Las urnas en Brasil han cerrado y los ciudadanos ya han decidido que Lula da Silva sea el nuevo presidente del país tras cuatro años de mandato de Jair Bolsonaro. Lo que ocurra en esta economía emergente importa y mucho a las empresas españolas que mantienen allí inversiones por valor de 40.000 millones de euros, según datos de la Secretaría de Estado de Comercio. El gigante latinoamericano representa un tercio del Producto Interior Bruto (PIB) de todo el subcontinente. Es un país con un mercado de 200 millones de consumidores que los últimos años ha registrado un crecimiento casi plano. El principal reto del nuevo presidente será aprovechar toda la potencialidad económica de la nación para relanzar el PIB. De momento, las promesas de Lula han ido encaminadas a subir el salario mínimo y revertir algunas privatizaciones de empresas públicas que han llevado a cabo anteriores ejecutivos.

Este filón es el que han visto las empresas españolas, que han situado a Brasil como el segundo destino para sus inversiones en el subcontinente, solo por detrás de México. Las exportaciones españolas alcanzan los 2.360 millones en ventas, según datos de la Cámara de Comercio Brasil-España. Buques insignia de la economía española, como Banco Santander, han apostado por invertir en el país carioca. La compañía se ha convertido en el tercer mayor banco privado y obtuvo un beneficio superior a los 2.000 millones. Cuenta con 57.300 empleados, 56,2 millones de clientes, más de 2.000 oficinas y Santander Brasil aporta un 27% de las ganancias totales del grupo.

También Telefónica, una de las mayores empresas de telecomunicaciones en España, tiene en Brasil su filial más importante en el extranjero. Sus negocios en el país le han reportado hasta el 19% de sus ingresos totales y su cartera de clientes llega a los cien millones. En el terreno energético, Neoenergía, filial de Iberdrola en Brasil, es la mayor empresa eléctrica cotizada del país, presente en 18 estados. En el caso del sector turístico, también Meliá ha realizado inversiones en Brasil con la gestión de una docena de hoteles.

Brasil se ha convertido en el segundo mercado que más ha aportado al beneficio de la asegurado Mapfre en los nueve primeros meses del año, con 93 millones de euros, un 86% más que en el mismo periodo del año anterior, por la menor siniestralidad del covid y la mayor rentabilidad de la carteras de inversión. La compañía mantiene en el mercado brasileño primas por valor de más de 3.000 millones de euros, casi la mitad de las que tiene en España.

Necesidad de crecimiento

Brasil es una de las mayores potencias agrícolas del mundo, el segundo mayor producto mundial de soja después de Estados Unidos y es uno de los mayores exportadores del mundo de carne de vacuno y de pollo. También produce petróleo y energías renovables. A pesar estas potencialidades, el principal problema “económico” del país es su dificultad para seguir creciendo.

El país decreció en 2016 un 3,3% y entre 2017 y 2019 no consiguió crecimientos superiores al 2%, según datos del Banco Mundial. La pandemia supuso un varapalo y el decrecimiento alcanzó el 3,9%. En 2021, la economía rebotó y se consiguió un crecimiento de hasta el 4,6%.

Entre 2003 y 2010 el gasto social se incrementó bajo los gobiernos de Lula con el objetivo de reducir la pobreza de las clases populares. En 2010 se llegó a registrar un crecimiento de hasta el 7,5%. Pero la crisis financiera llegó y el sector público se quedó sin margen de maniobra por la subida de la deuda y el déficit. El gasto se convirtió en un lastre. En 2016 Dilma Rousseff, sucesora de Lula da Silva, abandonó el gobierno por los escándalos de corrupción y centrista Michel Temer y el ultraderechista Jair Bolsonaro han intentado desde entonces introducir reformas para limitar el peso del Estado en la economía, introducir un techo de gasto, reformas las pensiones o privatizar Electrobras, principal compañía energética del país.

La pandemia, la inflación y la crisis energética se han convertido en un lastre para impulsar el necesario crecimiento del país, que este año se situará cerca del 2,7%, aunque en 2023 parece que volverá a quedarse por debajo del 1%. El frenazo de China, que ha moderado su crecimiento en los últimos años, también puede afectar a Brasil, ya que es uno de sus principales socios comerciales.