda la energía producida y batiendo a la nuclear y a la eólica, que previsiblemente en el conjunto de 2022 aportarán cada una en torno a un 20% de la generación eléctrica.

La mayor aportación del gas (y también del carbón) ha hecho que el sistema eléctrico ya haya superado con creces las emisiones de CO2 acumulados en todo 2021. España rompe así la tendencia de reducción de emisiones de los últimos cuatro años y que le ha llevado a marcar niveles mínimos históricos en los últimos tres años de manera consecutiva gracias al progresivo declive del carbón, la expansión de las renovables y la demanda eléctrica contenida por la menor actividad económica durante la pandemia.