La euforia de los ahorradores por la deuda pública se mide en millones. Los hogares españoles, así, cerraron el año pasado con 3.233 millones de euros invertidos en valores del Estado: 1.826 millones en letras a corto plazo y 1.407 millones en bonos y obligaciones de más largo vencimiento. La cifra, la más alta desde 2015, es 2.226 millones y un 68,8% superior a la del cierre de 2021, gracias sobre todo al espectacular incremento de la cartera de letras en manos de los particulares (en 1.809 millones, desde los 17 millones de un año antes; mientras que la de bonos y obligaciones subió en 417 millones y un 42%), según los datos publicados este miércoles por el Banco de España

Se trata de la primera subida anual de la cartera de deuda del Estado en manos de las familias desde 2015, si bien en aquel ejercicio la cifra era más elevada (4.535 millones). La razón de este creciente interés de los ahorradores por la deuda, disparado desde el pasado octubre, estriba en que la subida de tipos del Banco Central Europeo (BCE) para combatir la espiral inflacionista —tres puntos desde julio, hasta el 3%— se ha trasladado de forma notable al interés de los valores del Tesoro, todo lo contrario a lo que ha pasado con la remuneración de los depósitos bancarios, el producto de ahorro por antonomasia para los hogares españoles.  

Eso sí, hay que poner las cosas en perspectiva: los particulares apenas acaparaban al cierre de diciembre el 0,26% de la deuda estatal española en circulación (1,23 billones de euros), un porcentaje que viene cayendo de forma más o menos constante desde el tampoco muy elevado 2,34% de 2002, si bien repuntó respecto al 0,09% de 2021. El 45,9% está en manos del BCE tras las compras de los últimos años, por delante incluso de los inversores extranjeros con el 40%, que en 2021 eran los primeros, y también de los inversores españoles no minoristas: bancos (13,6%), aseguradoras (7,2%), fondos de inversión (2,3%), administraciones públicas (1,5%), fondos de pensiones (0,8%), empresas no financieras (0,2%) y resto de intermediarios financieros (0,1%). El Tesoro confía en que los inversores privados sean los que vayan sustituyendo al banco central a medida que este se deshaga gradualmente de su cartera. 

Más interés

El interés de los particulares por la deuda pública, sobre todo en los plazos más cortos, se ha disparado en las últimas semanas, como demostraron las colas registradas en las sedes del Banco de España para comprarla antes de que se obligara a solicitar cita previa o los problemas que ha sufrido la web del Tesoro, dos vías más baratas para adquirirla que a través de los bancos. Solo en enero, el Tesoro vendió 400 millones de deuda a través de su web, más que en todo 2022, y en las cinco primeras semanas del año recibió solicitudes por valor de 1.100 millones, 700 millones en las últimas dos semanas.

El tipo medio de la deuda pública en circulación, así, se situó al cierre del año pasado en el 1,727%, desde el 1,636% de un año antes, en la que fue su primera subida desde 2011. Más representativo para entender el renacido interés de los hogares son los tipos de las nuevas emisiones de deuda. Un ejemplo: el de las letras a seis meses pasó del -0,66% en las subastadas en diciembre de 2021 (el Estado devolvía al inversor menos dinero del que le había prestado) al 2,04% del pasado diciembre. En el inicio de este año la tendencia alcista ha continuado: las letras subastadas en febrero se han colocado a un interés de entre el 2,52% y el 2,998%

Frente a estos tipos, el interés medio de los nuevos depósitos bancarios en diciembre fue del 0,64%, frente al 0,06% de un año antes y el 1,83% de media de la zona euro. Los grandes banqueros del país, así, han confirmado en las últimas semanas lo que era una evidencia desde hace meses: no están aumentando la remuneración de los depósitos pese al alza de tipos oficiales del BCE, lo retrasarán todo lo que les sea posible gracias a su amplia posición de liquidez, y en ningún caso será una subida de tipos sustancial ni generalizada.

Más beneficio del cliente

Detrás de esta estrategia está que el alza de tipos del BCE permite a los bancos obtener una mayor rentabilidad de sus clientes, algo que no quieren dejar escapar tras ocho años de precio oficial del dinero en negativo. Mientras el tipo medio del saldo de depósitos apenas subida del 0,4% al 0,18% entre diciembre de 2021 y del año pasado, el euríbor se disparó del -0,5% al 3,018% (con el consiguiente alza de las cuotas hipotecarias) y el tipo de los nuevos créditos para la compra de vivienda se incrementó del 1,38% al 2,91% (en línea con el 2,94% de la zona euro).

Frente a una inflación media anual del 8,4%, tanto la deuda pública como los depósitos supusieron el año pasado una pérdida de poder adquisitivo para los hogares, pero menor en el caso de los títulos soberanos. Lo previsible es que la ventaja a favor de los valores del Tesoro se mantenga en 2023. El BCE, así, ha confirmado que prevé seguir subiendo los tipos de referencia (el mercado espera que los lleve hasta entre el 3,5% y el 4,5%). Y pese a ello, los expertos prevén que el interés medio de los depósitos no vaya mucho más allá del 2% en un plazo de entre uno y dos años, o incluso se quede por debajo.

En lugar de pagar por los depósitos, los bancos están animando a sus clientes ahorradores a contratar fondos de inversión, sobre todo de deuda pública y empresarial o capital garantizado, que les permiten cobrar más comisiones. Según Inverco, las nueve mayores gestoras del mercado español, que pertenecen a los principales bancos del país, elevaron en enero su número de clientes en 8.493 respecto a diciembre, hasta los 14,6 millones, y registraron suscripciones netas por valor de 2.790 millones de euros (8.257 millones en entradas y 5.466 millones en retiradas). Para el conjunto de gestoras, por su parte, la cifra fue de 3.202 millones y de forma abrumadoramente mayoritaria (2.726 millones, el 85%) el dinero fue a parar a fondos de renta fija pública y privada.