Una parte de cada factura de electricidad se destina a pagar la enorme deuda todos los clientes llegaron a acumular por años y años en que los ingresos no eran suficientes para cubrir todos los reconocidos del sistema eléctrico. Unos desajustes que se tradujeron en un pufo milmillonario que fue cebándose desde los primeros años del siglo y cuyos efectos aún se arrastran.

Los consumidores españoles empezaron a pagar esa ‘gran hipoteca’ en 2003 y no la saldarán hasta 2028. Hasta ahora el recibo de la luz ha cargado con casi 32.000 millones hasta el cierre del año pasado, y aún queda por pagar otros 10.465 millones más en los próximos seis años (10.016 millones de deuda restante y unos 450 millones en intereses), según las últimas estimaciones de la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC).

Los españoles aún tienen que pagar en su recibo de luz 10.500 M para tapar el agujero de Zapatero y Aznar. CNMC

En total, el coste del agujero eléctrico cargado en la factura de luz superará los 42.400 millones (deuda más intereses) a lo largo de más de dos décadas y media. Sólo esté año, la factura de los españoles cargará con más 2.300 millones de euros para pagar deuda como parte de los cargos regulados que fija el Gobierno, con los que financia costes ligados a la política energética (la retribución a las renovables reguladas, el sobrecoste de los territorios extrapeninsulares… y también esa deuda acumulada).

En un primer momento los consumidores debían esa deuda acumulada a las propias compañías eléctricas, que eran las que durante años asumieron la diferencia en sus balances y financiaban el desfase entre ingresos y costes reconocidos. Pero a partir de 2011, ese milmillonario roto se fue titulizando y colocando en los mercados financieros, y las eléctricas fueron cediendo los derechos de cobro de la deuda a fondos de inversión y bancos.

Socavón financiero

Los desajustes entre costes e ingresos del sistema eléctrico venían de muy lejos, pero fue en 2000 cuando el Gobierno de José María Aznar permitió que no se pagara a las eléctricas todo lo que costaba el suministro, que ese desfase se convirtieran en deuda y, con ello, ir abriendo un agujero financiero para poder embridar la inflación y cumplir los criterios de Maastricht para entrar en el euro.

El agujero acabó disparándose de manera desorbitada, especialmente por los años de reparto de primas a las nuevas renovables con los Gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero. El Ejecutivo incentivó el despliegue de energías verdes con retribuciones garantizadas que sumaron costes disparados por no haber puesto límites a la construcción de nuevas instalaciones que podían acogerse a las ayudas.

Durante años lo que los consumidores pagaban con sus recibos de luz no era suficiente para cubrir todos los costes reconocidos del sistema eléctrico. El enorme agujero, el conocido como déficit de tarifa, creció de manera descontrolada hasta alcanzar un pico de endeudamiento de los 28.700 millones de euros en 2013. Fue el resultado de 14 años consecutivos de déficits, hasta que los duros recortes y subidas de impuestos de la reforma eléctrica del primer Gobierno de Mariano Rajoy hicieron que a partir de 2014 el sistema eléctrico empezara a acumular superávits durante un lustro.

Durante los cinco años en que hubo más ingresos que costes, se acumuló un remanente de más de 1.500 millones de euros. Una suerte de hucha de la luz que los Gobiernos de Rajoy y posteriormente los de Pedro Sánchez han ido utilizando para pagar compensaciones a las eléctricas por decisiones del Tribunal Supremo tumbando normativas energéticas y para cubrir los desajustes de los años posteriores, con lo que se ha conseguido evitar de manera oficial la vuelta al déficit de tarifa (solo formalmente, sin esas inyecciones u otras partidas presupuestarias excepcionales sí se habría registrado).