Cuando se hablaba de teletrabajo antes de marzo de 2020, la posibilidad de poder trabajar desde casa, aunque fuese un día a la semana, era un privilegio al alcance de pocos, pues tan solo lo desempeñaban un 4,8% de los trabajadores en nuestro país, según datos del INE. El teletrabajo era una concepción impensable para muchas empresas o trabajadores que creían que esta modalidad era exclusiva de algunas compañías tecnológicas y digitales. Pero, con la irrupción de la pandemia, la mayoría de ellas se vieron en la obligación de establecer esta nueva modalidad que, sin embargo, va camino de convertirse en una fórmula consolidada para muchas empresas.

Como consecuencia, la disyuntiva ante la que se encuentran ahora la mayoría de las compañías es la de decidir el modelo a adoptar para el futuro barajando tres opciones principalmente: continuar trabajando desde casa, adoptar un modelo híbrido o la vuelta íntegra a las oficinas. Es interesante preguntarse qué modalidad de trabajo es la más adecuada para continuar con las funciones profesionales, pero es una cuestión que, a día de hoy, sigue sin tener una respuesta unánime, pues no hay consenso que apoye al 100% una única forma de trabajo ni puede implantarse en todos los sectores de la misma forma.

En este contexto hay otra realidad a tener en cuenta y es que, a lo largo de este año y medio, las empresas han tenido que evolucionar para adaptarse y lo han hecho más por necesidad que por convicción. A pesar de ello, en la gran mayoría de los casos, este impulso les ha llevado a comprobar que es una modalidad perfectamente válida para muchas organizaciones que no la utilizaban y que no sólo no ha supuesto un problema sino que ha aumentado la productividad y el bienestar de los empleados.

Esta evolución no ha sido la misma para aquellas empresas que, aunque escasas, ya apostaban por el teletrabajo previamente a la pandemia, que para aquellas que encontraron en el trabajo en remoto una alternativa necesaria para prevenir contagios y poder continuar con su actividad. En todos los casos, ya fuera el punto de partida una ausencia total de teletrabajo o un grado más avanzado de implantación, las empresas deben tener en cuenta que una adecuada implementación y aceptación del trabajo en remoto nace de una cultura y de una organización específica. 

Y es que el teletrabajo es mucho más que trabajar desde casa, es una nueva manera de trabajar, tanto a nivel de colaboración en y entre los equipos, como en la manera de desempeñar las tareas en un puesto de trabajo, y, como todo contexto, tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Requiere una adaptación específica de los métodos de trabajo en una organización para que podamos obtener lo mejor del teletrabajo, mitigando los posibles efectos adversos como pueden ser el aislamiento y menor comunicación, ansiedad y estrés por la dificultad de separar la vida profesional de la personal, menor cohesión en los equipos, o una disponibilidad absoluta que nos inunda de reuniones la agenda. Nada que no se haya vivido en las empresas en el último año y medio.

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Por tanto, la implantación del teletrabajo debe ir acompañada de un cambio de mentalidad, cuyo eje sean las personas, para intentar adoptar esta nueva forma de trabajo de la manera más rápida y eficaz posible. Aquellas compañías que aún estén centradas en que los líderes se orienten a la tarea, la microgestión de las personas del equipo, apenas percibirán un beneficio en el teletrabajo, como tampoco en ninguna de las distintas modalidades de trabajo. En cambio, aquellas empresas que, como cultura y políticas internas, están centradas en la persona y la empoderen con un alto grado de delegación, se orienten a objetivos y cuyo liderazgo, por parte de los diferentes niveles de líderes de equipos, permita el desarrollo de las personas, son empresas en las que las maneras de trabajar, ya sea presencial o remota, sacan lo mejor de cada individuo y del equipo.

Llegados a este punto, debemos dar por sentado que el teletrabajo ha venido para quedarse como demuestra el informe anual 'Randstad Employer Brand Research 2021', que afirma que el 43% de los trabajadores prefiere empleos en los que tengan la posibilidad de teletrabajar. Por tanto, el debate no es "teletrabajo sí o no", sino si la empresa ha comenzado el camino hacia ese cambio cultural centrado en las personas que debe llevarse a cabo para sacar todo el partido de esta modalidad de trabajo, implementarlo de forma eficaz y mejorar en términos reales el rendimiento de los trabajadores y, por tanto, de la empresa.